Especialistas ven muy difícil que AMLO cambie “radicalmente” el país
Y no es porque no quiera cumplir con sus promesas de campaña, pero no todo se logra con las intenciones
Con los datos oficiales confirmando que Andrés Manuel López Obrador ganó la elección presidencial de 2018 en México, muchos en el país repiten la misma pregunta: ¿qué va a pasar tras la victoria del candidato identificado con la izquierda?
En su primer discurso después de que el conteo rápido lo proyectara ganador, López Obrador prometió “cambios profundos”.
En algunos casos, hay cierta inquietud vinculada a las críticas contra el político a quien se pretendió identificar con gobiernos controvertidos, como el de Venezuela.
Otros, especialmente en los círculos empresariales, temen que AMLO -como se conoce al candidato- cumpla algunas de sus promesas en materia económica.
Y también hay quienes desconfían del discurso que López Obrador solía repetir en sus eventos masivos, anunciando “una transformación radical” en México, aunque eso es también lo que quiere -y espera- una buena parte de los votantes que le dieron la victoria.
Los analistas, sin embargo, coinciden en que ese cambio prometido por AMLO difícilmente podrá materializarse.
Y no porque pretenda olvidar sus promesas -López Obrador insistió que cumpliría-, sino porque el rumbo que lleva el país hace complicado concretar algunos de sus planes, al menos en el corto plazo.
Congresos locales
En algunos casos, AMLO va a necesitar el apoyo de la mayoría del Congreso federal que por el momento no tiene, aunque según los datos oficiales probablemente conseguirá.
Y un buen ejemplo son las reformas estructurales promulgadas en el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, las cuales se inscribieron en la Constitución.
Pero, en ese caso, aunque la Cámara de Diputados debe avalar la modificación, después también es necesaria la aprobación de al menos 17 congresos locales para concretarla.
Después de las votaciones, la coalición Juntos Haremos Historia que postuló a López Obrador se perfila para conquistar el gobierno de cinco estados.
La alianza la integran el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), y los partidos del Trabajo (PT) y Encuentro Social (PES).
Algunos plantean que no es necesario el respaldo de las legislaturas estatales, pues bastaría con una iniciativa presidencial a la Cámara de Diputados para suspender la aplicación de las reformas.
Pero incluso en ese terreno parece difícil que prospere la propuesta de campaña de AMLO.
Un ejemplo es la reforma educativa del gobierno de Peña Nieto y que el candidato dice que cancelará, señala a BBC Mundo el analista Eduardo Huchim.
López Obrador sostiene que la enmienda legal fue, en el fondo, un tema laboral y administrativo pues se concentró en la evaluación de los maestros como requisito para mantener su contrato.
Y eso es lo que eventualmente será derogado, dice el analista. El resto del sistema educativo seguiría como hasta ahora.
Las reformas
Uno de los temas que más incertidumbre causa en círculos empresariales es el destino de la reforma energética, que abrió la puerta al sector privado en la explotación de hidrocarburos.
Para Huchim, AMLO “va a tener que mirar con mucho detenimiento y mucha responsabilidad lo que conviene hacer en ese rubro”.
“La reforma energética en términos pragmáticos tiene bases importantes”, explica.
De hecho, en las últimas semanas de la campaña, López Obrador y su equipo sostuvieron que revisarán con detenimiento los contratos asignados para explotar yacimientos de hidrocarburos y que cancelarán los que sean irregulares.
Pero según la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), el organismo responsable de asignar los contratos de explotación en los yacimientos, hacerlo no es tan sencillo.
Hasta ahora se han entregado más de 107 bloques, como se conoce a las zonas con potencial rendimiento en crudo o gas.
Según la Ley de Hidrocarburos, solo pueden cancelarse por falta de inversión, desastres naturales ocasionados por las empresas o el abandono de las compañías al proyecto.
La única autoridad que puede rescindir un contrato es la CNH, que tiene su propio consejo y se considera independiente del gobierno.
AMLO: cero sorpresas
Otro tema polémico es la forma como se abordaría la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Ese tema causó inquietud en algunos medios y entre grupos empresariales por el discurso del candidato, quien en varios momentos dijo que el acuerdo ha sido “costosísimo y de pocos resultados“.
Pero eso no significa que un eventual gobierno de AMLO cambie el modelo de apertura comercial del país, que empezó en 1987 cuando se incorporó al entonces Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés).
El GATT es el antecedente de la actual Organización Mundial del Comercio (OMC), de la que el país es miembro. Y el modelo se profundizó cuando entró en vigor el TLCAN, en 1994.
Desde entonces, México ha firmado 15 acuerdos comerciales similares.
Según Gerardo Esquivel, asesor económico de López Obrador, el presidente electo “no se ha pensado en modificar la relación de México con el exterior”.
“México es una economía abierta que tomó la decisión hace muchos años y se insertó en la economía global”, le asegura Esquivel a BBC Mundo.
“Cerrarse al comercio internacional sería costoso para el país, por eso no se ha contemplado de ninguna manera una propuesta de esa naturaleza”, agrega.
Así, el camino comercial en el gobierno de AMLO sería fundamentalmente muy parecido al de hasta ahora, insisten sus colaboradores.
“No deben esperarse sorpresas de Andrés Manuel”, le dice a BBC Mundo Alfonso Romo, uno de los empresarios más ricos del país.
Romo es el enlace del candidato con el círculo empresarial. De hecho, López Obrador lo nombró jefe de su gabinete.
“Desde el punto de vista económico, es un conservador: no quiere déficit, quiere reducir dramáticamente los gastos excesivos y aumentar la inversión pública”, insiste Romo.
El reto de la violencia
Más allá de la economía, el otro gran tema es la inseguridad por la guerra contra y entre los carteles de la droga, que según datos oficiales han causado más de 150.000 muertos en los últimos años.
Es la mayor ola de violencia desde 1926, cuando inició la Guerra Cristera.
Y este también es un tema donde difícilmente puede haber cambios en el corto plazo, le dice a BBC Mundo el especialista en seguridad Alejandro Hope.
Para Hope, el problema de inseguridad en el país es “estructural, persistente”, porque se mezcla con una ausencia de las autoridades en las regiones del país con mayor violencia.
Hasta ahora las estrategias para combatirlo no han funcionado, y según el analista lo que se conoce hasta ahora del presidente electo no ofrece muchas esperanzas.
“López Obrador siempre ha visto el tema de la inseguridad como un subproducto de la política social“, es decir, los programas de ayuda a la población marginada.
Eso puede ser verdad, añade, pero en todo caso una estrategia con base en ello puede tardar varios años en ofrecer resultados.
Y lo cierto es que AMLO no ha definido por completo su estrategia contra la violencia.
En su primer discurso como candidato ganador, anunció que convocará a activistas de derechos humanos, empresarios, líderes religiosos y especialistas para diseñar el plan para combatir la inseguridad.
El eje central de la estrategia: combatir la corrupción porque ese, dice, es el origen de la violencia en el país.
Pero el reto es tan grande que incluso una gestión exitosa de López Obrador no se traduciría en un cambio “radical” de la situación de violencia.
“Si fuera tremendamente exitoso y lograra reducir a la mitad la tasa de homicidios que tenemos, al final del gobierno estaríamos en niveles de tasa de homicidios similar a las de 2007”, explica Hope.
“Es decir, tendríamos 100.000 homicidios en el sexenio”, destaca.
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