Decenas de trabajadores latinos son afectados por el incendio Woosley de Malibu
No perdieron sus casas, pero se quedaron sin empleos en las casas donde trabajaban y hasta con secuelas de salud
Eladio Osorio recuerda el viernes 9 de noviembre pasado cuando iba camino a Malibu para su jornada diaria. Él, al igual que docenas de jornaleros y empleadas domésticas, viajan unas dos horas en transporte público para llegar al centro laboral Malibu Labor Exchange en espera de trabajo en las casas y negocios aledaños.
Sin embargo, ese viernes fue diferente pues los trabajadores desconocían que un incendio masivo se acercaba. El humo negro comenzaba a verse a la distancia y de repente se suspendió el suministro eléctrico.
“Luego vino un señor y dice, ‘Necesito ayuda, unas cuatro o cinco personas para que me ayuden a apagar el fuego en mi casa’”, recordó Osorio quien inmediatamente se apuntó junto a otros cuatro compañeros.
Ya en la casa, en una zona conocida como El Nido y con las llamas muy cerca, el hombre de 53 años dice que temió por su vida, pues ni él ni sus compañeros tenían experiencia en apagar incendios. Tampoco contaban con los uniformes o herramientas necesarios.
“Cuando uno mira que el incendio viene en el cerro donde lo tiene que esperar da miedito, como escalofríos y luego llega el humo y las chispas”, dijo el guatemalteco. “Nosotros con cuatro mangueras estábamos mojando bien todas las casas y esperando el incendio, pero al mismo tiempo yo le pedía a todos los dioses que no llegara porque no me quería quemar”.
Relató que estuvieron 24 horas cuidando la casa y al mismo tiempo salvaron otras cuatro viviendas vecinas al mantenerlas mojadas porque no querían que se esparciera el fuego.
“En la noche, según dormíamos, unos en unas sleeping bags y otros cuidaban, pero estábamos con los ojos bien abiertos porque no podíamos bajar la guardia”, dijo Osorio.
El incendio Woosley quemó cerca de 100,000 acres en los condados de Ventura y Los Ángeles y duró dos semanas para ser contenido en su totalidad. Malibu fue severamente afectado.
Más de 1,600 estructuras fueron destruidas, centenas más fueron afectadas, tres personas fallecieron y tres bomberos resultaron heridos al combatir el incendio.
Secuelas laborales
El incendio no solo destrozó casas y ranchos de famosos y acaudalados; también se llevó los empleos de los cuales dependen Osorio y otros trabajadores como él para su sustento y el de sus familias.
Osorio aseguró que en su caso el trabajo ha disminuido significantemente y sus ingresos se ven afectados.
Actualmente solo trabaja 2-3 días por semana. Este jueves no agarró nada y se regresó a su casa sin haber trabajado.
“No me alcanza para la renta. Yo rento un cuarto por 600 dólares en South Gate, mas los 100 dólares que tengo que guardar cada mes para mi pase del bus y la comidita y el celular”, se quejó. “Yo ya debo este mes de renta pero [las facturas] no esperan”.
Otros trabajadores del centro de Malibu expresan la misma frustración.
Marina Valencia y su esposo Gelacio Flores recuerdan que iban en el autobús camino al centro cuando vieron una “hilera de humo”.
Ella trabaja en labores domésticos mientras Flores se desempeñaba en la jardinería. Ambos viven en Los Ángeles y utilizan el transporte público para llegar a Malibu.
“En cuestión de segundos se expandió el incendio y dije, ‘ya no lo van a controlar’”, pensó Valencia, de origen mexicano, cuando estaban llegando al centro de trabajo.
Flores dijo que ellos no subieron a la colina a trabajar en ese momento porque la policía los obligó a evacuar el área, que es muy cercana a la universidad Pepperdine.
“Tuvimos que caminar hasta Santa Monica”, recordó Flores asegurando que veían como todos los vehículos iban dirección al sur—moviéndose lentamente—mientras camino al norte solo pasaban ambulancias y patrullas.
La pareja, quien tiene unos cinco meses trabajando en el área de Malibu, dijo que no podía creer lo que estaba pasando.
“Te pones a pensar, cómo es que un país tan dotado permita que les gane un incendio. Si tienen tanta tecnología y no lo pudieron contener”, dijo Valencia. “Era algo increíble”.
Desde entonces tampoco tienen semanas regulares de trabajo. A lo mucho 2-3 días, dice esta pareja, que envían dinero a sus hijos que están en la universidad en México.
Odilia Galindo, otra trabajadora doméstica, quien estaba a espera de su labor del día, dijo que cuando vio el incendio acercarse lo único que pensó fue en los residentes de la tercera edad.
“Me conmovió mucho porque nos han llevado a casas muy grandes y las personas mayores casi no salen. A una de las señoras su hijo le lleva comida cada semana”, dijo Galindo quien dijo que espera que la señora se haya salvado.
José Paz, con casi 19 años laborando en esta zona, dijo que él y otros trabajadores de construcción estaban en medio de una obra cuando llegó el incendio.
“El dueño de la casa dijo que se quemó la casa, pero no se quemó, pero nuestras dos semanas que hicimos de trabajo con él no nos las ha pagado”, dijo Paz. “Nos contestó un texto diciendo que [el seguro] no le ha contestado, pero desde ahí ya no hemos escuchado nada”.
Oscar Mondragón, director del Malibu Labor Exchange, dijo que diariamente llegan al centro unos 50 trabajadores para sus jornadas del día y alrededor de la mitad consigue trabajo cada día.
El centro, al igual que muchos otros similares, no pide verificación de estatus migratorio para trabajar y las jornadas son temporales dependiendo del trabajo que necesiten los empleadores.
Riesgos a la salud
“Ahora hemos tenido más jornadas de limpieza”, explicó Mondragón aseverando que los trabajadores realizan las labores principalmente por la necesidad y en ocasiones no piensan en su salud.
“Con la ayuda de la Cruz Roja nosotros les damos guantes y caretas, pero es la responsabilidad de los dueños de las casas darles más equipo y cuando llegan allá no siempre lo hacen”, dijo Mondragón.
Osorio dijo que desde el día que trabajó para salvar el incendio en la casa padece de una tos que no para.
Flores dijo que después del incendio él fue contratado para arreglar una casa y le dio conjuntivitis que hasta apenas parece que se esta curando.
“Lo que pasa es que ahí se quedan los químicos y pueden causar hasta cáncer. Nos dan los lentes especiales, pero se llenan de sudor, o nos dan el tapabocas pero cuando empiezas a sudar te lo tienes que quitar”, dijo Flores.
Valencia dijo que a las mujeres las llevaban de dos a tres para que limpiaran las casas que no se habían quemado, pero que estaban llenas de cenizas.
“Porque aunque las casas estaban cerradas se les metió todo”, dijo Valencia.
No obstante, los trabajadores dijeron que debido a la falta de trabajo en la ciudad de Los Ángeles prefieren continuar viajando a Malibu para ver las opciones laborales del día.
Mondragón dijo que el centro sobrevive de las donaciones de los residentes y los trabajadores continúan listos para ayudar a reconstruir la ciudad de Malibu.