Editorial: Otto Pérez Molina debe renunciar en Guatemala
Si el presidente está convencido de su inocencia y de la falsedad que hay detrás de las sospechas, él puede levantar su inmunidad para limpiar su nombre.
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La renuncia es el mejor favor que puede hacer a su pueblo el presidente Otto Pérez Molina de Guatemala. Su gobierno está en plena disolución por la renuncia de numerosos ministros que se hicieron eco del clamor popular que pide la salida del mandatario, ante la acusación de corrupción que pesa en su contra. Si el presidente está convencido de su inocencia y de la falsedad que hay detrás de las sospechas, él puede levantar su inmunidad para limpiar su nombre.
Sin embargo, Pérez Molina se ha embarcado en el viejo plan utilizado por otros jefes de estados en situaciones similares. El presidente le advirtió al sector privado que los empresarios caerán junto a su gobierno, a la clase media la amenazó con una inestabilidad social que seguirá a su renuncia y para las clases más populares recurrió al trillado cuco de una intervención internacional, estadounidense, que está detrás del movimiento para quitarlo del poder.
La estrategia es equivalente a los manotazos de desesperación del ahogado. Pérez Molina enfrenta desde el viernes pasado cargos presentados por el Ministerio Público y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala en su contra, y de la ex vicepresidenta Roxana Baldetti la cual ya está detenida, por supuesta estafa, defraudación aduanera y recibir sobornos. El caso es conocido como La Línea, una mafia que robaba los recursos del Estado obtenidos en las aduanas que, según la fiscal general Thelma Aldana, se llevaban cerca del 50% de los impuestos pagados por los exportadores.
A raíz del escándalo se multiplicaron las protestas callejeras, los empresarios le quitaron su apoyo, hay compañeros de armas del ex general Perez Molina que quieren su salida y en el último fin de semana se sucedieron numerosas renuncias de ministros dentro de su gabinete. Ya no hay respaldo a su gestión.
Se especula que la decisión de Pérez Molina está ligada a la esperanza de una salida política que lo exonere o le permita un exilio de lujo. En ambos casos la perdedora es la democracia guatemalteca. La manera de reforzar las instituciones es enjuiciando a los corruptos con todo el rigor de la ley. De lo contrario la historia se seguirá repitiendo, los guatemaltecos se merecen algo mejor.