Las mujeres que fueron esterilizadas en Estados Unidos sin su consentimiento

En la década de 1970, EE.UU. introdujo programas de planificación familiar para las comunidades indígenas. Aunque se suponía que se debía obtener su consentimiento, miles de mujeres fueron esterilizadas sin saberlo. Jean Whitehorse fue una de ellas y le contó su historia a la BBC.

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Crédito: Lorna Tucker

“Cuando mi hija tenía 12 años me preguntaba por qué no tenía hermanos y hermanas. Recientemente le conté lo que me sucedió, cuando ella tenía 33”, dice Jean Whitehorse.

“Ella se sintió herida después de saber lo que le pasó a su madre”.

Jean pertenecía a la Nación Navajo, un territorio nativo americano que cubre partes de Arizona, Utah y Nuevo México en Estados Unidos.

Las personas que viven allí son de la tribu Navajo, una de las tribus indígenas más grandes del país.

Un grupo de mujeres navajo hornean pan en un horno de barro en esta imagen de la primera mitad del siglo XX.

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Un grupo de mujeres navajo hornean pan en un horno de barro en esta imagen de la primera mitad del siglo XX.

“Me quitaron a todos mis hijos por nacer. Cuando veo familias jóvenes con niños, siempre pienso que yo podría haberlos tenido”.

Planificación familiar

Jean Whitehorse fue una de las miles de víctimas del programa de planificación familiar patrocinado por el Estado.

En un entrevista con el programa Outlook, del Servicio Mundial de la BBC, ella compartió su dolor, vergüenza y enojo.

Jean Whitehorse

Lorna Tucker
La historia de Jean Whitehorse es similar a la de muchas mujeres de todo el mundo que pasaron por esterilizaciones forzadas.

En 1969, Jean vivía en Oakland cuando quedó embarazada de su hija. Fue al centro médico para realizarse un chequeo y le preguntaron si tenía seguro médico.

Cuando dijo que no, ellos le presentaron algunos documentos.

“Me dijeron: ‘Si firmas estos papeles, se cubrirán tus gastos médicos’. Les pregunté a qué se referían. Dijeron: ‘Su hija será dada en adopción y las personas que la adopten pagarán por su adopción médica’. Dije que no y me fui”.

“Ella es mi bebé. No quiero dársela a nadie”. agrega.

Sin consentimiento

Jean regresó a su comunidad navajo en Nuevo México para tener a su hija. Meses después del nacimiento tuvo dolores de estómago severos y se dirigió a la clínica local. Era administrado por el Servicio de Salud Indígena.

Jean Whitehorse

Lorna Tucker
Durante años Jean Whitehorse sufrió de estrés por lo que vivió.

“Me dijeron que mi apéndice estaba infectado y me transportaron en ambulancia a un hospital diferente”.

Se le pidió que firmara varios papeles, que ella supuso eran la documentación habitual que se firma antes de cualquier cirugía.

“Tenía un dolor intenso. Dijeron: ‘A menos que firmes estos papeles, no se puede hacer nada’. Firmé uno tras otro sin leerlos“.

Su apéndice fue removido. Pocos años después tuvo problemas para concebir.

Cuando volvió a un hospital le pidieron sus registros médicos y le dijeron que había sido esterilizada.

“Me dijeron que nunca volvería a tener hijos”.

Política estatal

La esterilización de Jean ocurrió cuando el gobierno de EE.UU. introdujo programas de planificación familiar para las comunidades indígenas.

Pareja navajo en un carruaje (1939).

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Pareja navajo en un carruaje (1939).

Aunque se suponía que se debía obtener el consentimiento para cada procedimiento, a lo largo de los años se hizo evidente que muchas mujeres indígenas fueron esterilizadas sin que supieran lo que acordaban.

La Oficina de Responsabilidad del Gobierno de EE.UU. publicó un informe en 1976 sobre estas esterilizaciones.

Investigaron cuatro de las 12 regiones donde se llevaron a cabo las esterilizaciones entre 1973 y 1976 y concluyeron que 3.406 de estas esterilizaciones no fueron voluntarias ni terapéuticas.

En resumen, el consentimiento informado no siempre fue dado.

Ceremonia de la danza del Sol

El Servicio de Salud Indígena dice que desde que se publicó el informe se han implementado más salvaguardas.

Su política actual establece que el Servicio no promoverá ni desalentará la esterilización o fertilidad de la población a la que sirve.

Mujer navajo fabricando artesanías.

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El censo de 2010 en EE.UU. estimó que hay 2.9 millones de indígenas en el país.

Pero Jean dice que se hizo muy poco para apoyar a aquellos que fueron esterilizados contra su voluntad.

Luchó sola durante años y se refugió en el alcohol e incluso maltrató a su hija. Pero un día, un amigo la invitó a una “danza del sol”, una ceremonia de nativos americanos que se centra en la curación. La ayudó enormemente.

Documental

Años más tarde, la documentalista Lorna Tucker contactó a Jean y la convenció de que compartiera su historia, que ocupó un lugar central en el documental “Amá”. La palabra significa “madre” en idioma navajo.

Dos mujeres navajo usan un telar para tejer en Monument Valley, Arizona

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Dos mujeres navajo usan un telar para tejer en Monument Valley, Arizona.

“Estaba enojada y pensé que era un tema mío. Pero después de compartir lo que me pasó me calmé. Me alegra haber contado mi historia. Las mujeres jóvenes deberían saber que esto es parte de nuestra historia”.

En la cultura navajo, la riqueza no está determinada por la propiedad de bienes materiales, sino por el número de hijos que uno tiene.

Parte inferior de la pirámide

Históricamente, los nativos americanos han sufrido mucha discriminación y las consecuencias aún se están sintiendo.

Según un informe de la ONU de 2010, un indígena en EE.UU. tiene 600 veces más probabilidades de contraer tuberculosis y un 62% más de probabilidades de quitarse la vida que la población general.

Mujeres navajo preparándose para un baile tradicional.

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Las comunidades nativas americanas fueron dejadas fuera del “sueño americano”.

Las esterilizaciones forzadas también han ocurrido en otras partes del mundo.

En Canadá y Perú contra los pueblos indígenas, en India y China como parte del control de la población, en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial bajo el Tercer Reich, en Israel contra los judíos etíopes, en Rusia contra las personas con discapacidad y en Sudáfrica contra las mujeres VIH positivas.

Pero a pesar de sus terribles experiencias, Jean, que ahora es bisabuela, dice que es optimista sobre el futuro de su comunidad.

Las cosas están cambiando ahora. Ahora no están pasando por lo que pasamos nosotros”.


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