Editorial: El Congreso es la gran frustración
Las diferencia de popularidad del Legislativo con la de Obama muestra la parte del gobierno que no funciona
La elección primaria de 2006 gira alrededor del enojo de un sector significativo del electorado con la política estadounidense. Un descontento que se ve en el respaldo a candidatos como el senador Bernie Sanders y el millonario Donald Trump. La insatisfacción es cierta, pero es un error repartirla de manera igual entre los protagonistas principales en Washington DC.
La crítica al gobierno federal y al establishment político es parte de la idiosincracia estadounidense, pero pocas veces se ha visto con la virulencia actual. Esto permite a los republicanos acomodar el relato de manera que el presidente Obama y sus políticas son las principales responsables del disgusto nacional. Incluso se oye en círculos conservadores que culpan a la Casa Blanca del surgimiento rabioso de los seguidores de Trump debido al mal gobierno de Obama.
No hay nada mejor que ver los niveles de popularidad entre el Congreso y el presidente Obama para identificar las fuentes del descontento hacia Washington. También para separar la verdad de la mentira.
La popularidad del presidente Obama al día de ayer era de 53% según la firma encuestadora Gallup, que por décadas lleva tomando el pulso de la nación. La del Congreso, por su parte, es del 13%. Si, 84% desaprueba en estos días la labor de los legisladores.
El promedio de aprobación de Obama en lo que va de su periodo es de 47%. A a esta altura de su segundo gobierno es de 50%, en comparación a 32% de George W. Bush, 60% de Bill Clinton y 51% de Ronald Reagan. La popularidad de Presidente se ajusta más o menos a promedios de sus antecesores.
Eso mismo no ocurre con el Congreso. Según la cifras de Gallup, desde mediados del 2011 hasta el día de hoy, el Congreso bajo control de los republicanos tienen el nivel de popularidad más bajo en 40 años.
No sorprende la impopularidad de ambas cámaras legislativas en donde sesionan lo menos posible y cuando lo hacen la bancada mayoritaria queda paralizada por desacuerdos internos. Cuando se une es para perder el tiempo como las decenas de votos para anular el Obamacare. Estos legisladores hasta el día de hoy viven en una burbuja con un discurso, a falta de leyes, que no les cree nadie.
Las encuestas también muestran que la mayoría de los estadounidenses creen que el país va por el rumbo equivocado. Ahora está un poco más claro porque es eso.