El entrenador de ‘Canelo’ Álvarez es un apasionado coleccionista de boxeo y gran fanático del Atlas
Entrevista con Eddy Reynoso: lo más difícil del boxeo es encontrarte con tanta gente que no tiene principios morales
Eddy Reynoso es la historia detrás del éxito de Saúl “Canelo” Álvarez en el boxeo, pero aún así, todavía hay gente que se niega a darle el reconocimiento que ha forjado a lo largo de 18 años de trabajo como entrenador.
“El reconocimiento, tarde que temprano, va a llegar”, dice el originario de Guadalajara, que a muy temprana edad debió abortar su sueño de convertirse en boxeador profesional.
Con apenas 18 años, Eddy se vio en la necesidad de emigrar a los Estados Unidos para buscar una mejor vida, pero su estadía en Riverside, en el sur de California, fue muy corta al no encontrar las oportunidades que requería para salir adelante.
Sin dejarse vencer por la adversidad, Eddy optó por regresar a Guadalajara, en donde su padre, José “Chepo” Reynoso, lo esperaba con una propuesta que terminó por cambiarle la vida.
“Mi papá me pidió que lo ayudara a entrenar boxeadores, abrimos un gimnasio en el antiguo barrio de El Penal en Guadalajara y a partir de ahí las cosas se fueron dando”, comenta el tapatío de 39 años de edad.
El tiempo ha convertido a Eddy en un entrenador de alto calibre que ha trabajado con más de 10 campeones mundiales a los que ha dirigido en por lo menos medio centenar de peleas de campeonato.
“No ha sido fácil, he tenido que pasar por muchas cosas y hacer muchos sacrificios para llegar a donde estoy ahora”, dice.
Eddy Reynoso vive hoy momentos de esplendor, tanto dentro del ring como afuera de él.
La Asociación de Escritores de Boxeo de Estados Unidos (BWAA por sus siglas en inglés) lo nominó el pasado diciembre al premio de Mejor Entrenador del Año 2015 (el premio lo obtuvo otro latino, Abel Sánchez, entrenador de Gennady Golovkin). Por otra parte, su hija es la luz de su alma y su esposa está por entregarle otra hija el mes próximo.
“Mi familia es mi inspiración para seguir trabajando y seguir luchando cuando llegan las derrotas”, comparte Eddy, quien se encuentra en la ciudad de San Diego para preparar a “Canelo” para su pelea del 7 de mayo ante Amir Khan.
Desde su concentración en San Diego, Eddy platicó con este diario.
¿Qué es lo más difícil de ser entrenador de boxeo?
Lo más difícil es tanta gente mal agradecida en este deporte. Hay gente a la que le ayudas bastante, boxeadores a los que tú les has ayudado toda su carrera y al final te dan una patada y ni las gracias te dan. Yo creo que eso es lo más difícil, encontrarte con gente “vividora” de este deporte que no tiene principios morales. El lado oscuro del boxeo es encontrarte con tanta gente malagradecida.
¿Cómo inicia tu relación con ‘Canelo’?
En 2003, a ‘Canelo’ lo lleva a entrenar con nosotros su hermano Rigoberto Álvarez. Nosotros ya teníamos dos campeones mundiales en ese entonces, que eran Javier Jáuregui, que en paz descanse, y Óscar Larios. Ahí, a nuestro gimnasio, llega el niño Saúl y ahí empezamos a trabajar con él cuando apenas tenía 13 años de edad. Ya tenemos 12 años trabajando juntos y nos ha ido bastante bien. Ya el niño se hizo hombre.
¿Tu relación con ‘Canelo’ va más allá de ser su entrenador?
Sí, la verdad es que más que una relación entrenador-boxeador, ‘Canelo’ es parte de mi vida. Él es un muchacho con el que hemos sorteado muchas cosas, cuando en los primeros 10 años de carrera no ganas ni un centavo. Tienes que ir sorteando muchas adversidades y eso te hace construir una relación más fuerte, sobre todo cuando se está hablando de gente que es agradecida como Saúl. Él es de la poca gente que hace diferencia en el boxeo.
