Por qué el oro estaba químicamente destinado a ser dinero
Lo curioso del oro y por qué tantas civilizaciones, a lo largo de milenios, prefirieron usar como moneda
No todo lo que brilla es oro, pero entonces, ¿por qué tantas culturas lo escogieron como moneda si aparentemente había tantas otras opciones?
Si bien es un metal precioso, hay más elementos valiosos e incluso otros han sido utilizados como dinero, pero el oro se convirtió en la vara para medir excelencia.
¿Fue una casualidad o la verdad es que desde siempre era poco probable que termináramos diciendo “el tiempo es mercurio” o “llave de boro lo abre todo“?
Para averiguarlo acudimos a una persona que se impuso desde hace tiempo la misión de hacernos entender química, Andrea Sella, de la University College London, quien aceptó entusiasmado la idea de sentarse con una tabla periódica de elementos químicos a responder nuestras preguntas.
O más bien: a eliminar elementos a diestra y siniestra sin compasión… filas y grupos enteros desaparecieron, a menudo con una sola palabra.
Pero empecemos con ella completa.
Andrea Sella atacó primero los extremos.
A la derecha, los elementos de la columna azul brillante son muy atractivos para el fin que nos compete: son elementos químicamente estables, de manera que no cambian, una característica más que necesaria.
Pero tienen un gran problema: es el grupo de los gases nobles.
Aunque se podría concebir usar gases como moneda, quizás metiéndolos en ampolletas, no sería muy práctico andar por ahí con ellos.
Además, son incoloros, de manera que no estarías seguro de si lo que llevas es aire y si los abrieras, adiós dinero.
Por ello son fáciles de descartar, junto con el hidrógeno, nitrógeno, oxígeno, flúor y el cloro, que están en otros grupos pero también son gases.
Y si bien tener monedas de gas no es conveniente, tampoco lo es que sean líquidas.
A temperatura y presión ambiente, el mercurio y el bromo lo son.
¡Ah! y tienen un problema más serio: son tóxicos, una particularidad que comparten muchos otros elementos, como ese metaloide que ha sido un veneno clásico desde al menos la Edad Media, el arsénico, y el plomo, que aunque lo tenemos en el cuerpo, la exposición a altas dosis puede matar.
De hecho, todos los metaloides son o demasiado blandos para ser monedas o venenosos.
No son los únicos pero, por ahora, la tabla sin gases ni líquidos y desintoxicada se ve así:
No sé si notaron, pero desapareció todo el grupo de los no metales que estaba en la vecindad porque son muy débiles por lo que no se pueden estirar ni convertir en una lámina. También perdieron esa primera batalla los otros metales por ser blandos.
¡Calificar para ser moneda no es cosa fácil!
Paso seguido, Sella desvió su atención hacia la izquierda, y en su mira quedaron los elementos que están en color naranja.
Son metales: un punto a favor. El problema es que son muy reactivos. Algunos, como el litio, al ser expuestos al aire estallan en llamas espontáneamente; otros, se corroen y se desmoronan.
Así que no son exactamente lo que quieres meter en tus bolsillos.
De hecho, el ser reactivos descalifica además a los elementos de la columna vecina, los metales alcalinotérreos y los de la penúltima fila o período: las tierras raras, que realmente no son tan raras, pues se encuentran en abundancia en la corteza terrestre.
Su nombre se debe a que rara vez se hallan en concentraciones lo suficientemente grandes para una recuperación fácil de sus minerales. Ese es otro punto en su contra para nuestro propósito.
Además son difíciles de distinguir químicamente, así que sería difícil saber cuán rico eres.
Ahora, si los elementos que son reactivos no tienen chance, los radiactivos ni siquiera entran al concurso.
Ante tantos peros, la tabla se nos encogió notoriamente:
Ni siquiera este puñado de elementos estuvo a salvo, aunque por razones de otra naturaleza.
El metal ideal para una moneda no debe ser muy abundante, como el hierro (que además se oxida), pero tampoco demasiado escaso, como el osmio.
¿Los finalistas? 5 de los 8 metales nobles: el oro (Au), la plata (Ag), el platino (Pt), el rodio (Rh) y el paladio (Pd)… todos metales preciosos.
De ellos, el rodio y el paladio habrían podido ser “acuñables”, pero sólo fueron descubiertos a principios del siglo XIX, así que las civilizaciones antiguas no los conocían.
Esas civilizaciones podrían haber escogido el platino, pero habrían necesitado poder producir temperaturas extremadamente altas: el punto de fusión del platino es 1.768º centígrados.
Así que nos quedan la plata y el oro.
Aunque ha sido usado como moneda, el problema con la plata es que se ennegrece: reacciona con pequeñas cantidades de azufre en el aire.
Además, el oro es más raro.
Y tiene otra cualidad que lo convierte en el preferido por excelencia entre todos los elementos de la tabla periódica: el oro es dorado.
Todos los otros metales en la tabla periódica son de color plateado, excepto el cobre, que se vuelve verde cuando se expone al aire húmedo.
Eso hace que el oro sea muy distintivo.
“Ese es el otro secreto del éxito del oro como moneda”, dice Sella. “El oro es increíblemente hermoso“.
Es por eso que durante miles de años de experimentos, tantas civilizaciones escogieron consistentemente al oro -del latín aurum que significa ‘brillante amanecer’- como el elemento al cual le asignarían un valor que todos aceptarían.
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