Los misiles rusos con los que Turquía desafía a Estados Unidos (hacen peligrar su futuro en la OTAN)
Es uno de los sistemas de misiles "tierra-aire" más avanzados del mundo y también el motivo de una agria disputa entre Turquía y Estados Unidos
Es uno de los sistemas de misiles “tierra-aire” más avanzados del mundo y también el motivo de una agria disputa entre Turquía y Estados Unidos que amenaza la alianza de estos dos países en la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN).
Turquía -que tiene el segundo ejército más grande de la alianza militar de 29 países- está en proceso de adquirir misiles antiaéreos S-400 fabricados en Rusia, el principal rival de la organización fundada en 1949 precisamente para confrontar a la Unión Soviética.
Estados Unidos ha reaccionado con furia a una decisión que considera una potencial amenaza para sus aviones de combate F-35, que Turquía también estaba en proceso de adquirir.
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“No nos quedaremos de brazos cruzados mientras los aliados de la OTAN compran armas a nuestros adversarios”, advirtió el vicepresidente estadounidense Mike Pence durante un encuentro organizado esta semana en Washington para celebrar el 70 aniversario de la organización.
“Turquía debe elegir: ¿quiere seguir siendo un socio clave en la alianza militar más exitosa de la historia o quiere arriesgar la seguridad de esa asociación al tomar decisiones tan imprudentes que socavan nuestra alianza con la OTAN?”, amenazó Pence.
Pero la respuesta de Turquía fue igual de desafiante.
Primero el ministro de Relaciones Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, aseguró que el trato con Rusia -valorado en unos US$2.500 millones- no sería cancelado.
“Estados Unidos debe elegir. ¿Quiere seguir siendo aliado de Turquía o arriesgar nuestra amistad al unir fuerzas con terroristas para socavar la defensa de su aliado en la OTAN contra sus enemigos?”, dijo luego por Twitter el vicepresidente turco Fuat Oktay.
Múltiples disputas
Oktay podría haber estado haciendo referencia a la negativa de EEUU de extraditar al clérigo Fethullah Gulen, al que el gobierno turco acusa de estar detrás del intento de golpe de Estado de julio de 2016.
Pero también al apoyo de Washington a las milicias kurdas en Siria, un conflicto que también ha contribuido a tensionar la relación entre Turquía y sus aliados de la OTAN.
Ankara también asumiendo posiciones antagónicas a las de Washington y la Unión Europea en otras crisis, como la de Venezuela.
Y el cada vez mayor distanciamiento entre la Turquía del presidente Recep Tayyip Erdogan y la UE -a la que el país musulmán oficialmente todavía espera ingresar- también se ha reflejado en un cada vez mayor acercamiento a la Rusia de Vladimir Putin.
De hecho, la planeada compra de los S-400 -un sistema integrado que tienen un alcance de 400 kilómetros y puede derribar de forma simultánea hasta 80 blancos, incluyendo drones, aviones y misiles de largo alcance- es solo uno de los ejemplos más visibles de ese acercamiento.
Problemas “políticos y prácticos”
Ankara sostiene que necesita las armas rusas para defenderse de los rebeldes kurdos y militantes islámicos que identifica como su principal amenaza.
Pero, como explica el corresponsal para temas diplomáticos y de seguridad de la BBC Jonathan Marcus, su compra plantea numerosos problemas, “tanto políticos como prácticos”.
- El radar de vigilancia de largo alcance rastrea los objetos y manda la información al vehículo de mando, que evalúa los objetivos potenciales
- El objetivo es identificado y el vehículo de mando ordena el lanzamiento de un misil
- Los datos de lanzamiento se envían al vehículo de lanzamiento mejor situado y este envía los misiles tierra-aire
- El radar de combate ayuda a guiar los misiles hacia el objetivo
Para empezar, el sistema no se podría integrar con el resto del sistema de defensa antiaérea de la OTAN, lo que dado el emplazamiento estratégico de Turquía en el flanco oriental de la alianza resulta bastante problemático.
Turquía ,además, estaba también en proceso de adquirir lo que Marcus describe como “el avión de guerra más avanzado de todo el arsenal estadounidenses, el F-35″.
Y, según nuestro corresponsal, “EE.UU. teme que si Turquía opera tanto los F-35 como los S-400, los rusos podrían hacerse con información crucial que les permitiría entender mejor las características del avión y por lo tanto como poder derrotarlo”.
Por esta razón, EE.UU. ya suspendió la entrega de los F-35 hasta que no se resuelva el tema de los misiles rusos.
Moscú, por su parte, todavía no se ha pronunciado.
Pero la disputa, “una más del sinnúmero de diferencias que enfrentan a Washington y Ankara, refuerzan la percepción sensación de que Turquía es un miembro cada vez menos confiable del club de la OTAN”, destaca Marcus.
Buenas noticias para una Rusia, que ha visto como sus relaciones con la OTAN también se han deteriorado, entre otras cosas, por la expansión de la alianza hacia el este y la ocupación rusa de Crimea.