La sustitución de los abogados por la tecnología

Sí un sector tan tradicional como el de la abogacía no apuesta por la renovación y empieza a actuar más acorde con los nuevos tiempos y las tecnologías, sufrirá las consecuencias

Hay varias leyes no oficiales que gobiernan la internet.

Hay varias leyes no oficiales que gobiernan la internet. Crédito: Getty Images

Al abogado de hoy en día le pasará lo que le pasó al taxista obeso, mal oliente y con su vehículo viejo y sin aire acondicionado, será substituido por empresas de servicios jurídicos a través de Internet con una aplicación como la de Uber, pero encaminada al sector jurídico y que ofrezca un mejor y más eficiente servicio.

Es fácil darse cuenta por qué Uber ahora es tan popular, sólo hay que analizar las particularidades de cada lugar en el que ahora es un éxito, por ejemplo, en Estados Unidos, los taxis ya perdieron la primacía por los costos elevados que mantenían; en otros lugares, como la Ciudad de México, actualmente cada vez es más popular, y deviene como resultado de las malas condiciones y la deficiencia en la prestación del servicio del transporte público por parte de los taxistas del viejo sistema.

Ahora bien, enfocándonos al tema de la prestación de los servicios legales, resulta que este sector de la abogacía particularmente en México, es cómo ese viejo gremio de los taxistas, sólo unos pocos sobrevivirán, es decir, sólo aquellos abogados que deseen adaptarse y entender que estamos en un mundo cambiante lleno de nuevas tecnologías y de gran competencia; además de otros factores cómo la actualización profesional constante y la especialización en la materia de experticia.

Hay que observar qué en países de primer mundo como Estados Unidos, hace ya años que ciertas actividades en otro tiempo exclusivas de abogados, ya pueden ser efectuadas a través de una aplicación o se brindan a través de una página de Internet y sin salir de casa, un ejemplo práctico es Legalzoom.com quién ofrece una infinidad de servicios jurídicos y trámites específicos que le ahorran al usuario hasta el 80% de su dinero, mucho tiempo y además algunos dolores de cabeza.

Se dice que profesiones como las de contaduría y abogacía en el futuro ya no existirán más. Y es que la tecnología avanza a pasos gigantescos y quien manda ya no es el propio sector, sino los usuarios que cada vez tienen más opciones.

Seamos claros, aunque los abogados sean el sector más tradicional, quizá de todas las  profesiones, es decir, aunque todos los abogados se pusieran de acuerdo en no estar en Internet, en no actualizar sus trámites, en cobrar una sala tarifa por trámites similares y/o en promocionar sus servicios de una forma única; en sentido contrario, una sólo página de Internet, una sola aplicación, qué tal vez desarrolló un chico de 19 años, esa iniciativa por sí sola, puesta al servicio de la ciudadanía, puede quebrar y desaparecer de una sola tajada la renuencia y la negativa a renovarse de todo un sector; en pocas palabras, ya no manda el prestador de los servicios, ahora el control lo tienen los ciudadanos informados y las nuevas pautas las marca la tecnología y el Internet.

Y es que sólo basta echar un ojo en Internet, de preferencia en los buscadores de otros países, inmediatamente te darás cuenta como usuario de la enorme brecha, incluso países latinoamericanos están más avanzados. En nuestro país, inclusive parece que abogados y despachos están tratando de mantenerse fuera del alcance de Internet y mantienen su práctica en secreto, es todo un reto encontrar abogados y despachos a través de Internet, ni si quiera uno de cada diez abogados o despachos en México cuenta con su propia página.

Además el gobierno federal y los gobiernos estatales son copartícipes de la problemática, y para muestra basta un botón, en México nadie sabe a ciencia cierta quienes son los abogados litigantes, cuantos o cómo encontrarlos, ni siquiera existe una lista oficial, esto es ridículamente triste; cualquier gobierno con apoyo de la tecnología, podría tener una lista actualizada cada trimestre, cada seis meses o cada año de los profesionistas en activo, pero no hay voluntad, ni del gobierno, ni del gremio.

Así tenemos como resultado que, sí un sector tan tradicional como el de la abogacía no apuesta por la renovación y empieza a actuar más acorde con los nuevos tiempos y las tecnologías, sufrirá las consecuencias, pues sólo es cuestión de tiempo. Quizá es el momento de una renovación profunda y seguramente lo será en beneficio de la ciudadanía.

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