Puerto Rico: Desvistiendo a un santo

Familias enteras se reubicaron, trayendo a nuevos distritos escolares un flujo masivo de estudiantes, muchos de los cuales no hablan inglés

El huracán María motivó un desplamiento de puertorriqueños.

El huracán María motivó un desplamiento de puertorriqueños. Crédito: Joe Raedle | Getty Images

Mientras los haitianos cruzan la frontera y emigran a República Dominicana, los dominicanos cruzan el Canal de la Mona para llegar a las costas de Puerto Rico y los puertorriqueños, a su vez, se montan en un avión para ubicarse en Florida y otros Estados del continente americano. El éxodo masivo de estos últimos lleva tantos años que el fenómeno tiene nombre propio: la diáspora boricua. Y se agravó en 2017 cuando el huracán María azotó la isla.

En los días que siguieron al desastre natural, según diversos estudios, se estimó que 175.000 habitantes abandonaron la Isla del Encanto, dejando atrás sus casas medio destruidas, un paisaje apocalíptico de árboles sin hojas y centenares de planteles escolares semi-despoblados.

Con una salud económica profundamente deteriorada, con la ayuda federal y el pago de los seguros moviéndose a cuenta gotas, Puerto Rico es todavía un escenario de troncos colapsados sobre los techos de las viviendas, edificios sin techo y solares baldíos llenos de desechos. Eso es lo tangible. Lo intangible ha sido un trauma cuya secuela psicológica ha sumido a la población en una actitud de “sálvese quien pueda”. Ahora Borinquén no sospecha, pero sabe a ciencia cierta de su desamparo.

Ante la imposibilidad de arreglar la situación a tiempo, se desvistió a un santo para vestir a otro. Así, familias enteras se reubicaron, trayendo a nuevos distritos escolares un flujo masivo de estudiantes, muchos de los cuales no hablan inglés. Para los distritos que han absorbido estos estudiantes, la tarea de adaptación no ha sido un paseo en el parque. Esto se debe a muchas razones: la falta de maestros entrenados para lidiar con niños que son English Language Learners (ELL), la sobrepoblación súbita de los salones de clases, la integración y/o choque cultural para ambos, las familias y los administradores de escuelas, entre otras más.

Por otro lado, el santo desnudo dejado atrás anda gestionando ponerse ropas nuevas, lo que implicaría -de acuerdo con el plan de recuperación- convertir a Puerto Rico en un destino turístico de primera en el Caribe, en lo relativo a la economía. En cuento a la educación, el proceso ha consistido en el cierre de escuelas; la reestructuración del distrito, a fin de descentralizarlo; la apertura a nuevos modelos de escuelas y/o programas como la Libre Selección de Escuelas y centros chárter, o alianzas, como les llaman allí.

Si de verdad del choque viene la luz, las posibilidades de inversión en bienes inmuebles, de reinvención de la educación y de rehabilitación de la economía prometen encaminar el país por el sendero del progreso. Sin embargo, para lograrlo se va a requerir algo de continuidad, lo que resulta más fácil de decir que de hacer, dada la tendencia cultural de nuestros pueblos a pasar borrón y cuenta nueva cada vez que podemos. Una costumbre que nos ha estancado en una adolescencia perpetua de proyectos a medio terminar y visiones sin materializar que algún día, yo espero, podamos finalmente superar.

(Hergit “Coco” Penzo Llenas es una activista y escritora dominicana. Actualmente es la directora nacional de Participación Hispana para The American Federation for Children (https://www.federationforchildren.org), una organización sin ánimo de lucro que aboga por el derecho a opciones escolares, a fin de que todos los niños en edad escolar tengan acceso a una educación de alta calidad).

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