Experimentar el sufrimiento del prójimo
Es hora de que los uniformados latinos también eleven su voz
Cuando el congresista Bobby Rush, antiguo ministro de defensa del Partido de Panteras Negras en Chicago, introdujo, en forma particular, un proyecto de ley para parar la deportación de 38 madres y padres indocumentados con niños que son ciudadanos norteamericanos, nos dijo que es necesario que cada uno de nosotros “experimente el sufrimiento del prójimo”.
Eso nos inspiró con esperanza y gratitud. He experimentado la misma gratitud al oír participantes en el movimiento de “Vidas de los negros importan” cuando hablan del perfil racial por parte de la Policía, brutalidad policíaca y el asesinato de latinos.
También hemos oído como se han expresado en contra de la deportación masiva y especialmente en defensa de los 500,000 inmigrantes indocumentados en este país que son de raza negra.
Va creciendo la unidad entre nuestras dos comunidades, sobretodo entre las personas de la nueva generación. Esto significa mucho ya que juntos estamos a punto de ser la mayoría en esta nación.
Además, hay una relación estrecha entre la ocupación de nuestras comunidades por la policía y las deportaciones. Todavía existen muchos pueblos y muchas ciudades en este país en donde la policía municipal perfila un chofer por su raza, y al hallar que no puede comprobar su ciudadana, lo entregan a las autoridades migratorias de ICE.
A muchos de nuestros jóvenes, y algunas personas más, los abogados les dicen que deben declararse culpables por delitos para recibir una sentencia menor. Luego después descubren que eso produce la deportación.
A nuestra comunidad le conviene que el perfil racial por parte de la Policía, que muchas veces resulta de su afán de imponer multas o confiscar vehículos, sea frenado.
Y nuestra comunidad entera debe responder, y eso incluye a los miles de policías que son latinos.
Los veteranos del movimiento me han dicho que en tiempos pasados, asociaciones de oficiales de policía de raza negra formaban una voz poderosa en contra de los atropellos cometidos por policías en todo el país.
Por tomar estas posiciones, los policías afroamericanos a menudo tuvieron que pagar un precio bastante alto en términos de sus promociones y asignaciones de trabajo, y a veces perdieron el empleo. Pero lo que hicieron y dijeron hizo una diferencia. Ellos actuaban así porque también tenían hijos e hijas, hermanos y hermanas, y entendieron el peligro que los abusos policiales representaban para sus seres queridos.
Muy pronto mi hijo graduará de la secundaria. Tiene sus sueños y anhelos. También es un joven mexicano muy alto. Tengo miedo de lo que le podría pasar. Ojalá que mi comunidad – toda mi comunidad—se levante para defenderlo.