Putin, retrato de familia

Putin es uno de los estadistas mejor informados del mundo, un profesional surgido de la comunidad de inteligencia mundial.

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Crédito: Chris McGrath | Getty Images

La reciente publicación de una antología de citas de entre 2003-2015 del presidente de Rusia, Vladimir Vladimirovich Putin, intitulado Palabras que cambian el mundo, donde analiza las coyunturas mundiales del presente siglo, adelantándose incluso a los acontecimientos, al grado de conferirle una aura de profeta, es el nuevo catecismo de la la clase política “oficial” de Rusia.

En ello no hay coincidencias sino arduo trabajo. El azar solo premia a los que están preparados para ello. Más que profeta, Putin es un experimentado agente procedente de los servicios especiales soviéticos y rusos, cuyo principal leit motiv de por vida es la recolección, análisis y clasificación de información.

Graduado de abogado de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Leningrado (hoy San Petersburgo), la carrera de Vladimir Putin alcanzó cotas de leyenda durante su trabajo como oficial de la antigua KGB en la República Democrática de Alemania. Tanto los servicios secretos de la República Federal de Alemania, como la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el mítico Mossad israelí y otros servicios especiales de la mayoría de países de Occidente, lo tuvieron durante años en la mira, identificado, en la jerga germano-occidental, como “der schone Russe”, “el ruso hermoso”, a falta de una fotografía, de su verdadero nombre y de su ubicación.

Se movía entre Dresden y Berlín Oriental, y su trabajo profesional tiene aún efectos en el mundo occidental, pues infiltró desde la década de los ochenta a infinidad de agentes germano-orientales y de Occidente, y cooptó a una serie de líderes de Alemania Federal, de la Unión Europea, y de los Estados Unidos de América. Un verdadero “Club Putin”, con repercusiones en las relaciones internacionales de medio planeta.

De ahí que Putin sea uno de los estadistas mejor informados del mundo, un profesional surgido de la comunidad de inteligencia mundial. Solo comparable a George Bush padre y a Yuri Andropov. Por ello no es extraño que se adelante a los acontecimientos y que haga proyecciones y diagnósticos de la geopolítica mundial a corto, mediano y largo plazo. Tanto en el caso sirio, donde Rusia es uno de los principales protagonistas, como en la actual avalancha de refugiados políticos en Europa Occidental, algo previsible desde el sangriento escenario de la guerra civil en Siria y el conflicto bélico en Irak. Estas cualidades, más que a un don de profeta, las debe Putin a la labor del espionaje ruso que tiene aliados de los servicios especiales chinos, norcoreanos, vietnamitas, bielorrusos, cubanos, sirios o mongoles y a la red del espionaje occidental, del mundo árabe y hasta del impenetrable Mossad Israelí.

Putin, el profeta que vino del frío, ha logrado con firmeza y autoritarismo, con capitalismo salvaje y reformas sociales, recuperar la dignidad y el orgullo perdidos por Rusia debido a la debacle del fin del socialismo real, y es, paradójicamente un político atípico y uno de los líderes mundiales más pragmáticos. Fiel a su divisa de “doveria jorocho, no proveria lutsche”, la confianza es buena, pero el control, mejor.

Para ello ha intervenido militarmente en Ucrania, Siria, y librado guerras intestinas en el Cáucaso, donde por efecto dominó ha mantenido el control sobre el espacio possoviético que va desde Chechenia, pasa por Osetia, Georgia, Ingushetia y Dagestán. Escudo y espada de Rusia.

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