Prepárate para la vejez

Hacerlo significa poner todo en regla en caso de una incapacidad

Miguel Velásquez del Centro para Ancianos St. Barnabas platica con Maria Martir.

Miguel Velásquez del Centro para Ancianos St. Barnabas platica con Maria Martir. Crédito: <copyrite>Aurelia Ventura< / copyrite><person> < / person>

Para Miguel Velásquez del Centro de Servicios para Ancianos St. Barnabas, el mejor momento para comenzar a prepararnos sobre la vejez, es cuando entramos a los 50 años.

“Debería ser una obligación legal en el país que todos tomáramos una plática al año sobre cómo prepararnos para envejecer con dignidad. Evitaría mucha ansiedad entre los ancianos y que hasta fueran víctimas de abuso”, dice Velásquez.quien es el director de servicios para ancianos del Centro St. Barnabas.

María Martir Cortez, una salvadoreña de 68 años, no siguió esa recomendación. Cuando de repente se quedó sin empleo en 2011, se vio forzada a retirarse, y a realizar asuntos de los que debió ocuparse tiempo atrás.

“Me preocupé mucho cuando el médico del hospital donde voy me mandó una serie de papeles que debía llenar en caso de una enfermedad grave”, cuenta Martir.

Se trataba de la Directiva de Cuidado de Salud Avanzado (Advanced Healthcare Directive).

“Es para prepararse con tiempo en caso de una enfermedad grave, cuando uno ya no pueda hablar, o está inconsciente. Entonces ya dejamos por escrito lo que queremos”, explica Martir a quien Velásquez ayudó a llenar la directiva de cuidado avanzado.

“También le preguntan a uno si quiere donar órganos”, platica Martir.

Miguel Velásquez de St. Barnabas explica que muchas personas mayores entran en pánico cuando su doctor o su clínica les manda por correo la directiva de cuidado avanzado, sobre todo porque viene en inglés y no saben qué es. “Mi recomendación es que no boten esos papeles. Es bueno que acudan a un centro para ancianos a recibir ayuda para llenarlos, o que algún familiar o iglesia les ayude. Nosotros, por ejemplo, en St. Barnabas se los traducimos y ayudamos a llenarlos”, dice.

Se trata de un cuestionario de cinco páginas que, por lo general, los doctores mandan después de los 62 años. Una vez llenado, el adulto mayor mantiene una copia para ellos, y se le entrega otras copias a familiares.

Básicamente son dos aspectos los que se pregunta. Uno tiene que ver con lo espiritual. Se les pide su preferencia para que en caso de que se pongan graves, ya saber a qué ministro de culto llamar.

“Algunas religiones no permiten las transfusiones de sangre’, dijo Martir.

Una de las partes más importante es qué hacer en caso de que el adulto mayor quede incapacitado: ¿Debe mantenérsele con vida artificial, con un aparato para respirar, darle comida a través de una sonda?

“Yo pedí que me administraran todo eso, solo en caso de hubiera una esperanza de vida. Si no, que me dejaran morir”, dice con toda tranquilidad esta inmigrante

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