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Me dedico a resolver problemas financieros

Los problemas de dinero son complejos y sensibles. Vale la pena consultarlos con un experto

¿Por qué me transformé en planificadora financiera? Es posible que haya tomado la decisión a partir del divorcio de mis padres.

Durante mi niñez en Seattle, recuerdo que mis padres discutían constantemente por problemas de dinero. Tras una exitosa carrera como ingeniero aeronáutico en Boeing, mi padre decidió tomar otro rumbo profesional como dentista, después de haber formado su familia. Abrió su propio consultorio. Era un excelente dentista pero un pésimo administrador.

Probablemente, mi madre tenía buenas ideas para ayudarlo, pero esas ideas no se llevaban a la práctica. Ella era mejor que él con las finanzas. Era enfermera y abandonó su trabajo después de tener cuatro hijos.

Se divorciaron tras años de conflictos y malentendidos. A veces me pregunto si haber tenido un plan financiero hubiese salvado el matrimonio de mis padres. Recuerdo que le habían solicitado asesoramiento a un contador jubilado y a un corredor de seguros, gente decente aunque no muy capacitada para resolver problemas financieros.

El divorcio de mis padres me hizo reflexionar acerca del rol que cumple el dinero en la vida de las personas, tanto para bien como para mal. Al mencionar la palabra “dentista”, la gente automáticamente se imagina una casa grande con espacio para guardar cuatro vehículos. Durante mi infancia, éramos pobres y esa experiencia dejó en mí una sensación duradera de inseguridad acerca de las cuestiones financieras.

Mi padre finalmente se jubiló. Mi madre nunca retomó la enfermería. Mis hermanas y yo la manteníamos económicamente. Mis padres eran hijos de inmigrantes, la primera generación que iba a triunfar. Sin embargo, las cosas no se dieron así.

Es cierto que uno no comete los mismos errores que sus padres: comete otros. Hice un gran esfuerzo por no cometer los mismos errores que ellos.

Estudié historia en la universidad y tenía previsto finalizar mi doctorado y dedicarme a ejercer la docencia. Un pequeño problema: había muchas otras personas que tenían esa misma idea y prácticamente no había vacantes. Entonces, apliqué mis conocimientos de japonés para volcarme al mundo de los negocios.

Quince años después, había forjado una carrera como especialista en inversiones y trabajé en Tokio, New York, los Países Bajos y Singapur. Fueron años apasionantes, durante los que el mercado sufrió un par de crisis.

Lo único que me había quedado pendiente en mi carrera profesional era trabajar como planificadora personal, entonces, comencé a brindar asesoramiento financiero gratuito a ciudadanos estadounidenses. En Singapur, por ejemplo, ayudé a una mujer que quería separarse de su marido, pero no podía hacerlo porque él tenía todos los registros financieros de la pareja. Analicé todo lo que esta mujer tenía para que supiera donde estaba parada.

Mi trabajo a título gratuito siguió hasta 2003, año en que me transformé en planificadora financiera certificada y, un año después, abrí mi propia empresa. Hablé con una pareja que apilaba las facturas en un estante sin siquiera sacarlas del sobre. Otra pareja se empeñaba en vivir al día para mandar a sus hijos a costosos colegios religiosos privados: un plan financiero frágil que lograron sostener hasta que finalmente se desmoronó.

El otro día, recibí una llamada de una persona que me preguntó: “¿Cómo puedo hacer para establecer una calificación crediticia si tengo deudas con mi tarjeta de crédito?” Recibo consultas de mucha gente que tiene deudas siderales. Les aconsejo que destrocen las tarjetas de crédito y que reduzcan los gastos discrecionales.

Soy como el bravucón que les quita el helado de las manos, la persona de afuera que les dice que tienen que detenerse. El mundo está lleno de gente inteligente y capaz, y el hecho de terminar en una mala situación financiera no obedece a una incompetencia intelectual. Algunas personas que tienen problemas con los gastos simplemente no saben cómo hacer para salir de un pozo financiero en el que ellas mismas se metieron.

También aprendo de los clientes. Todos tenemos vidas financieras complejas; es prácticamente imposible tomar buenas decisiones en ese orden sin delegarlas a profesionales. Convoco al contador, al abogado especialista en sucesiones y al corredor de seguros para que representemos al cliente como equipo.

He aprendido a escuchar mejor y a entender qué cosas son las que importan. El dinero es un tema sumamente sensible y privado. Me apasiona aportar claridad a la vida financiera de los demás. De hecho, me gusta solucionar problemas financieros.

Me fascina poder ayudar a otros en formas en las que en su momento no pude ayudar a mis padres cuando estaba creciendo.

– Eve Kaplan/AdviceIQ

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Eve Kaplan, planificadora financiera certificada, es asesora de planificación por honorarios de Berkeley Heights, N.J. Kaplan Financial Advisors es un asesor de inversiones registrado en New Jersey y New York.
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