¿Cuál es la diferencia entre un buen entrenador y un mal entrenador de boxeo?
Un buen entrenador es el que le saca las virtudes al boxeador, el que se acopla al peleador. No les puedes enseñar lo mismo a todos, siempre tienes que adaptarte a las aptitudes que tenga cada persona. Un mal entrenador es aquel que no cuida a su peleador, el que avienta a su peleador al matadero, el que lo lleva a la guerra sin fusil.
¿El entrenador hace al boxeador o el boxeador al entrenador?
Es una mancuerna, cada quien pone su parte para que esto vaya para arriba.
A pesar de tu éxito y tus casi 20 años de trabajo, hay quien todavía duda de tu capacidad como entrenador, ¿qué piensas al respecto?
Yo creo que las historias de todos los grandes peleadores, de todos los grandes entrenadores, siempre empiezan desde abajo. Freddie Roach no nació siendo lo que es; Muhammad Ali no nació siendo lo que fue. En mi caso, creo que voy bien, paso a paso. Soy joven. A la edad que tengo ya he trabajado con muchos campeones mundiales mexicanos y extranjeros y creo que voy por el camino correcto. El reconocimiento, tarde que temprano, va a llegar si sigo trabajando como hasta ahora.
Además de tu papá, ¿quién te ha ayudado en esta carrera?
Al principio se me hacía una carrera muy difícil porque no hay gente que te tienda la mano cuando no eres nadie. Ya cuando eres alguien sobra gente que te quiera ayudar cuando ya no necesitas la ayuda. Me la rifé en esta carrera y he conocido a grandes entrenadores con los que he trabajado al lado de ellos, como Jesús Rivero, y de los que se aprende bastante.
Eres un gran coleccionista de artículos de boxeo, platícanos un poco de eso.
Todo lo que sea boxeo yo lo colecciono. Desde una cachucha, a un llavero, a una revista, a un libro. Tengo libros de los 1800 (del siglo XIX), de cuando era el pugilato inglés. Tengo casi toda la colección de la revista The Ring. Tengo la colección de Ring Mundial, una revista mexicana de por ahí de los años 50’s. Tengo videos de todos los boxeadores, desde cuando se empezaron a transmitir por televisión hasta ahorita.
¿Cuál es el mejor boxeador que te haya tocado ver?
Mi máximo ídolo del boxeo, del que disfruto ver todas sus peleas, es Gilberto Román (1961-1990), un campeón mundial mexicano supermosca.
¿Qué se siente estar en la cima cuando tuviste que pasar tantos sacrificios?
Pues cuando no tienes el apoyo económico para hacer lo que te gusta es difícil porque te frustras como persona y te quedas con esa amargura. Ahora me siento muy bien porque no solamente se trata de hacer campeones mundiales, sino que a través del box logras sacar a jóvenes de las drogas, de malos pasos, y eso me hace sentir muy bien.
¿Quién compone tu familia y qué representa para ti?
Mi esposa María Fabiola Torres, que es hija del “Alacrán “Torres, el que fuera campeón mundial mosca de Jalisco; mi hija Lía Fernanda de seis años y otra niña que está por nacer en un mes si Dios quiere. Mi familia es mi inspiración para seguir trabajando y seguir luchando cuando llegan las derrotas o no le va a uno bien. Mi esposa y mi niña son todo para mí.
¿Alguna otra faceta que no conozcamos de ti?
Me encanta el futbol, le voy al Atlas. Cada vez que puedo voy al estadio y me pinto la cara con los colores del equipo para apoyarlo. Me pinto la cara para que nadie me reconozca porque pierde (risas). No creo que esta temporada vayan a romper esa maldición de no ser campeones desde 1951. Yo tenía un amigo que me decía: ‘me voy a morir y nunca voy a ver campeón al Atlas’. Mi amigo ya se murió y yo creo que a mí me va a pasar igual.