Akorbi, la llave de 170 lenguas

Claudia Mirza fundó en 2013 una empresa de traducciones, hoy esa compañía tiene operaciones internacionales y es una de las de mayor crecimiento del país

Claudia Mirza quiso ser veterinaria pero no pudo pagar esa carrera en su Colombia natal. ¿La alternativa? Administración de empresas con énfasis agropecuario.

Para pagar los estudios puso en marcha un negocio de digitar textos. “Me gustó trabajar con cuestiones de ortografía, las normas de escritura, me encantaba el idioma”, explica esta mujer que empleó a tres personas en esta aventura empresarial que le ayudó a pagar sus estudios.

Su padre vivía en EE UU desde 1980, y consiguió la ciudadanía tras la aministía de Ronald Reagan. Su madre se unió a su esposo en 1992 y junto con él trabajó en hipódromos. “Mi papá era groom [cuidador de caballos] y mi mamá limpiaba establos”, explica. Tras graduarse en Medellín, Mirza vino a EE UU y pudo ver a su padre quien emigró cuando ella tenía cuatro años. “Tenía que haber estado Don Francisco para grabar el reencuentro”, dice entre risas para explicar la emoción de ese momento.

Ya en Texas, a los 20 años, Mirza tuvo que aprender inglés, trabajar y estudiar para validar el grado que tenía. “Trabajaba unas 60 horas a la semana en una empresa de telecomunicaciones y tomaba cinco materias en la Universidad, una locura”, admite.

Pero la empresa de telecomunicaciones cerró y dejó en la calle a sus 10,000 empleados. Ese revés fue, sin embargo, el primer paso por su camino de los negocios en EEUU y la creación de Akorbi en 2003, una empresa con servicios multinacionales de traducciones, interpretaciones, centros de contactos multilingües y técnicos en todo el mundo para entender 170 lenguas. Con sede en Plano (Texas), la compañía emplea ya a 900 personas, 300 de ellas en EEUU, y es considerada por Inc.5000 como una de las mayores crecimiento del país.

El origen de Akorbi fue un trabajo pro-bono de traducción. Mirza y su esposo habían decidido comprar un caballo y en los establos vió que una organización sin ánimo de lucro (Groomlite) estaba haciendo un entrenamiento en cuestiones de seguridad a los trabajadores. “Pero me di cuenta que los materiales que usaban estaban mal hechos y necesitaban correcciones. Los trabajadores que me conocían a mi y padre decían que la hija de Héctor es lista, que haga ella las traducciones”. Lo hizo.

Esta organización, para la que siguen haciendo trabajo pro bono, recibía fondos de empresas y tras el trabajo que hizo con ellos le refirieron a una de ellas: la multinacional 3M.

Mirza dice que ocurrieron dos cosas. La primera es que fue a la Cámara de Comercio Hispana en Dallas a pedir trabajo y allí le animaron a abrir una empresa. La otra fue que al hacer traducciones se empezó a dar cuenta de las”barbaridades” que se escribían y las faltas  de ortografía. “Me puse a verificar el mercado, hice análisis y decidí que había un espacio para mi“. “Le dije a mi marido que iba a abrir un negocio y me apoyó. Mi marido es de India que tiene una comunidad muy empresarial”. Con él, que trabajaba como consultor para una multinacional, creó una sociedad en la que ella tiene la mayoría de las acciones.”Ha sido un excelente socio. Así se dieron las cosas, seguimos siendo socios y trabajamos la mar de bien”, dice feliz.

Pequeñas cantidades

El despegue de Akorbi llegó de la mano de dos pequeñas cantidades. La pimera de $300.

Sus primeros clientes fueron 3M y “una persona que quería la traducción de un certificado de defunción”, recuerda. Ella hacía todo en la empresa pero las traducciones las dejaba a una profesional. Su primer contrato recurrente le daba unos ingresos de $300 mensuales y con ellos, esta colombiana comenzó a soñar con alquilar una oficina y buscar colaboradores. “Esos $300 fueron una bendición grande porque ya tenía ingresos fijos en un contrato. Significó que la empresa era viable y que podía contar con ese dinero para tomar decisiones”, explica Mirza para admitir que pudo permitirse pensar eso con tan pequeña cantidad porque en su hogar había estabilidad de ingresos con el trabajo de su esposo.

Mirza dió un ambiente corporativo a sus primeras operaciones (oficina, e mail de empresa, tarjetas…). “Los dos primeros años fueron muy difíciles, yo hacía todo y contrataba a personas por proyecto”. Pero hubo un momento en que ya no sabía cómo cubrir la nómina. Los bancos no le daban dinero porque las nuevas empresas de servicios no tienen activos con los que avalar, y ella usó su 401k y sus tarjetas de crédito.

Entonces llegó la segunda pequeña cantidad: $13,000

“Cuando pensé que tenía que cerrar el negocio porque no tenía dinero conseguí un micro préstamo de una organización que se llama Accción Texas. Me prestaron $13,000”, dice para calificar ese capital de nuevo como “una gran bendición”.

Me dieron ese dinero, los devolví y de hecho me volví una historia de éxito para ellos. Con esos 13,000 he creado millones”, resume.

Oxígeno

“Ese capital fue un trampolín, un pequeño préstamo que me ayudó a poder tener en el futuro una línea de crédito profesional con un banco”. Ella lo describe como el oxígeno que se da a un enfermo que no necesita más que esto para vivir.

Akorbi puso seguir funcionando, conseguió más contratos con empresas, se contrataron a traductores y editores profesionales algo en lo que la fundadora de la empresa ha puesto sumo cuidado porque quiere que el trabajo sea intachable. “El trabajo lo tienen que hacer los profesionales”.

Ella explica que durante años facturaban $200,000 anuales, en 2007 y 2008 y se llegó al millón en 2009 pero por más que se rompían la cabeza no crecían más. “En 2012 decidimos incrementar y diversificar nuestros servicios y contratar a personal cualificado para ello y de allí empezamos a salir en las listas de empresas con más crecimiento. Facturamos tres millones, luego siete, luego $14 millones y este año pensamos que quedaremos entre $40 y $50″, dice.

El salto se dió no solo planteando que la empresa no podía hacer servicio en español únicamente sino que Akorbi tenía que ser, además, el lugar donde se ofrecieran más soluciones que una traducción para satisfacer todas las necesidades posibles de sus clientes. Ahora tiene varias líneas de negocio que incluye la innovación (con interpretaciones y servicios de traducción a través de portales, aplicaciones y video), contratación de personal de profesionales en lenguas, aprendizaje y traducciones de textos además de interpretaciones in situ.

Akorbi sigue siendo una empresa familiar pero profesionalizada y el matrimonio Mirza se ha rodeado de ejecutivos para dar el salto desde la microempresa que era a la gran firma que es hoy.
Mirza sigue dirigiendo, es reconocida por organizaciones empresariales y profesionales como empresaria y sigue formándose (está haciendo un curso en Harvard) para aprender cómo gestionar personal, la dirección e inversionistas que puedan venir.

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