Hija de trabajadores del campo obtiene su maestría en comunicación
Su sueño es ser corresponsal de noticias y en unos años, estudiar el doctorado para ser maestra a nivel universitario
A Karen Cruz-Orduña lo que más la empujó para ir a la universidad fue ver cada día el cansancio de sus padres al regresar de sus largas jornadas en el campo. Por eso al graduarse este mes, de su maestría como comunicadora por la Universidad Estatal de California (CSU) en Northridge, lo primero que hizo fue abrazarlos fuertemente y darles las gracias.
“Mi sueño es comprarles una casa y sacarlos de trabajar en el campo. Ellos son jóvenes, tienen 40 y 42 años de edad, pero están muy acabados por el trabajo duro. Yo ya quisiera que mi madre no regresara a trabajar al campo. Daría mi vida por ella”, dice emocionada.
Esta joven de apenas 23 años nació en Fresno, California, y es hija de padres inmigrantes mexicanos.
Sus padres han sido trabajadores del campo desde que emigraron en 1994 de Oaxaca. Pero ella misma y su hermano crecieron trabajando en los sembradíos de uva y fresa al lado de sus progenitores, como si fueran una cuadrilla de cuatro trabajadores.
“Desde los siete años, ayudé a mis padres en el campo, los fines de semana y durante el verano. Mi hermano menor y yo siempre andábamos con ellos. Íbamos hasta Oregon y Washington a piscar la fresa. Aquí en California piscábamos uva. A mí me ponían a sacar la uva podrida y a empacar. Dormíamos muchas veces en una minivan”, recuerda.
El estilo de vida que llevan sus padres, al trabajar de sol a sol, y vivir toda su vida en un departamento de una recámara, durmiendo ella y su hermano en una litera, impulsó a Karen a ir a la universidad.
“Mi hermano tiene 22 años. Se recibió de Justicia Criminal por la Universidad Estatal de California en Stanislaus, y está solicitando su ingreso a la policía de Ventura y en San José. Él quiere ser agente de policía”, explica.
Karen se graduó de la Universidad Estatal de California (CSU) en Monterey Bay en la carrera de comunicación. Vino a CSU Northridge para su maestría también en la misma especialidad.
Tiene muy claro que, al graduarse, comienza a dar los pasos para hacer realidad su sueño de comprarles una casa a sus padres, Alfonso Cruz Martínez y Carmencita Orduña González. “Mi papá es de San Juan Copala, y habla triqui”, dice Karen, quien nunca ha tenido la oportunidad de conocer Oaxaca, la tierra que vio nacer a sus progenitores.
Pero también revela que le gustaría sacar a sus padres del trabajo en el campo. “Si ver a tus padres llegar todos los días levantarse a las tres de la mañana, manejar una hora al pueblito a donde van a trabajar; regresar a las tres, cuatro de la tarde, bien cansados y asoleados, no es suficiente motivación para animar a un hijo a la universidad, no sé qué más puede haber”, expresa.
“Ellos llegan del trabajo, comen, se bañan y a los ocho de la noche ya están dormidos para madrugar al día siguiente”, dice.
Esa imagen constante de sus padres agobiados por las intensas jornadas en el campo, fue lo que la empujó a buscar una educación para no tener que ganarse la vida de la misma forma.
“Mi sueño desde niña es ser corresponsal de noticias para la televisión”, dice entusiasmada.
Al graduarse de su maestría, solicitó en varios lugares el acceso y consiguió que le dieran el trabajo como reportera de redes sociales y la televisión para la cadena NBC y Telemundo en la estación KGET de Bakersfield.
“Mucha gente de toda la nación, solicitó el empleo y yo me quedé con él. Es un gran honor. Lloré de alegría cuando me dieron la noticia de que me habían escogido para el trabajo. Comienzo el 10 de junio”, sostiene dichosa.
Y no deja de reconocer a sus padres. “Ellos hicieron un gran trabajo en nuestra crianza”, sostiene.
Un momento de su infancia que lleva grabada en sus memorias, es cuando tenía siete años.
“En mi escuela, hubo una entrega de premios de matemáticas. A mí me tocaron varios y fui para recibirlos. Ahí estaban todos los padres bien arregladitos acompañando a sus hijos. Yo sabía que los míos no podían estar por su trabajo en el campo. Lo entendía. Estaban muy ocupados, pero en un minuto que levanté la vista, los miré llegar a la ceremonia llenos de tierra para acompañarme. Nunca olvido eso. Ellos dieron todo por vernos triunfar”, expresa.
Cuando le entregaron su certificado de maestra en comunicaciones, Karen admite que se sintió “súper feliz, no pude contener las lágrimas”.
Y es que, por estar concentrada en el último año de su maestría, pasó meses sin ir a verlos a Madera en el Valle Central donde sus padres viven y ella se crio.
“Ellos también estaban felices en la ceremonia de graduación”, platica.
“Por fin podemos decir que todos los sacrificios que hemos hecho, valieron la pena, me dijeron”.
Karen dice que su sueño por ahora es trabajar en las noticias. Pero en unos siete años más, quiere hacer un doctorado en educación o estudios latinoamericanos porque le gustaría dedicarse a la enseñanza.