Los obstáculos para votar

Una elección la gana el candidato o partido político que lleva a las urnas la mayor cantidad de sus votantes. Lamentablemente, ahora también tiene la posibilidad de llevarse el triunfo quien consiga impedir que voten los simpatizantes de su rival.

El bloquear el acceso a las urnas es a primera vista totalmente ilegal. Pero un fallo de la Suprema Corte de Justicia, diluyendo la Ley de Derechos del Votante, abrió las puertas para que más estados, bajo control republicano promulguen leyes exigiendo identificaciones y pruebas de ciudadanía. La justificación de estas legislaciones es combatir el fraude electoral. Pero en realidad es para desalentar y dificultar la votación de un segmento de la población considerado mayormente demócrata.

Un análisis de la semana pasada realizado por la apartidista Oficina de Contraloría General del Congreso (GAO) determinó que las leyes electorales, que exigen identificación en las urnas en Kansas y en Tennessee redujeron, en la elección del 2012, la participación de los votantes primerizos, de los más jóvenes, de los latinos y de los afroamericanos.

En estos dos estados la disminución de votantes fue cercana al 2%, según el GAO. Es un porcentaje que para el Washington Post representa 122,000 votantes menos que asistieron a las urnas. Esta es una cifra pequeña, comparado al universo potencial de más de cinco millones de votantes, pero lo suficientemente grande para alterar resultados electorales.

La Suprema Corte de Justicia intervino en varios casos similares con resultados mixtos. Por un lado, autorizó que Ohio redujera el lapso en que se acepta el voto temprano y a Carolina del Norte, eliminar el registro de votantes en la misma fecha de la elección. Pero el Alto Tribunal bloqueó la ley de Wisconsin y tiene bajo estudio la de Texas.

Lo más indignante es que no hay tal fraude electoral que estas leyes dicen combatir. Todo está basado en una gran mentira sobre un problema que no existe.

Creemos que sería mejor para los republicanos realmente tratar de atraer a los votantes latinos con propuestas, en vez de querer excluirlos de las urnas por considerarlos enemigos. La supresión del voto merece la más dura condena de todos los amantes de la democracia

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