Elección: Falta de una alternativa real
Las diferencias entre las posturas de Trump y la clásica republicana es dificil de digerir para muchos votantes
Tanto los liberales como los de centro-izquierda tienen, relativamente, una opción real con Hillary Clinton en las elecciones de presidenciales de noviembre. Lo mismo se puede decir de un sector conservador –económico y étnico-radical de la derecha— que facilitaron el dominio de Donald Trump en las primarias del Partido Republicano (GOP).
¿Qué pasa con aquel grupo tradicional de religioso que normalmente apoya a los candidatos republicanos?
Si nos remitimos a la historia, podemos deducir que sin los evangelistas, adventistas, mormones, testigos de Jehová, entre otros grupos religiosos que existen en el país, George W. Bush no hubiese llegado a la Casa Blanca.
Una comadre mía de México que hoy vive en la ciudad de Santa Ana, California, ha sido muy fiel a las creencias de la Iglesia Católica. Su religión ha dictaminado sus decisiones políticas desde el momento que llegó a Estados Unidos, especialmente una vez que adquirió la ciudadanía norteamericana.
En políticas sociales, siempre ha demostrado tener opiniones contrarias al aborto; no ha aceptado los matrimonios del mismo sexo y ha sido defensora del papel “tradicional” de la mujer en la familia.
No está de acuerdo en la intervención Estatal en la economía. No le gusta que el gobierno cree oportunidades especiales para algunos grupos étnicos en detrimento de las mayorías.
En base a las conversaciones que tuve últimamente, he podido apreciar su indecisión en torno a las elecciones presidenciales de noviembre. Su partido político le ha dejado un candidato que no profesa sus ideales políticos ni sus creencias religiosas.
Donald Trump no solamente ha expresado su repudio hacia los migrantes indocumentados, sino que ha insultado a toda la nación mexicana. A pesar de que mi comadre no está de acuerdo con ciertas partes del proyecto migratorio demócrata, la actitud irrespetuosa de Donald Trump la ha hecho condenar sus comentarios.
Asimismo, siente que el empresario de la melena rojiza miente mucho y sus políticas sociales son demasiado liberales.
Como mi comadre, hay millones de estadounidenses que no comulgan ni con las actitudes bochornosas de Trump, ni con el sesgo liberal de Hillary Clinton. En tal sentido, estas poblaciones religiosas conservadoras no tienen una alternativa real en las elecciones presidenciales de noviembre.
Es una verdadera tristeza que nuestro sistema político bloquee sistemáticamente la emergencia de otros partidos políticos que no sean partidarios de los republicanos o demócratas.
Estoy consciente que es virtualmente imposible cambiar el sistema electoral del país, pero creo que es un buen momento para, por lo menos, discutirlo. Tal vez, en un futuro lejano, mi comadre y sus correligionarias tengan la oportunidad de votar por un candidato adecuado a sus ideales políticos.