La controvertida historia de los Clinton en México
En los dos períodos de gobierno del expresidente, entre 1993 y 2001, se promulgaron leyes de migración que facilitaron la deportación de migrantes sin documentos
En México muchos temen que el candidato del Partido Republicano Donald Trump se convierta en el presidente de Estados Unidos, por el daño que pueda causar en la relación de ambos países.
Pero la historia del matrimonio de Bill y Hillary Clinton con los mexicanos también ha sido controvertida.
Hillary Clinton es candidata presidencial del Partido Demócrata, y no son pocos los mexicanos que la ven como una mejor alternativa que su rival.
Pero algunos especialistas recuerdan que en los dos períodos de gobierno del expresidente, entre 1993 y 2001, se promulgaron leyes de migración que facilitaron la deportación de migrantes sin documentos.
Las legislaciones siguen vigentes, y fueron la base para la expulsión de dos millones de migrantes durante el gobierno del actual presidente, Barack Obama.
En su primer año en la Casa Blanca, Bill Clinton promovió nuevas negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Y en el tiempo que fue secretaria de Estado, su esposa Hillary vivió momentos difíciles con México, e incluso enfrentó diferencias diplomáticas con el gobierno de este país.
Especialistas creen que las decisiones adoptadas por la pareja en sus responsabilidades oficiales fueron resultado de la presión política interna en Estados Unidos.
Los distintos gobiernos de México participaron en algunos de estos procesos. En otros sólo aceptaron su desenlace, dicen los expertos.
El TLCAN (NAFTA)
Uno de los temas más relevantes fue el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el principal acuerdo económico de México. con sus vecinos de Norteamérica.
En 1992 los entonces presidentes George Bush y Carlos Salinas de Gortari firmaron un documento que debía aprobarse por los congresos de los dos países.
Pero Bill Clinton ganó las elecciones, y semanas después de asumir la presidencia anunció que promovería una negociación adicional del TLCAN.
Y es que en su campaña grupos como la Federación Estadounidense del Trabajo y el Congreso de Organizaciones Sindicales (AFLO-CIO en inglés) advirtieron que el acuerdo comercial podría representar competencia desleal para sus afiliados.
La queja fue que los trabajadores mexicanos tenían salarios bajos, y muchas empresas podrían abandonar Estados Unidos para instalarse en México.
Otros grupos demandaron garantías para que el Tratado no provocara impactos ambientales.
Clinton advirtió que sin estos agregados el TLCAN no podría aprobarse en el Congreso.
Así, durante casi todo 1993 se negociaron acuerdos paralelos en estos temas, que se incorporaron al conjunto final del acuerdo.
Pero al reabrirse las negociaciones hubo otros sectores que presionaron para proteger sus intereses.
Fue el caso de los productores de naranja y azúcar de Florida, quienes consiguieron limitar el acceso de los productos mexicanos durante 15 años.Las restricciones se levantaron en 2009.
Los acuerdos paralelos también enviaron un mensaje a México, le dice a BBC Mundo Laura del Alizal, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) campus Iztapalapa.
“Fue una forma de meter presión, de marcar límites al gobierno mexicano. Decir ‘esto es lo que estamos dispuestos a aceptar en el Tratado’”.
El muro fronterizo de Clinton
Donald Trump dice que de ganar las elecciones construirá un muro en la frontera con México.
También insiste en que impedirá la llegada de más personas sin documentos a su país.
Pero el muro y las restricciones migratorias ya existen. Se establecieron en los dos períodos presidenciales de Bill Clinton.
El primer muro se construyó en California a partir de 1993 como parte de la llamada Operación Guardián.
Otro se edificó en 1997 en Texas a propuesta de un congresista mexicano estadounidense, Silvestre Reyes.
La estrategia para frenar a los migrantes que se alejaron de California para cruzar la frontera texana se llamó Operación Río Grande.
La construcción de los muros en los dos extremos de la frontera no detuvo el flujo de migrantes, sino que se movió hacia las zonas desérticas, en el centro de los dos países.
Muertes en el desierto
La estrategia provocó la muerte de más de 5.000 personas entre 1995 y 2000, según datos de la Patrulla Fronteriza y organizaciones civiles como la Fundación de Asistencia Legal de la California Rural.
No fue todo. En 1996 el Congreso aprobó dos leyes que endurecieron la política migratoria estadounidense, aún vigentes.
Se trata de la Ley Antiterrorista y Pena de Muerte Efectiva, que autoriza procesos acelerados de deportación. Una de sus consecuencias es la separación de miles de familias migrantes.
La otra legislación es la Ley de Inmigración Ilegal y Responsabilidad del Inmigrante.
Con esta enmienda las personas deportadas no podían volver a Estados Unidos durante tres años. Quienes lo hacen son encarcelados.
Ambas propuestas fueron aprobadas por el congreso estadunidense, entonces con mayoría del Partido Republicano. El expresidente Clinton tuvo que promulgarlas
Los muros y leyes para deportar “fueron una presión interna muy fuerte en Estados Unidos”, explica la investigadora de la UAM.
La etapa de Hillary
En su época como secretaria de Estado, Hillary Clinton también vivió episodios polémicos con México.
En su libro “Narcoleaks, la alianza México-Estados Unidos en la guerra contra el crimen organizado”, el periodista Wilbert Torre cuenta que la funcionaria tuvo desencuentros con el entonces presidente Felipe Calderón.
El mandatario mexicano reclamaba que en la guerra contra el narcotráfico Estados Unidos no hacía lo suficiente para frenar el tráfico de armas o el consumo de drogas.
Pero la mayor crisis fue la filtración de documentos clasificados de la embajada estadounidense en México, que fueron parte del caso llamado Wikileaks.
Una de las comunicaciones reveló que el Departamento de Estado investigó la salud mental de Calderón, señala Wilbert Torre.
Los informes de la embajada reportaban que el mandatario “se mostraba irascible con frecuencia. Gritaba y caía en exabruptos como despedir a colaboradores a la menor provocación”.
La Casa Blanca “deseaba saber cuál era la personalidad de Calderón y su estilo de gobernar, y cómo ese estilo estaba afectando los asuntos de gobierno”.
Hillary Clinton firmó un documento enviado a la embajada en México para realizar la investigación.
Luego, en julio de 2010, la secretaria de Estado dijo que los narcotraficantes mexicanos se parecían cada vez más a una insurgencia armada.
Un mes después advirtió que los carteles de la droga modificaron sus tácticas. “Uno los ve mucho más organizados de un modo paramilitar”.
Los comentarios, indica Wilbert Torre, “eran una afrenta para Calderón”. En enero de 2011 los personajes se reunieron en privado. La reunión fue tensa.
Al concluir Clinton confesó a sus colaboradores: “Ha sido el peor encuentro que he tenido con un jefe de Estado”.