Ser mejor padre, a pesar de estar tras las rejas
En ocho años alrededor de 320 reos, de los cuales más del 50% son latinos, se reencontraron con sus hijos y nietos en centros de detención del condado
Un emotivo abrazo con su única hija Camila, de ocho años, liberó por unos segundos a Luis Navarro, quien purga una condena de 12 años en el centro de detención Pitchess, en Castaic.
Por la duración y la fuerza con la que se estrecharon, era obvio que habían estado separados mucho tiempo.
“Es algo hermoso, ya tenía dos años sin abrazar a mi niña”, expresó Navarro.
Durante ese tiempo, un cristal los dividió durante las visitas que le hacían la niña y su madre. Pero este viernes a Navarro y a otros 22 reclusos les permitieron tocar y convivir con sus hijos y nietos en uno de los jardines del penal, en la que parecía una celebración anticipada del Día del Padre.
Ahí se organizó un festejo donde se pasó de las lágrimas en los abrazos, a las risas en los juegos. Ese aspecto duro con el que llegaron algunos desapareció mientras compartían con sus pequeños.
Premian su buena conducta
Fue una recompensa para los presos que cumplieron con el programa “Regresando corazones”, en el que aprendieron a ser mejores padres promoviendo el crecimiento personal, la responsabilidad y la toma de decisiones. Estos cursos los diseñaron el Departamento del Sheriff del condado (LASD), que vigila la cárcel Pitchess, y voluntarios de la iglesia Bautista Grace de Santa Clarita.
En los ocho años en que se ha desarrollado esta iniciativa alrededor de 320 reos, de los cuales más del 50% son latinos, se han reencontrado con sus seres queridos.
Tras las rejas, Navarro ha demostrado buena conducta a través de programas educativos y vocacionales, y por eso su sentencia, por tráfico de drogas, se redujo a cinco años. Podría salir libre en noviembre de 2017.
“Lo que aquí he aprendido es que uno tiene que mantenerse en línea y hacer lo correcto, porque estar lejos de los seres queridos es muy duro”, dijo el nativo de Santa Ana e hijo de michoacanos.
A la distancia, detrás de un enorme alambrado, otros reos observaban el convivio. Hay alrededor de 18,000 presos en las siete cárceles administradas por el Sheriff angelino, pero menos de la mitad participa en programas educativos, considerados una vía para su reinserción en la sociedad.
“Este es un día en que los presos ven a sus hijos a los ojos y les digan: ‘perdóname por no ser el padre que debería, pero voy a cambiar eso’”, comentó Fred Fels, organizador del convivio.
La idea de realizar encuentros entre reos que purgan largas condenas y sus seres queridos nació hace 12 años en una cárcel de Louisiana y desde hace nueve años se aplica en Los Ángeles.
“Lo que hemos visto es que la reincidencia del sistema criminal es del 70%, pero entre los que participan en este programa es del 25%”, celebró Fels, quien indicó que también tiene un impacto directo en los hijos de los presos, que son siete veces más propensos a seguir los malos pasos de sus padres.
El festejo en Pitchess ocurre cuando el Sheriff trata de sacudirse el escándalo por las golpizas que sus custodios propinaron a reos en la Cárcel Central de Varones, y que alcanzó a altos mandos de la agencia.
“Tenemos que recordarles a estos hombres [los presos] que tienen familias en sus casas y que cuando toman decisiones deben considerarlos”, dijo Mark Slater, vocero del LASD.
Tony Haschke, quien cumple una sentencia de nueve años por fraude inmobiliario, no cabía de gusto por la visita de sus dos nietos, Michael y Aden, a quienes no veía desde 2014.
“Esto es un componente clave para nuestra recuperación”, señaló este hombre de 49 años y quien planea ser pastor después de salir libre. “Quiero hacer cosas positivas”, expresó.