Papeles: Manos fuera de nuestras nostalgias
Esas películas que recaudan 200 millones de dólares el primer día son las que NO veré ni a palos
Los muchachos de antes que usábamos gomina, a la hora de escoger películas nos guiábamos por la clasificación moral que publicaba el periódico local elaborada, supongo, por alguna liga de la decencias. Los filmes preferidos por la muchachada eran aquellas que tenían el rótulo de prohibidas para todo católico.
Para entrar a esas películas había que disfrazarse de malevo, mirar duro como los pistoleros del oeste, inventar un bigote que subiera la edad, o posar de ducho en artes amatorias. Si fallaba el operativo con un portero, esperábamos el cambio de guardia y volvíamos a la carga.
In illo témpore, ver un tobillo o un maniquí en una vitrina nos alborotaba la bilirrubina sexual. Claro que al lado del porno que hoy está al alcance de un clic, había más sexo en la sota de bastos que en esas pacíficas cintas.
En la era de internet para definir mi agenda cinematográfica, dicho con toda pedantería, me guío por la taquilla que recaudan las megaproducciones de Hollywood en el estreno o durante la primera semana: esas que recaudan 200 millones de dólares el primer día son las que NO veré ni a palos.
La que anda suelta por ahí de Supermán vs. Batman es un ejemplo contundente. Ni un peso mío llenará las arcas de sus inspiradores. Los segundos que me quedan para vivir los gastaré en otras faenas.
Es cuestión de principios (y si no les gustan mis principios, se los cambio por otros, diría con Groucho Marx). Si apoyo producciones de esta naturaleza el mal ejemplo cundiría.
¿Qué tal eso de mezclar dos exsuperhéroes y adicionarle la Mujer Maravilla para hacer sonar la registradora? A otro perro con ese hueso.
Mañana vendrán películas de Supermán y Pepita la mujer de Lorenzo, el hombre que debajo de la cama dice con voz de pusilánime varón: “No salgo de aquí porque en esta casa mando yo”.
O de Batman y Ramona, la mujer que se casó con Pancho para no caerse de un lado de la cama.
Veo venir al Fantasma haciendo las veces de pedicurista del hombre de acero que era incapaz de agarrarle una falange a mi colega Luisa Lane, del diario El Planeta, quien nunca dio una exclusiva.
Es tan exótico este cine en el que andan revueltos Batman, el hombre de Kriptón y la mujer Maravilla, como es raro un plato a base de chicarrón, sushi, cilantro, lentejas, papas fritas, banano, picante y harta pimienta.
Cosas así recuerdan esos instrumentos que de una vez vienen con piano incorporado, maracas, platillos, saxofones, baterías y desganadas sonrisas grabadas.
No, señores de la industria. No nos crean tan caídos del zarzo y paguen guionistas que se gasten en el cerebro en historias nuevas. Y generan empleo.
El “cine” que comento es un atropello a la nostalgia. ¿Quién se iba a imaginar que héroes de la infancia como Supermán caerían tan bajo? Al paso que vamos, Tarzán cambiará a Jane por una actriz del cine porno. Yo quedaré de marcapasos. Y la medicina prepagada no cubre ese cachivache.