“Nuestra bandera fue copiada”: conflicto latente entre Australia y Nueva Zelanda
El conflicto por las banderas es un símbolo de una profunda crisis latente entre los países vecinos
La entrega de premios de una competencia de piragüismo femenino en los Juegos Olímpicos de Río 2016 tuvo un vergonzoso final.
En el solemne momento en que se canta el himno y se izan las banderas de los países ganadores, los despistados organizadores cometieron un error que levantó ronchas, críticas y comentarios desde el otro lado del Pacífico.
Los deportistas que quedaron en segundo y tercer lugar representaban a Nueva Zelanda y Australia, dos países vecinos que comparten historia, tradiciones y, también, una asombrosa similitud entre sus banderas.
Y así, a la hora de ondear las enseñas nacionales, las posiciones de los símbolos de los dos países se trastocaron y la de Nueva Zelanda ocupó el lugar de la de Australia… y viceversa.
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No era la primera vez que ocurría algo así. Las confusiones se han dado en otros actos oficiales y ceremonias de protocolo que han generado, a partes iguales, vergüenzas y enojos.
Pero el gobierno neozelandés parece haberse cansado de estos errores.
Esta semana, su primer ministro en funciones Winston Peters acusó a Australia de “copiar” la enseña neozelandesa y los instó a buscarse un nuevo diseño.
“Tenemos una bandera por mucho tiempo, copiada por Australia, y ellos deberían cambiar su bandera y honrar el hecho de que tuvimos este diseño primero”, afirmó a la cadena local TVNZ el funcionario, quien reemplaza durante su baja de maternidad a la primera ministra Jacinda Ardern.
No es la primera vez que las semejanzas entre los símbolos patrios crean tensiones entre los dos países.
De hecho, hace un par de años, Nueva Zelanda se gastó más de $16 millones de dólares en organizar un referendo para elegir una nueva enseña que la diferenciara de la de Australia, aunque finalmente el voto popular decidió mantener la misma.
Sin embargo, las recientes críticas de Peters llegan en un momento de elevadas tensiones entre dos países que por años, aseguraron tener una “relación especial”.
Pero ¿de dónde vienen las similitudes entre las banderas y por qué son un motivo de disputas entre los dos países?
Las banderas de la discordia
Como muchas otras banderas de las antiguas colonias del Imperio Británico, los diseños de las de Australia y Nueva Zelanda se basan en la enseña de Reino Unido, y en especial, de la Marina Real, la llamada “Bandera Azul”.
De acuerdo con The World Encyclopedia of Flags, hasta hace menos de 100 años aparecían algunas variantes de esta bandera (aunque con símbolos locales) en prácticamente todas partes, desde Birmania hasta el mandato británico de Palestina.
Pero tanto la de Australia como la de Nueva Zelanda comparten también un símbolo común: la Cruz del Sur, una constelación que solo puede ser vista desde ese hemisferio del mundo.
Solo las diferencia el número y el color de las estrellas: la de Nueva Zelanda tiene cuatro rojas de cinco puntas. La de Australia tiene seis estrellas, de seis puntas y de color blanco, siendo una de ellas de mayor tamaño y conocida como la Estrella de la Commonwealth.
Pero el centro de la polémica radica en quién y cuándo usó estos diseños por primera vez.
La de Nueva Zelanda fue adoptada formalmente en 1902, mientras la de Australia, luego de tres intentos previos realizados desde 1901, obtuvo su aprobación final en 1954.
Curiosamente, el neozelandés William Stevens fue uno de los cinco ganadores que presentaron un diseño para la bandera australiana en 1901.
Pero los 50 años de diferencia entre la aprobación de una enseña y la otra han marcado uno de los principales puntos de debate sobre a quién pertenece la original.
En Nueva Zelanda aseguran que ese diseño ya se usaba en sus barcos desde la década de 1960, pero en Australia aseguran que una versión similar también ondeó allí desde inicios del siglo XIX.
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Por décadas, en ambos países se han generado movimientos reformistas que piden el cambio del diseño de sus banderas.
Sin embargo, pocas veces los comentarios llegaron tan alto como durante esta semana.
Y es que desde hace meses, Australia y Nueva Zelanda viven una creciente tensión en sus relaciones bilaterales y el conflicto de las banderas parece ser solo la expresión visible de una profunda crisis latente entre los países.
Las crisis de los migrantes
Una encuesta realizada hace unos años por el Instituto de Políticas Internacionales Lowy de Australia reveló que Nueva Zelanda era considerada allí la “mejor amiga” del país, una posición tradicionalmente ocupada por Estados Unidos.
Sin embargo, con la llegada al gobierno de Jacinda Ardern y del conservador Partido Laborista de Nueva Zelanda el año pasado, las relaciones entre los dos países comenzaron a vivir un periodo de enfriamiento.
De hecho, el gobierno de Canberra y ese partido neozelandés comenzaron a cruzar severas críticas y acusaciones.
La ministra de relaciones exteriores de Australia, Julie Bishop, aseguró que era “muy difícil generar confianza” con un gobierno dirigido por laboristas, mientras Ardern acusó al gobierno australiano de “difundir mentiras”.
El punto más crítico entonces fue cuando comenzaron a crecer las tensiones después de que Australia acusara al Partido Laborista neozelandés de estar detrás de los informes que revelaron que el ex vice primer ministro australiano, Barnaby Joyce, era descendiente de ciudadanos de Nueva Zelanda y, por tanto, no era elegible para sentarse en el parlamento.
Pero, en realidad, las relaciones entre Canberra y Wellington dieron un giro algo antes. Fue en 2014, cuando Australia modificó su Ley de Migración y comenzó a deportar a cientos de ciudadanos neozelandeses que vivían allí.
Los laboristas calificaron de “draconiana” la detención y deportación de sus conciudadanos y las críticas subieron de tono cuando Australia anunció que triplicaría el costo de sus estudios universitarios para los neozelandeses o que recortaría los beneficios sociales para los neozelandeses que viven allí.
Pero uno de los puntos más críticos del conflicto tuvo lugar este mes, cuando se conoció el arresto e internamiento de un neozelandés de 17 años en un centro de detención para adultos en Melbourne.
El caso llevó a un fuego cruzado entre políticos de los dos países y la pasada semana, el ministro de Justicia de Nueva Zelanda, Andrew Little, llegó a cuestionar incluso el compromiso de Australia con los derechos humanos.
El caldo de tensiones estaba listo para que volviera a asomarse el leitmotiv que reaparece cuando se crispan las relaciones por esos lados del Océano Pacífico: a quién pertenece, en realidad, el diseño original de la bandera.