La violencia de cada día

Suele ser un secreto del hogar. Sus únicos testigos son los hijos que miran con impotencia como uno de sus padres agrede físicamente al otro. La violencia doméstica es una epidemia social de la cual solo se habla en voz alta cuando ocurren hechos públicos como la agresión del deportista Ray Rice contra su esposa.

Estos casos brindan la oportunidad para hacer conciencia sobre un problema que condujo a la muerte de 1,181 mujeres en 2005. Es una ocasión para que las víctimas se sientan acompañadas al ver que no están solas en este drama y que ellas no son culpables ni hicieron nada para merecer ser golpeadas por su pareja.

Las estadísticas señalan que 1 de cada 4 mujeres va a sufrir la violencia doméstica en algún momento de su vida; que 1 de cada 3 mujeres asesinadas es en manos de una pareja o ex pareja.

Las cifras reflejan la magnitud del problema, pero estas incluso están por debajo de la realidad. Se sabe a ciencia cierta que la cantidad de casos de violencia doméstica que se denuncian es menor que las que ocurren.

Esto se agrava en las comunidades inmigrantes con indocumentados, cuyas víctimas temen recurrir a las autoridades por miedo a la deportación.

La violencia doméstica hacia la mujer tiene también otras características propias entre los inmigrantes ya sea por el desarraigo, el aislamiento en el hogar de la mujer en una sociedad desconocida y el control que quiere ejercer el hombre sobre la mujer debido a una cultura machista.

Es importante que la víctima de violencia doméstica busque ayuda, en esta edición hay sitios a donde recurrir. Lo ideal es que el abusador también aprenda a cómo lidiar con las frustraciones familiares y externas. Las dificultades económicas, por ejemplo, incrementan los casos de agresión en el hogar.

Es necesario pensar en los hijos que sufren más por ver la violencia entre sus padres que en una separación conyugal. Muchas veces los niños repiten de grandes en su hogar lo que vieron de pequeños entre sus padres.

El caso de Rice tiene la espectacularidad de tener un personaje famoso y un vídeo que despierta indignación. En cambio, a puerta cerrada hay una violencia diaria que carcome la familia, que hiere y veces mata.

Es necesario mantener la conversación sobre este problema social incluso cuando Rice haya desaparecido de las noticias, reemplazado por otro acontecimiento. La violencia doméstica no se va a ir con el deportista.

Para combatirla hay que tener presente su existencia, hay que ayudar a las víctimas con recursos legales y refugios, como acceso a salud mental para el agresor y agredido. Este es un desafío para toda la sociedad en su conjunto.

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