Editorial: La ley y el orden según Trump
Las palabras del mandatario responden a una falsa narrativa en que los perseguidos injustamente son los agentes del orden
Vale preguntarse si la petición reciente del presidente Donald Trump a la policía de que “por favor, no sean demasiados buenos”“ cuando arrestar sospechosos es parte de la nueva política de elevar la moral a los oficiales.
El Departamento de Justicia en abril pasado cambió la estrategia del gobierno anterior de proteger los derechos civiles de los individuos ante el abuso policial, para atender “la seguridad del oficial, la moral del oficial y el respeto a su trabajo”.
El discurso de Trump en Suffolk, Nueva York, fue a promover ante una audiencia de integrantes de la policía, su estrategia para combatir la pandilla MS-13.
El presidente ganó la elección con una agenda de ley y orden, exagerando el porcentaje de delincuencia. Su apoyo a los agentes en un momento en que se cuestionan numerosos casos de abuso policial le ganó el respaldo de los sindicatos que ven las protestas como una campaña en su contra.
Las palabras del mandatario responden a una falsa narrativa en que los perseguidos injustamente son los agentes del orden. Los sondeos indican que este sentimiento prevalece entre los uniformados. Pero en vez de apapacharlos hay que entrenarlos para lidiar con el público y no proteger a los policías que actúan improcedentemente.
Hay un serio problema de excesos de fuerza por parte de la policía, lo que parece ser una novedad, porque hoy las cámaras registran lo que antes se escuchaba pero no se veía. La versión policial de los hechos suele ser considerada la verídica.
En los últimos años se vieron palizas a sospechosos que no ofrecían resistencia, disparos mortales a individuos que no representaban peligro.
La estructura del sistema judicial local hace difícil que un policía pueda ser condenado por abusos. No obstante, cada semana los contribuyentes de distintas ciudades del país pagan cientos de miles de dólares en compensaciones por demandas judiciales de civiles contra los departamentos de policía.
Por eso, el jefe de policía de Suffolk, cuyo predecesor está preso por un escándalo en donde golpeó a un detenido, como las organizaciones policiales de todo el país rechazaron el comentario de Trump. Ellos saben bien el impacto de los abusos de poder de sus oficiales en sus comunidades y el trabajo que cuesta a ganar la confianza del público.
Trump se quiso hacer el simpático con su audiencia, diciendo que no es necesario proteger la cabeza de un sospechoso cuando entra a un patrullero.
Esta es una broma macabra para los golpeados por agentes del orden, para los familiares de los muertos por policías en incidentes cuestionables.
Ya es lamentable que con la nueva política, el gobierno federal deslinde su responsabilidad ante los abusos policiales. Es indignante que el presidente los promueva ante los oficiales.