Acoso judicial a la prensa mexicana

Protestors Rally Against Trump Administration In Mexico City

Crédito: Rafael S. Fabres/Getty Images

Mientras en Estados Unidos, medios de gran prestigio como The New York Times se defienden vigorosamente de los embates de Donald Trump, en México los periodistas independientes ofrecen una resistencia de bajo perfil, que en muchos casos resulta heroica, ante el acoso de los poderosos.

La batalla que libra la prensa independiente contra Trump llama fuertemente la atención porque, si bien la relación entre los medios y la Casa Blanca ha sido a menudo difícil, nunca antes un mandatario había osado atacarlos de manera tan directa y agresiva.

En México, en cambio, la prensa siempre ha sido objeto de duros ataques. El país tiene el triste récord de ser uno de los más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo. Tan sólo en 2016 se reportó el asesinato de 11 periodistas. Lo más grave es que prácticamente el 100% de los autores intelectuales de estos crímenes quedan impunes, como lo han denunciado numerosos medios y lo corroboran las cifras oficiales del gobierno de México.

Además de las agresiones físicas, los comunicadores en México con frecuencia son víctimas de otro tipo de acoso, como el judicial.

El caso más reciente es el del profesor e investigador del Colegio de México, Sergio Aguayo, quien en enero de 2016 escribió una columna que, entre otras cosas, señala que el exgobernador de Coahuila y expresidente nacional del PRI Humberto Moreira “es un abanderado de la renombrada impunidad mexicana”.

Aguayo escribió esa columna cuando Moreira estaba detenido en España porque se presumía que había cometido los delitos de blanqueo de capitales y malversación de fondos públicos. Pero después se le exoneró.

A su regreso a México, Moreira demandó al investigador bajo el argumento de que en su columna había atentado contra sus sentimientos y reputación y tasó en 10 millones de pesos la reparación del daño moral que supuestamente esto le causó.

Hasta ahora, el juez Alejandro Rivera, que está a cargo del caso, se ha inclinado a favor de Moreira. En lo que parece un absurdo total, ha admitido que una perito en psicología, seleccionada por Moreira, evalúe al politólogo para determinar si éste tiene una  imagen negativa, sin base alguna, sobre el exgobernador de Coahuila.

La evaluación deberá determinar, además, si Aguayo abusó de la libertad de expresión al acusar falsamente a Moreira de corrupción, robo y nexos con la delincuencia organizada.

Aunque, como estima Aguayo, hay claros indicios de que el juez no está de su lado, en este caso no será fácil engañar a la opinión pública. Por un lado, tenemos a un político que está incluido en la lista de Forbes de los 10 mexicanos más corruptos y, por el otro, a un académico y columnista que se ha ganado a pulso el respeto de millones por su férrea defensa de los derechos humanos y la búsqueda de la verdad.

María Luisa Arredondo
Associate Editor/El Pasajero
Executive Director
Periodismo Alternativo con Compromiso Social

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