Editorial: Una propuesta fiscal errónea
El plan es una propuesta inicial que le permite a Trump decir que hizo algo sobre los impuestos en sus primeros 100 días
La reducción de impuestos presentada fue digna de la presidencia de Donald Trump. Se describe pomposamente como “el recorte de impuestos… y la reforma impositiva más grande de la historia” a una propuesta con pocos detalles y expectativas exageradas.
Lo que se puede anticipar por lo dicho, y lo ya conocido en el pasado, es que llevará a déficits federales gigantescos al reducir los ingresos del gobierno y que los empresarios como el presidente serán los más beneficiados.
La propuesta es una simplificación que reduce las tasas impositivas personales, amplía la deducción inicial y elimina otras similares. Hace desaparecer el impuesto a la herencia y el Impuesto Alternativo Mínimo (AMT), que garantiza un pago mínimo de impuestos para los más adinerados. Este último es uno de los gravámenes más odiados por Trump.
En el sector empresarial se propone una reducción del 35% al 15% que alcanzará a grandes corporaciones, empresas pequeñas, sociedades y conglomerados operados por un dueño, como es el caso del imperio inmobiliario de Trump. Se estima que la parte empresarial pueda reducir reducir en hasta $4 mil millones de dólares los ingresos fiscales.
La Casa Blanca no propone ninguna alternativa para reemplazar ese dinero. Ellos esperan un crecimiento económico suficientemente grande, que más dinero para las empresas signifique inversiones y contrataciones, como para mejorar la economía y así generar más impuestos.
El problema es que desde la década de los ochenta hasta hoy esta teoría no dio resultado. Las veces que se realizó antes condujo a grandes déficits fiscales que, luego para ser cubiertos, llevaron a recortes en los programas sociales.
En la década de los sesenta fue la última vez que el recorte impositivo funcionó como estímulo económico no deficitario, cuando se redujo la tasa impositiva del 91% al 70%. Hoy los porcentajes son muy distintos.
Por otro lado, también es errado pensar que más dinero en las arcas empresariales conduce a una mayor creación de empleos. Usualmente realizar más ventas es lo que lleva a más producción y empleos, no al revés.
Las pasadas reducciones de impuestos sirvieron para reducir el gobierno en vez de estimular la economía.
El recorte de impuestos presentado ayer por la administración Trump es irresponsable. Tiene todo para repetir el ciclo en que los más pobres terminan pagando la plata que va a los más adinerados.
Una reforma impositiva es un proyecto muy complicado. Hay muchos intereses en juego. Esto se presta a largas negociaciones cuyo resultado final es impredecible.
El plan es una propuesta inicial que le permite a Trump decir que hizo algo sobre los impuestos en sus primeros 100 días. También es un plan pésimo para abrir el debate.