El COI creó una unidad especial para evitar abusos sexuales
Hechos como los sufridos por las gimnastas de Estados Unidos no se repetirían
PYEONGCHANG, Corea del Sur – Casi 3000 atletas ya viven los Juegos Olímpicos de Invierno, cuya ceremonia de apertura se realizará en el mediodía del viernes de esta ciudad, la medianoche de hoy en la Argentina. Hace tiempo que Pyeongchang tiene todo listo para darle a Corea del Sur los segundos Olímpicos de su historia, 30 años después de los de verano de Seúl, grabados en la memoria por el doping de Ben Johnson. En las últimas horas, sin embargo, entre actos políticos, apelaciones y recursos de amparo de los atletas rusos excluidos por dopaje, el clima dista de ser el soñado por el Comité Olímpico Internacional (COI). Que, además, apunta a tomar medidas precautorias de diversa índole, relacionadas con dos factores: el acoso sexual y la paranoia ante la aparición del llamado “norovirus“.
Respecto del primer punto, coincidiendo con la condena de por vida por agresiones sexuales a un médico del equipo olímpico estadounidense de gimnasia, el COI pone en marcha durante estos Juegos una célula de ayuda a las víctimas. “Cuando empezamos este trabajo era realmente un tema tabú“, explica Susan Greinig, a cargo de la célula del COI.
Durante la quincena olímpica en Pyeongchang (del 9 al 25 de febrero), se abrirán cuatro locales de asistencia con el fin de dar ayuda médica y psicológica a las víctimas de acoso o abusos sexuales. Esta iniciativa llega cuando el exmédico estadounidense Larry Nassar, acusado de múltiples agresiones sexuales sobre jóvenes gimnastas, entre ellas campeonas olímpicas, ha sido condenado hasta con 125 años de prisión. Durante los procesos contra Nassar, 160 víctimas ofrecieron testimonios espeluznantes de sus vidas rotas por la acción de este médico que actuó con total impunidad durante casi dos décadas, hasta las primeras denuncias en 2016.
Nassar “se aprovechó de nuestras pasiones y de nuestros sueños“, declaró durante el proceso Aly Raisman, de 23 años, campeona olímpica en Londres 2012 y Río 2016 y que actualmente tiene 23 años.
“Tenemos que reforzar la toma de conciencia con el fin de proteger a los deportistas y ayudarles a evitar o gestionar toda situación”, explica Susan Greinig. “Las federaciones pueden constatar hasta qué punto estas prácticas pueden destruir el deporte. Perdemos deportistas talentosos y es un verdadero desastre ver cómo renuncian a sus carreras”, añade Greinig.
Concretamente, la célula se pone en marcha para recoger testimonios de víctimas y darles consejos jurídicos para eventualmente presentar una denuncia. El COI puede recurrir a su departamento jurídico y ético y abrir procesos disciplinarios contra los autores de estos hechos, con sanciones que pueden ir desde una advertencia hasta la retirada de la acreditación.
La estadounidense Summer Britcher, que competirá en luge, aplaude la decisión del COI de crear esta célula. “Lo que ha ocurrido en el equipo de gimnasia es horrible. Pero el punto positivo, si se puede decir así, ha sido el coraje mostrado por estas mujeres al testificar, porque esto puede liberar la palabra para otras mujeres”.
El presidente del COI, Thomas Bach, expresó el “apoyo moral” del organismo hacia las víctimas del doctor Nassar y saludó el “coraje de las víctimas al ir a declarar”.
El virus inesperado
Los organizadores abordaban otra batalla: intentaban impedir la propagación entre los deportistas de una epidemia de norovirus especialmente contagiosa, después de que los casos de enfermos se hubieran casi triplicado en 24 horas. Ningún deportista figura entre los 86 casos confirmados. Ese virus provoca diarreas y vómitos. Una epidemia entre los deportistas sería muy problemática en pleno arranque de las competencias.
El agua y la comida son dos de los transmisores principales del norovirus. El martes, los organizadores habían anunciado que 1,200 agentes de seguridad fueron retirados de sus funciones por precaución y reemplazados por centenares de soldados desplegados para garantizar la seguridad de las sedes olímpicas. Los agentes de seguridad se alojaban juntos en un centro de entrenamiento para niños de Pyeongchang. Esos edificios, separados de las sedes olímpicas, parecen ser el epicentro de la epidemia.
La biatleta estadounidense Lowell Bailey se mostró preocupada por la propagación del norovirus: “Como deportistas en una prueba de resistencia intentamos siempre encontrar un equilibrio entre una cierta paranoia y estar relajados ante la situación. A veces hay que hacer las cosas más simples que te puedes imaginar: lavarte las manos, dormir bastante y no cometer estupideces“.