Mano derecha de Trump en la cuerda floja
Salpicado por la polémica de Rob Porter, jefe de gabinete de Trump pasa por su peor momento en la Casa Blanca
El jefe de gabinete del Donald Trump, John Kelly, esta en medio de un huracán político debido al escándalo que sacó al alto consejero presidencial, Rob Porter de la Casa Blanca esta semana.
El general Kelly perdió esta semana parte de la impecable reputación que le hizo ascender a su cargo, debido a un escándalo que ha erosionado su relación con el personal del Ala Oeste y con el propio presidente, Donald Trump.
Kelly, un general que lleva poco más de seis meses como jefe de gabinete, se ha visto salpicado por la polémica que el miércoles provocó la renuncia de Rob Porter, el secretario de personal de la Casa Blanca, que fue acusado por sus dos exesposas de maltratarlas física y psicológicamente hace años.
Lo que podría haber sido un incidente aislado se convirtió en un escándalo gracias, en buena parte, al apoyo incondicional que Kelly expresó públicamente a Porter cuando surgieron las acusaciones el martes, y a la revelación de que el jefe de gabinete estaba al tanto de las denuncias desde hacía meses y no hizo nada al respecto.
La atención mediática negativa hacia Kelly ha irritado a Trump, que ha contactado a varios amigos para pedirles su opinión sobre el desempeño del jefe de gabinete y consultarles acerca de un posible sustituto, el actual director de la oficina de presupuesto de la Casa Blanca, Mick Mulvaney, según el diario The New York Times.
Otros medios han citado más nombres que supuestamente ha considerado Trump, como los congresistas Kevin McCarthy y Mark Meadows; el director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, Gary Cohn; y el inversor Tom Barrack, quien no está interesado en el cargo, de acuerdo con la cadena ABC News.
Por su parte un portavoz de la Casa Blanca, Hogan Gidley, negó hoy rotundamente que Kelly le haya ofrecido a Trump la posibilidad de renunciar a su cargo, como habían asegurado las cadenas ABC y CNN.
Muchos dentro de la Casa Blanca ven improbable que la salida de Kelly sea inminente, pero el jefe de gabinete es consciente de su creciente fragilidad y hoy trató, sin demasiado éxito, de poner de su lado a sus subordinados.
En una reunión con el personal del Ala Oeste, Kelly les pidió que dijeran a otros funcionarios de la Casa Blanca que él tardó solo 40 minutos en tomar medidas contra Porter cuando se enteró de que las acusaciones en su contra eran “creíbles”, y defendió que él no tolera la violencia doméstica.
Esas instrucciones incomodaron a algunos de sus subordinados, que consideraron que esa versión no se ajustaba a los hechos y filtraron lo que les había dicho Kelly al diario The Washington Post; una clara señal de la pérdida de credibilidad del jefe de gabinete entre sus empleados.
Al surgir las acusaciones contra Porter el martes, Kelly emitió un comunicado en el que defendía a su subordinado como “un hombre de verdadera integridad y honor”, y en privado, según varios medios, urgió al secretario de personal a que no renunciara a su cargo.
El miércoles, los medios difundieron fotografías en las que la primera mujer de Porter, Colbie Holderness, aparece con un ojo morado supuestamente por un puñetazo que le dio su exmarido, y Kelly emitió una segunda reacción en la que se declaraba “impactado” por esas “nuevas acusaciones”.
Pero los medios ya habían informado sobre la alianza de Kelly con Porter, sobre sus intentos para que no dimitiera y de que estaba al tanto de las acusaciones contra su subordinado desde otoño de 2017.
Además, horas antes de que surgiera la polémica sobre Porter, Kelly ya había atraído críticas de organizaciones latinas al sugerir que muchos jóvenes indocumentados que podrían haberse beneficiado del programa de alivio migratorio DACA, lanzado en 2012, no lo hicieron porque eran “demasiado vagos para levantar el culo”.
Kelly, que hasta julio pasado era secretario de Seguridad Nacional, llegó a la Casa Blanca con la misión de imprimir disciplina a un equipo marcado por el caos y las luchas de poder, y en octubre reconoció que ese trabajo era “el más difícil” que nunca ha hecho.
El consenso en Washington es que sí ha logrado contener parte de la agitación en el Ala Oeste, pero también ha generado controversias que han erosionado su relación con el presidente, como cuando en enero afirmó que Trump no estaba “completamente informado” al hacer algunas promesas de campaña en 2016, como la del muro.
“Tengo a otro loco aquí que se cree que dirige las cosas”, dijo Trump en una llamada con un amigo después de ese incidente, según la revista Vanity Fair.