De Sampaoli a Berizzo, la fórmula argentina para bajar a Real Madrid
Sevilla le había quitado un largo invicto y Celta le propinó la segunda derrota consecutiva; dos DT que prromueven un estilo ambicioso
Lo que no ocurrió en nueve meses sucedió en tres días. De un invicto de 40 partidos a dos derrotas consecutivas. Cada tanto, el fútbol tiene estos viajes a los extremos, se saltea todas las estaciones intermedias entre la omnipotencia y la debilidad. Real Madrid quedó atrapado en el trabajo de pinzas al que lo sometieron dos equipos dirigidos por directores técnicos argentinos.
El domingo, Sevilla, con la machacona idea ofensiva que le inculca Jorge Sampaoli, sacudió a Real Madrid de su ensueño triunfal en los últimos cinco minutos. Le empató 1 a 1 a los 40 de la segunda etapa y en tiempo adicional le ganó 2 a 1. Pareció un accidente, un súbito desliz de un equipo que quizá se había (mal) acostumbrado a creer que algunos partidos se resuelven por sola presencia o mostrando el escudo.
Tan poco habituado a perder, el siguiente encuentro del conjunto de Zinedine Zidane daría una pauta de su capacidad de reacción. Y fue nula, o insuficiente ante un Celta que, como Sevilla, tiene a otro entrenador argentino al que no hay desafío que le recorte la ambición o lo lleve a pensar que no se puede ganar. Aunque del otro lado esté un Real Madrid con Cristiano Ronaldo, Sergio Ramos, Kroos, Modric y Marcelo en un Santiago Bernabéu algo despoblado, producto de las bajas temperaturas invernales. Más helados quedaron los hinchas madridistas con la caída por 2 a 1 por la ida de los cuartos de final de la Copa del Rey. La revancha será el próximo jueves, en el estadio Balaídos, de Vigo.
Si algo une a Sampaoli y Berizzo es haber tenido a Marcelo Bielsa como un referente para ejercer la profesión. De él tomaron la idea madre para diagramar planteos en los que la intensidad, la presión y el ataque son las señas de identidad de sus equipos. Después están los matices tácticos, con tres zagueros o línea de cuatro, con un delantero más o menos, nada que corte el hilo de conductor de una propuesta que no se asusta ni aunque enfrente esté Real Madrid. La valentía está por encima de los recursos.
Sampaoli nunca tuvo contacto con Bielsa, pero aprendió a admirarlo y a tomarle conceptos cuando los comienzos de su oficio lo sacaron del ascenso argentino y lo llevaron por Perú y Ecuador. Berizzo hizo un aprendizaje más directo y de primera mano, cuando fue ayudante de campo del Loco en el Mundial de Sudáfrica.
El muy buen concepto que tiene ganado Berizzo en Celta, donde transita por la tercera temporada, se incrementa con encuentros como el de ayer. Su equipo suele protagonizar muy buenos momentos futbolísticos durante la temporada del fútbol español. Pero nunca le habían alcanzado para vencer a Real Madrid, contra el que había caído en los cinco partidos anteriores. Por eso procesó la victoria con una sensación especial: “Es un gran mérito de los futbolistas, de creer en una idea de juego reforzada con sacrificio y una generosidad emocionante, que nos permite disfrutar de mantenernos con vida en las tres competencias (Liga, Copa y Liga Europa)“.
En lo poco que va de 2017, Celta es el mejor equipo del año: triunfó en los seis partidos que disputó. Berizzo baja una clara idea futbolística y también pautas de convivencia que no se relajan ni en horas exitosas como las que corren. Dos días antes de enfrentar a Real Madrid, la noticia en Celta fue la exclusión del plantel que el entrenador decidió con el chileno Fabián Orellana. “Incurrió en una falta de respeto inaceptable”, se justificó Berizzo, mientras trascendía que el volante le había dirigido una frase soez y despectiva durante el entrenamiento. El DT argentino antepuso el sentido de disciplina a la condición de jugador valioso en el funcionamiento. Orellana, a quien conoce de la época del seleccionado de Chile, es un mediocampista ofensivo con buen pase y manejo de pelota.
El incidente no sacó a Celta a de su eje. Con los argentinos Gustavo Cabral y Facundo Roncaglia en la zaga central impidió que Cristiano Ronaldo, ubicado más como centrodelantero, marcara en una competencia en la que no jugaba desde hacía dos años, en enero de 2015.
El nombre del gol le correspondió a Iago Aspas, que con el gol de ayer suma 13 en los últimos 13 encuentros. El delantero señaló el 1-0 a los 19 minutos del segundo tiempo, al aprovechar un mal de despeje de Marcelo, que se redimió cinco minutos más tarde, con un remate desde fuera del área que fue el empate tras desviarse en un defensor. Quedaban 20 minutos y lo más lógico era imaginar el aluvión ofensivo madridista. Pero enseguida, al minuto, cayó en otro despiste en una pelota que perdió Lucas Vázquez; un hueco enorme se abrió entre Varane y Sergio Ramos para que el lateral Johny se filtrara y definiera frente a la salida de Kiko Casilla.
Zidane mandó a la cancha a Benzema, que tuvo el empate dentro del área, pero su remate se fue alto. Si uno de los jugadores de mejor técnica de Real Madrid fallaba así frente al arco, era toda una señal de que el campeón del Mundial de Clubes debía hacer la cuenta final de sus interminables días felices.
Justamente, Real Madrid parecía haber escapado del estigma del Mundial de Clubes de hace dos años, cuando tras ganarle en la final a San Lorenzo entró en una debacle en el primer semestre de 2015 que lo dejó afuera de todo, y con Ancelotti cesanteado. En el comienzo de 2017 había espantado ese fantasma con dos victorias y la eliminación de Sevilla en los octavos de final d ela Copa del Rey. Pero ahora, de boca de Zidane sale un diagnósitico impensado: “Es un mal momento y tengo que buscar la solución“.
Otro tipo de balance hizo Berizzo: “Es una victoria enorme, en un campo como éste, frente al mejor equipo del mundo. Sufrimos en el primer tiempo, pero después mejoramos las marcas, las ayudas y la circulación de la pelota”.
En 72 horas, Real Madrid dejó de ser un rival implacable e inabordable. Con fe, fútbol y atrevimiento, tanto Sampaoli como Berizzo lo hicieron posible.