A Messi, ni la Bota de Oro le levanta el ánimo tras la debacle en la Champions League

El delantero argentino del Barcelona rompe el silencio y reconoce que el fracaso ante Liverpool aún le duele

Messi no ocultó su frustración y tristeza por la eliminación de la Champions, que aún le duele

Messi no ocultó su frustración y tristeza por la eliminación de la Champions, que aún le duele Crédito: EFE

La Champions League atormenta a Barcelona. Tras el tremendo porrazo en Anfield Road, cuando el equipo azulgrana naufragó en el partido de vuelta de la semifinal de la Liga de Campeones después dilapidar una ventaja de 3-0, el vestuario quedó en el ojo de la tormenta.

De nuevo, se quedaban fuera de la pelea por la Orejona. De nuevo, derrochaban una diferencia de tres goles a favor, como la campaña pasada ante Roma. Por razones más psíquicas que técnicas, los muchachos de Ernesto Valverde no pueden gestionar la ansiedad para volver a traer el trofeo a Barcelona, demasiado frágiles en cada eliminatoria lejos del Camp Nou.

Entonces, como si la Champions eclipsara a La Liga, algunos futbolistas del Barça cerraron la persiana de la temporada. Lionel Messi, no. “Y seguramente a ninguno le duela más que a él”, opinan. Tanto fue así que, horas más tarde, consiguió sin jugar la sexta Bota de Oro, pero el crack ya había asegurado que lo tenía sin cuidado.

“Soy sincero: ni pienso en eso. Todavía nos estamos reponiendo de lo que pasó en Liverpool o al menos yo, personalmente. Fue un golpe muy duro y todavía tengo la cabeza en eso. No pienso en lo individual”, había asegurado. Es la tercera consecutiva: con 36 goles en 34 partidos, el crack superó a Kylian Mbappé (33).

Después de la derrota en Anfield, Luis Suárez se bajó de La Liga y de la Copa del Rey. Apurado, al día siguiente de regresar de Liverpool, se operó de la rodilla a las 3:30 de la mañana en una clínica de Barcelona. La prioridad es Uruguay, por más que el Barça le pague más de 15 millones de euros limpios de sueldo y de que sus compañeros lo necesitaran para la final de la Copa del Rey -hoy, ante Valencia, en Sevilla-, sobre todo desde que Dembélé se volvió a meter en la enfermería.

A Arthur Melo, otro de los que tiene la Copa América entre ceja y ceja, le resultó imposible competir en España con sus problemas musculares, aunque estará en Sevilla sin el alta médica. Messi, en cambio, que arrastra una molestia en el pubis desde hace cinco meses, jugó ante Getafe y Eibar. Por supuesto también estará en la cancha de Betis para intentar ganar su quinta Copa en fila.

“Estoy mejor, vengo arrastrando molestias desde enero. Tuve mucho dolor, pero lo tengo controlado”, explicó Messi.

En marzo dejó antes de tiempo la expedición de la Argentina como consecuencia de esta dolencia. “Hoy por hoy, creo que estoy al 100 por 100”, subrayó.

No es nada habitual ver al rosarino en la sala de prensa de la Ciudad Deportiva del Barcelona. De hecho, la última vez que compareció en una rueda de prensa fue el 5 de mayo de 2015 antes de la semifinal de la Champions ante Bayern Munich. En aquella ocasión, habló 657 días después de su anterior presentación, cuando el Tata Martino todavía mandaba en el Camp Nou. En cualquier caso, desde que asumió el liderazgo del Barça (se convirtió en el primer capitán el pasado verano), el Nº10 se ha dejado ver más en las zonas mixtas, un ejercicio que ya realizaba con la Argentina, cuando Alejandro Sabella -en complicidad con Mascherano- le entregó la cinta en 2011.

Aunque cabizbajo, por momentos más parco, en otros más elocuente, nunca distendido, mucho menos sonriente, el Nº10 enfrentó a la prensa en Barcelona. No había dicho ni una palabra tras la debacle en Liverpool, nada expresivo en los dos duelos siguientes del Barça en La Liga. Messi quería hablar. No lo haría con la bronca en la boca. La última vez que se había dejado ganar por las emociones renunció a la celeste y blanca en Estados Unidos 2016. Meses después se arrepintió. Tenía claro, sin embargo, que antes de viajar a la Argentina dejaría un mensaje en Barcelona.

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De hecho, dejó pintado a Piqué. El parlanchín central catalán, siempre dispuesto a llamar la atención, se quedó sentado a su lado casi sin soltar prenda. Había tanta expectativa en Barcelona para la rueda de prensa de Messi, que el club cambió el protocolo: había que acreditarse para entrar a la sala de prensa de la Ciudad Deportiva Joan Gamper. Los jugadores llegaron 15 minutos más tarde de lo agendado. Duró 23 minutos. Había 20 preguntas asignadas, el jefe de prensa regaló una más: 18 fueron para Messi. Piqué, aburrido, miraba el celular. Hablaba Messi y había que escuchar.

De entrada, tiró un mea culpa. “Fue lamentable la imagen que dimos en el campo del Liverpool. Te puede pasar una vez, pero no dos”, subrayó.

La actitud en la Champions mancha al equipo azulgrana para Messi.

“En el segundo tiempo en Anfield hubo un solo equipo en el campo. Lo que no nos podemos perdonar es que no competimos”, añadió.

Hasta se olvidó del qué dirán. Obvio que una parte del barcelonismo le otorgue más poder a él que al presidente Bartomeu, para defender a Ernesto Valverde. “El Míster no tiene la culpa de nada”.

Sabía Messi que le preguntarían por los cambios en el plantel. La tiró afuera. “No me corresponde a mí”. Dejó claro, sin embargo, el deseo del vestuario respecto de Griezmann. “No opino”, soltó, rotundo. Los líderes del grupo azulgrana no quieren saber nada con el francés, que coqueteó con el Barça el año pasado para después anunciar en un documental que se quedaba en el Atlético.

Concluyente con Griezmann, también con su futuro. Aferrado al Camp Nou como a la Celeste y Blanca. “He tenido muchas frustraciones con la selección y yo lo sigo intentando”.

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