Masculinidad tóxica

La semana pasada, un anuncio publicitario de la compañía de rasuradoras Gillette causó conmoción en las redes sociales. La empresa utilizó su tradicional eslogan, “Lo mejor que un hombre puede obtener”, para cuestionar la masculinidad tóxica. En el video publicitario, se escucha la voz de un narrador cuestionando, “¿Es esto lo mejor que un hombre puede obtener?”, mientras se ven imágenes de acoso, asalto sexual y otros comportamientos asociados con el modelo patriarcal.

El anuncio de la compañía de rasuradoras llegó días después de que la Asociación Americana de Psicología (APA) publicara un tuit, también controversial, en el que condensaba la idea de su primera guía para terapistas que trabajan con hombres y niños varones. La guía, publicada en agosto de 2018, señala que el concepto tradicional de “masculinidad” y la supresión de emociones son tóxicos y dañinos para los varones.

Los comentarios a favor y en contra, tanto en respuesta al aviso de Gillette como al tuit de APA, invadieron las redes. Hubo quienes aplaudieron el mensaje, y re tuitearon el reporte de APA. Hubo quienes se sintieron ofendidos y postearon fotos de hojitas de afeitar Gillette en el tacho de la basura, acompañadas con promesas de 280 caracteres de boicotear la marca.

La razón por la cual un mensaje de respeto y empoderamiento pudo haber generado tanto rechazo es difícil de entender. Probablemente nazca del miedo. Miedo al cambio de “las cosas como son”, miedo a perder una identidad, que si bien arbitraria e impuesta por otros, genera un falso sentido de seguridad.

El arquetipo de masculinidad del patriarcado, caracterizado por nociones de competencia, agresividad y estoicismo, entre otras, afecta negativamente tanto a hombres como a mujeres. El reporte de APA indica que la ideología tradicional masculina limita el desarrollo psicológico de los hombres, restringe su comportamiento, resulta en conflicto o de género, e influye negativamente en su salud mental y física.

La masculinidad tóxica se refiere a actitudes socialmente construidas. “Los varones no lloran”, “El ballet es sólo para las niñas”, o “Así son los varones” (“Boys Will be Boys”) son algunas de las incontables frases con las que nuestra sociedad adoctrina a los niños desde temprana edad. También influye en su desarrollo la presión de sus pares y de otros adultos, el deseo de pertenecer y ser aceptado, el silencio…

¿Cómo cambiamos el paradigma?

El cambio comienza con nosotros. Cambiamos cuando dejamos a nuestros niños desarrollar su identidad propia y explorar sus sentimientos sin prejuicios, ni reproches. Cambiamos cuando aceptamos su individualidad, en lugar de tratar de forzar en ellos un modelo arcaico y arbitrario de “masculinidad”. Cambiamos cuando les enseñámos a nuestros hijos, tanto varones como mujeres, que “no” significa “no” y que nadie puede forzar a otro a hacer cosas en contra de su voluntad. Cuando les insistimos en tratar a todos con el mismo respeto, con el que querríamos ser tratados. Cambiamos con el ejemplo, cuando dejamos de predicar y aprendemos a escuchar.

El cambio ya empezó. Ahora depende de cada uno de nosotros que nuestros hijos sean parte de este nuevo paradigma, donde caducos roles de patriarcado y masculinidad ya no tienen razón de ser.

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