Relación compleja: Messi es más importante para Guardiola que a la inversa

La relación entre Guardiola y Messi fue entre escasa y nula desde que sus caminos se separaron

Lionel Messi y Pep Guardiola

Lionel Messi aparece a un costado de Pep Guardiola, en el duelo entre Barcelona y Manchester City. Crédito: GETTY IMAGES

Años atrás, en medio de un momento de cierta crisis del Barcelona, un canal de televisión de la capital catalana se propuso un ejercicio que terminó demostrándose excéntrico: salir a las calles de la ciudad y encontrar algún hincha azulgrana que criticara a Lionel Messi y quisiera venderlo. No encontró a nadie. Cero.

La producción del programa se equivocaba, los potenciales entrevistados no estaban en España, sino 10.500 kilómetros más al sur, en la Argentina, que por entonces sumaba una muy apreciable legión de anti-Messis. Regístrelo: anti-Messis en la Argentina. Y tras calibrar bien lo que eso implica, propóngase un juego, dispare la imaginación hasta imaginar anti-Pelés en Brasil, anti-Beckenbauers en Alemania, anti-Zidanes en Francia o anti-Xavis en España. Habrá habido algunos en cada país, pero nunca fueron tendencia, jamás una fuerza polarizante con el otro grupo, el que en la Argentina se reflejaría en el sentido común de ser pro-Messi.

¿Debate trillado y menos importante que hace unos años? Sí, seguramente, pero oportuno de cara a lo que se viene la semana próxima, con la visita a Brasil de una selección , un fútbol y una AFA en crisis. Cuando tantos son los problemas que se acumulan, no despreciar lo mejor que uno tiene es, otra vez, puro sentido común. Y la Argentina tiene a Messi. Ya se sabe lo que pasa cuando no juega en la selección, en Lima y Asunción lo tienen bien presente. Y lo celebran aún.

Sin Messi, la selección se viene mostrando notablemente huérfana de variantes. Sin él se pierde mucho. Y no le sucede sólo al equipo de Edgardo Bauza, le pasó más de una vez al mismísimo Barcelona.

“La clave de todo -le explicó cinco años atrás Xavi Hernández al periódico alemán Süddeutsche Zeitung- es siempre la pregunta de dónde se van a producir situaciones de superioridad numérica de jugadores para liberarle espacios a otros. Pep ( Guardiola ) nos lo dice antes de cada partido: la superioridad hoy va a ser aquí, o allí o allá. Y acierta siempre”.

Más allá de que el Barcelona de la última década fue un ecosistema muy especial, difícil de comparar con las particularidades de una selección, menos incluso con las de la Argentina, ambas situaciones tienen un punto en común: Messi. Con él, la superioridad numérica siempre es más sencilla, porque el “10” le aporta al equipo no sólo su fútbol y su magia, sino también la angustia y el temor de sus rivales. Se necesita más de un jugador para controlar a Messi, muchas veces tres… La superioridad numérica llega así más fácil.

La sociedad Messi y Xavi es ya pura nostalgia, porque el español agota el tramo final de su carrera en el polvoriento y perturbador Qatar. También está lejos del “10” Guardiola, que tanto le dio: orden, cabeza, sentido de equipo, disciplina para el descanso, criterio para la alimentación? Pero si la pregunta es quién le dio más a quién, Guardiola a Messi o Messi a Guardiola, la respuesta la da el propio técnico que mañana, en Manchester, volverá a sufrirlo como rival. Fue el 25 de mayo de 2012, en la conferencia de prensa posterior al 3-0 sobre el Athletic de Bilbao de Marcelo Bielsa en la final de la Copa del rey. ¿Qué aprendió de Messi en estos años y qué aprendió Messi de él?, se le preguntó a Guardiola en esa noche que marcaba su despedida del Barcelona. Con tanto cuidado como sentimiento, y buscando las palabras justas a lo largo de un minuto y medio, el catalán dijo mucho: “De Messi he aprendido a ser más competitivo de lo que era cuando llegué. Me lo enseñó él. Hubiéramos ganado probablemente títulos, pero imposible ganar 14 de 19 sin él. Imposible. He aprendido muchas cosas a nivel de fútbol a través de él, espero haberle ayudado a ser? Bueno, no sé si uno es capaz de ayudarle en algo a él. Pero hemos intentado hacerle entender que si se implica en una dinámica colectiva es capaz de sobresalir mucho más. Ha sido un privilegio para mí entrenar al mejor jugador que he visto nunca y que probablemente veré. Agradecerle todo lo que ha dado, me ha dado, nos ha dado. Y que con su edad y su alma competitiva seguirá dándole a este maravilloso club por muchos años”.

Palabra de Guardiola, uno de los mejores entrenador de la historia, hablando del que muchos creen que es el mejor jugador de todos los tiempos. Un Guardiola que meses después, durante su sabático neoyorquino, esperó en vano una llamada para entrenar a la selección de Brasil. Lo habían sondeado, pero el Brasil pre-Mundial terminó optando por la solución ya conocida y nacionalista: Luiz Felipe Scolari, Felipao. El 7-1 de Alemania en Belo Horizonte, la misma ciudad en la que jugará la Argentina, dejó la pregunta de que habría pasado con un Brasil entrenado por Guardiola.

Pregunta parecida a la que abrió Sergio “Kun” Agüero días atrás al revelar lo que porecientemente le dijo el Guardiola que ahora entrena al City: “Me dijo ?ustedes no me llamaron, porque, si me llamaran, me encantaría dirigir a la selección argentina. Pero no me llamaron'”.

Es cierto que la relación entre Guardiola y Messi fue entre escasa y nula desde que sus caminos se separaron, y quizás no tan cierto que Rusia 2018, salvo catástrofe en las eliminatorias, deba ser sí o sí el último Mundial de Messi: Qatar 2022 a los 35 años es, por más de una razón, una posibilidad real. Pero lo ideal sería que el rosarino no llegue a esa cita con la presión de emular a Pelé y Maradona, incluso que para ese ese entonces viva en Rosario y vista la camiseta de Newell’s, un paso para el que no necesita clásula alguna en su contrato. Y es por eso que esa cláusula hoy no existe.

Guardiola y Messi, Messi y Guardiola. ¿Habrá algún día un segundo capítulo?

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