La triste historia de dos caballos “enamorados”
Cuidadores y expertos en comportamiento equino jamás habían visto algo similar
Las relaciones entre animales del mismo sexo es un tema que ha despertado la curiosidad de científicos y expertos en comportamiento animal, pero hasta ahora hay pocas respuestas sobre ello.
Se conocen historias de leones que se comportan como parejas o de pingüinos, pero pocas de caballos, como la que aquí nos ocupa, la de Simonsig y Triolo.
La amistad que desarrollaron por años, describen sus cuidadores y expertos consultados por el Washington Post, es lo más cercano a una relación de pareja entre humanos: compartían el tiempo juntos, comían juntos, dormían juntos… y sólo terminó con la muerte de uno de ellos.
En el “Valle del caballo de carreras”, a sesenta millas del oeste de Londres, se refieren a esta historia como “extraordinaria” que comenzó hace una década cuando Charlie y Tracy Vigors enviaron 10 de los caballos a un campo, dos de esos 10, que jamás habían estado juntos, se volvieron inseparables en el campo Seven Barrows.
“Siempre tenemos 10 caballos en ese campo”, dijo Nicky Henderson, cuidador de caballos. “Y esa vez había muy buenos caballos allí”, continúa en referencia a especímenes que han ganado importante competencias, como la Copa de Oro, la Finian y la Reina Madre Campeón Chase.
La primera que vez que los vio juntos fue al día siguiente a su arribo. Estaban en una caballeriza con ocho corrales, pero ellos estaban juntos, sólo en otoño eran separados, algo que al principio no les preocupó a sus dueños.
Ambos fueron castrados, como parte de los procedimientos en este deporte. Los dos ganaron en las carreras de salto. Simonsig, criado en mayo de 2006, ganaría ocho de 13 carreras en su carrera. Triolo D’Alene, criado en mayo de 2007, ganaría la Copa de Oro Hennessy y otros seis triunfos.
“Comenzaron a segregarse juntos”, dijo Tracy Vigors. “Era bastante evidente… eran como los mejores amigos, supongo que dirías.. Permanecían juntos, comían juntos, caminaban juntos, bebían juntos, comían del mismo pesebre de alimentos”, narra y continúa: “Apoyaban la cabeza frente a frente, se rascaban la espalda, compartían la olla de comida”.
Luego comenzaron a dormir juntos. Y, más aún, los dos tenían problemas respiratorios.
Para Dave Fehily, quien trabajó estrechamente con Simonsig ha sido la relación más extraordinaria que haya visto entre caballos.
Debbie Marsden, una consultora de Escocia sobre el comportamiento equino, encontró “muy, muy interesante” el detalle acerca de los casi cariñosos que se comportaban, incluso más cercano que lo que ocurre entre machos y yeguas. Lo único que faltaba era que tuvieran un tipo de apareamiento, pero eso era imposible, porque estaban castrados.
Esa historia terminó cuando el 13 de noviembre de 2016, el remolque que transportaba los caballos partió hacia el hipódromo de Cheltenham, pero durante un desfile Simonsig tocó la tercera valla de la carrera y se rompió un pata trasera, continuó su rutina, pero luego se detuvo frente otro obstáculo y se desplomó. Había muerto.
Los cuidadores intentaron proteger a Triolo, cuando viera que su compañero no volvería jamás, pero ni los expertos en cuidados ni en comportamiento se explican cómo lidió con la obvia tristeza, la ansiedad que tenía. Al poco tiempo tuvo un accidente que dañó su cadera y lo obligó al retiro de las competencias, pero la atención de sus dueños, Sandy y Caroline Orr, ayudaron mucho en el proceso y volvió a correr.
Nadie sabe exactamente lo que siente, ya sin el mejor compañero de su vida.