Morena apuesta a su “ejército” de brigadistas frente al PRI en el Estado de México
El próximo domingo se realizarán elecciones para nuevo gobernador
MÉXICO.- A plena luz del día y de frente a las cámaras de celulares, un grupo de cuatro hombres vestidos con ajustadas playeras que remarcaban sus vientres abultados, empujó, dio golpes y patadas en días pasados a otro tanto de muchachos que intentaba entregar propaganda a favor de la candidata a la gubernatura del Estado de México, Delfina Gómez.
“Ya nos vamos”, respondían los agredidos en el municipio de Cuautitlán Izcallli.
Eran brigadistas del izquierdista partido Morena, fundado por Andrés Manuel López Obrador, quien el próximo 4 de junio medirá fuerzas frente al Partido Revolucionario Institucional (PRI) para hacerse del Estado de México, el más poblado del país y la antesala a la presidencia de la República a la que piensa contender por tercera ocasión.
Los brigadistas son alrededor de 4,000 comités (de dos y hasta 20 personas) a los que apuesta Morena en la localidad para enfrentar “el cochinero”, como llama López Obrador a la añeja estrategia priista de compra de voto en la entidad considerada “la joya de la corona” no sólo por el voto duro sino porque es uno de sus últimos bastiones que mantiene en 85 años ininterrumpidos de poder.
Horacio Duarte, vocero y representante de Morena ante el Instituto Nacional Electoral (INE) dice en entrevista con este diario que los priistas están dispuestos a realizar cualquier práctica antidemocrática con tal de mantener el Estado de México en sus manos.
Artimañas tales como “el turismo electoral” que consiste en acarrear gente de otros estados desde meses antes a la entidad en cuestión para empadronarlos en la lista de electores, luego regresarlos a sus lugares de origen y volverlos a llevar con todos los gastos pagados el día de la elección: para el 4 de junio esperan turistas con este perfil procedentes de Michoacán, Puebla e Hidalgo, estados circunvecinos.
Pero entre todas las malas prácticas –precisa Duarte- la más redituable es la que lleva el nombre de “Carrusel” cuya operación inicia con un primer votante que recoge su boleta, no vota sino que la lleva a “la casa amiga” o “casa roja” del PRI. Ahí los operadores la marcan a favor del PRI y un segundo elector la regresa a la casilla y recoge otra en blanco.
Para evitar estas prácticas (que el priismo niega categóricamente) los morenistas dicen que sólo apuestan a la “organización”, esto es, brigadistas voluntarios y pagados que promueven el voto y denuncian a la maquinaria del poder que “compra” el voto a favor de su candidato Alfredo del Mazo en las 6,500 secciones electorales del Estado de México.
“Tocamos casa por casa para convencerlos de que somos la mejor opción”, asegura el senador Dante Delgado, vocero de la campaña en el Estado de México, quien también reconoce que en México hay un sector de la población dispuesto a vender su sufragio por 200 dólares en efectivo, por una despensa o una varilla.
Por otro lado está el “voto del hartazgo”, el de los mexicanos que no quieren más corrupción, un mal que, tal y como lo exponen los brigadistas de Morena, se asocia directamente con el PRI, aunque su propia candidata ha sido señalada por prácticas similares.
Durante la campaña, la profesora Delfina Gómez (Texcoco, 1962) ha sido acusada por la oposición de entregar contratos de obra de manera ilícita a un primo político y a empresas amigas; de desvío de recursos por alrededor de dos millones de dólares y de quitar el 10% de su salario a empleados del ayuntamiento cuando ella ocupó la presidencia municipal.
Al respecto, la ex diputada ha dicho que se trata de una “guerra sucia” y un “golpeteo político” en su contra, respuestas con las que ha salido bien parada al punto de mantenerla en un empate técnico frente al PRI, según la mayoría de las casas encuestadoras.
Morena no se confía. Duarte promete que el día de la elección habrá 38,000 ciudadanos “cuidando” el voto aunque no guste a sus rivales y los echen a patadas como a los primeros apóstoles del cristianismo en Roma.