¿Es el amor pariente del dolor?

Ni bien termina el año, las tiendas se llenan de decoraciones rojas, corazones, cupidos, chocolates y todos esos detalles cursilísimos que nos recuerdan que estamos en el mes del amor y que viene el famoso Día de San Valentín; tenemos entonces licencia para ser empalagosas (cualquier otro día del año seríamos sentimentalistas). Hablemos pues del inevitable tema del mes: el amor.

Por todos lados escuchamos que el amor es lo más maravilloso del mundo, que el amor lo puede todo, que el amor es el motor que nos mueve más allá de límites. Y entonces nos tiramos de cabeza al abismo del amor así como dicen que hay que hacerlo: con toda nuestra pasión y con todo nuestro ser, sin cables y sin red. Al encontrar al ser amado, todo lo demás desaparece, incluso nosotras mismas porque ya no somos 2, ahora somos uno mismo. Qué romántico. Y pensar que estamos en el siglo XXI y todavía hay quien se cree el cuento completito.abismo

Algo anda muy mal cuando vivimos con dolor esa emoción, quizá la más valiosa que podemos experimentar. Porque a punta de golpes vamos descubriendo que el amor no es un bálsamo mágico que hace todo perfecto, sino incluso lo contrario: resulta que el cuchurrunguis de nuestro corazón no es, digamos, exactamente lo que pensábamos. No responde como quisiéramos, le gusta ver el fútbol más que estar con nosotros, no contesta siempre el teléfono, tiene mal aliento en las mañanas y no llegó en un corcel blanco. A veces incluso es violento, celoso cantidad, no le gustan nuestras amigas, no quiere saber nada de nuestra familia y no parece muy convencido de la utilidad del compromiso (con o sin anillo).

¿Por qué a veces el amor se parece más a una pesadilla dolorosa que al maravilloso sentimiento que nos venden en febrero?

¿Será que él no es el amor de mi vida? No querida, ese sujeto llamado el “amor de mi vida” es roomate del príncipe azul: viven en el mismo castillo que has construido con fantasías de infancia, cuando le creías todo a Walt Disney.principe

¿Será que nos falta tiempo para que yo le muestre el buen camino y sea lo que yo espero? Tampoco, corazón. Las personas sí cambian, pero un cambio positivo y verdadero debe estar motivado por los intereses propios, no por complacer a la princesa. De hecho, un factor fundamental del amor es aceptar al otro como es (y viceversa). Si no aceptas al otro con sus terrores y bellezas, mejor pregúntate si realmente lo amas.

¿Será que no soy suficiente para mi cachichurris? I told you: el otro también te ama si te acepta como eres. Y esto no implica que no puedan conversar y negociar cambios individuales y en su relación; sólo que es diferente pedirle al otro que cumpla tus expectativas en lugar de crecer juntos. Ésta es una de las claves del amor adulto (léase, no infantil): dejar de pensar que el otro debe ser perfecto para mí, como Ken es para Barbie, y empezar a construir una historia común para aprender y crecer juntos. Entonces el amor deja de ser pariente del dolor para convertirse en pariente de la madurez.

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