Una tragedia lo convierte en vendedor y líder de los ambulantes

Además le abre el camino para legalizar su estancia migratoria en los Estados Unidos

04/05/19 /LOS ANGELES/Street vendor and leader Humberto Yauli  (Aurelia Ventura/La Opinion)

04/05/19 /LOS ANGELES/Street vendor and leader Humberto Yauli (Aurelia Ventura/La Opinion) Crédito: Aurelia Ventura | Impremedia/La Opinión


Al inmigrante peruano Humberto Yauli, una tragedia lo llevó a las ventas ambulantes y lo convirtió en lo que nunca pensó ser cuando emigró a los Estados Unidos, un líder que aboga por los derechos de los vendedores de las aceras de Los Ángeles.

Desde hace cinco años, vende joyería de fantasía, relojes, perfumes, ropa usada, calcetines, tazas y algunos productos para el aseo personal como desodorantes y cremas.

Humberto llegó a vivir a Los Ángeles, procedente de Lima, Perú en el año 2000. Cuatro años más tarde, su hija Gisela Yauli lo alcanzó. En los primeros años, se dedicó a varios trabajos como la construcción y a laborar en fábricas.

“Fui mi hija quien en mis días de descanso, me comenzó a invitar para que la acompañara a vender a los callejones de Los Ángeles”, recuerda.

Humberto Yauli, vendedor en las aceras y líder de ambulantes. (Aurelia Ventura/La Opinion)

Estuvieron vendiendo juntos hasta que se fue a Washington cuando le salió una oportunidad de trabajar en una empacadora de pescado, motivado además porque allá las rentas de la vivienda son más baratas.

Sin embargo, la tranquilidad del padre se rompió abruptamente cuando le avisaron que su hija Gisela de 28 años y Dillan su nieto menor de tan solo un año de vida, habían matado en un incendio provocado en el garage donde vivían en el sur de Los Ángeles.

“Cuando me dieron la noticia, dejé todo. Después de sepultarlos, decidí quedarme en Los Ángeles porque quería estar cerca de Kenny, mi nieto mayor de 12 años que se salvó de morir en el incendio porque estaba en la escuela”, comenta Humberto.

Y se dedicó al mismo oficio de su hija única, las ventas ambulantes, sin imaginar que en el comercio callejero encontraría la fórmula para salir del abatimiento y la aflicción por su pérdida.

“Me puse a vender herramientas y cosas usadas. Y ahí vendiendo en la calle conocí a la gente de ELACC (East LA Community Corporation) y me uní a la campaña para la legalización de las ventas de ambulantes. Ellos me ayudaron a salir del círculo de tristeza en el que estaba. Me enseñaron a ayudar a otros vendedores. Al hacerlo, me ayudaba a mi mismo porque yo quedé muy mal”, admite.

Humberto Yauli must la foto de su único nieto Kenny Reyes de 12 años a quien su hija dejó huérfano al ser asesinada en un incendio. (Aurelia Ventura/La Opinion)

A través de su participación con ELACC, aprendió que los vendedores ambulantes aún indocumentados, tenían derechos y podían vender en las calles libremente.

Así fue cómo comenzó a ir a las audiencias en el concejo de Los Ángeles donde se discutía una ordenanza para legalizar y despenalizar las ventas en las aceras. ”Fuimos hasta Sacramento hasta conseguir que se aprobara la ley del senador Ricardo Lara para la legalización a nivel de todo el estado”, dice.

En la actualidad, Humberto vive de las ventas. “He dejado atrás mi tragedia. Llevo a mi nieto todos los días a la escuela. Y si no fuera por él, me hubiera ido muy lejos”, reconoce.

Su hija era una vendedora ambulante en las aceras de las calles Crocket y 12. “Ella me jaló a las ventas ambulantes y poco a poco me fui metiendo en el negocio por ayudarla. Creo que a mi hija le hubiera gustado verme que regresé a vender en la calle”, dice.

Todos los ambulantes tenemos una historia, una tragedia detrás, pero somos gente acostumbrada a la lucha, a levantarnos y empezar de nuevo”, expresa.

A Humberto Yauli, las ventas ambulantes le han dado fuerza para sobreponerse de la tragedia de perder a su única hija. (Aurelia Ventura/La Opinion)

El día que los concejales de Los Ángeles aprobaron la legalización de las ventas ambulantes en las aceras, se acordó mucho de su hija. “Ella sufrió mucha persecución. Me llamaba para contarme cuando le quitaban las cosas y no la dejaban vender. Cuánto se hubiera alegrado de saber que ya podría vender legalmente”, afirma.

Humberto dice que cinco años después de la trágica muerte de su hija y su nieto, su vida ha cambiado en un 100%. No solo se dedicó a las ventas sino que se hizo líder de los vendedores ambulantes.

“Eso me tenía reservado la vida. En las ventas, a veces se vende, a veces no. Pero me gusta lo que hago, aprender, educar. Estamos en el proceso de educar a los vendedores, porque las reglas han cambiado con la legalización. Va a ver permisos. Será un proceso largo hasta que la gente aprenda”, considera.

Está muy agradecido con ELACC, la organización a la que ve como un segundo hogar. “Me tendieron la mano en un momento preciso de mi vida. La organizadora Rosa Miranda cuando llegó por primera vez y supo mi historia, se impactó tanto, y me habló del proyecto que había para legalizar la ventas. Pero también estoy muy agradecido con Isela Gracian, la presidenta de ELACC y con Karla de Paz que es parte de la campaña. Yo dije, tiene futuro esta medida para legalizar. Hay que luchar”, sostiene.

Gisella Yauli y su hijo Dillan. (Aurelia Ventura)
Gisela Yauli y su hijo Dillan. (Aurelia Ventura/La Opinión)

Así nació un movimiento por la legalización de las ventas en las aceras que fue creciendo. “Ahora estamos enfocados a nivel de los condados para que también ahí se respeten los derechos de los ambulantes”, dice.

Humberto revela que con el apoyo de ELACC, están creando la organización Vendedores en Acción (VEA) dedicada a velar por los intereses de los ambulantes.

Además, el asesinato de su hija y nieto, le permitió iniciar el proceso para obtener una visa U que se da a las víctimas de crímenes, lo que le permitirá regularizar su situación migratoria.

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