México: De empresario todopoderoso a ¿matón de sangre fría?

Jorge Aduna Villavicencio ordenó secuestrar asesinar y calcinar a seis presuntos ladrones en Puebla

 Crédito: Archivo | Shutterstock

MÉXICO – El empresario Jorge Aduna Villavicencio asomó su rostro por la rejilla del penal, pero no dijo nada. Se negó a declarar después de tres días hábiles desde su detención el pasado fin de semana acusado de ser el director de una orquesta de asesinos que calcinó a seis ladrones en un acto de justicia por propia mano.

Sobre el empresario colgaban muchas sombras desde años atrás. Algunas personales y otras relacionadas al sórdido gremio del que es parte como concesionario de la empresa Palenques del Noroeste, una de las más importantes del país en el mundo del espectáculo constantemente inmersa en escándalos legales, agresiones y asesinatos.

Columnistas y reporteros del estado de Puebla, donde Aduna tiene su casa y negocios, decían que era un adulador de políticos (supuestamente prestó una suburvan blindada en tiempos de campaña del actual gobernador Rafael Moreno), un oportunista, un mal padre y que una vez se defendió con disparos desde la camioneta en que transportaba millones de pesos en efectivo.

Pero la realidad superó todas las especulaciones, según las investigaciones que hizo públicas la Fiscalía Estatal de Puebla (FEP) que arrancó un juicio después de que entre el 19 de octubre y el 27 de noviembre de 2015 desaparecieron misteriosamente un lechero, dos “limpiaparabrisas”, dos albañiles y un herrero que vivían en una misma colonia de la capital poblana.

Durante las indagaciones las autoridades encontraron un Ipad desde la cual (a través de la nube) el empresario habría localizado a cada uno de los desaparecerlos para asesinarlos, desmembrarlos y calcinarlos en venganza por el robo a algunos de sus familiares.

Aduna Villavicencio no actuó sólo, sostiene la FEP. En su séquito de ayudantes tenía a Arturo García Cantú, un hombre oriundo de Matamoros, Tamaulipas (cuna de los despiadados Zetas); a Yosaphat Berlanga, un ex agente de la extinta Policía Federal de Investigaciones; a Ricardo López, ex agente de la Policía Ministerial despedido en 2014 por no pasar las pruebas de confianza, y dos muchachos más.

Estos sicarios habrían llevado a los ladrones a un predio propiedad de Aduna para ahí quitarles la vida, cortarlos y meterlos al tambo para la incineración pero su trabajo mal hecho dejó un reguero de pistas: restos de huesos sin quemar, pedazos de ropa y pertenencias de las víctimas; una hacha, un machete, cinco pistolas y una bitácora del jefe que encontró la policía.

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