Padre e hija comparten una pasión por el cuidado de las personas de la tercera edad
Arturo López recuerda que desde muy pequeño sentía pasión por la medicina. Algo sorpresivo para sus conocidos ya que nadie de su familia había estudiado esa carrera.
“Tenía como 12 años y yo les decía a mis amigos que quería ser doctor y ellos se reían de mí”, confiesa el hombre de nacionalidad mexicana cuyo padre fue bracero por muchos años.
No obstante, ni las dudas y burlas lo detuvieron para que años después estudiara medicina en la Universidad Autónoma de Guadalajara (México) y eventualmente se mudara a Nueva York para hacer su practica de medicina.
Ahora, ya con 40 años de experiencia, el doctor Arturo ha logrado obtener una excelente reputación con los pacientes de la tercera edad.
El galeno de medicina familiar contó que en 1999 tuvo la oportunidad de trabajar en una clínica de CareMore Health en Whittier.
“Ahí vimos que no combinaba tener niños con personas mayores porque los niños gritan, lloran y los pacientes mayores se ponen nerviosos, sobre todo aquellos que ya están desarrollando demencia y se pueden enfermar más”, contó el doctor Arturo, de 64 años.
Por esta razón, comenzó a poner más atención a las personas de la tercera edad ya que —según indica— sentía que era el grupo que recibía menos atención.
“A lo mejor se sienten un poquitos olvidados y pues también hay que verlos y darles ánimo porque para muchos, ver al doctor es su único evento de la semana o del mes… Porque muchos viven solitos o no tienen mucha relación con la gente”, señaló.
“Si ven al doctor, o a otras personas, que los animan eso les ayuda para su salud”.
El doctor Arturo también ganó una reputación muy positiva después que decidió ir a visitar a sus pacientes hasta sus hogares tras descubrir que algunos no iban a sus citas porque vivían en residencias para personas mayores.
“Mis compañeros me decían: “¿Por qué te vas a ver solo dos o tres pacientes y te vas toda la tarde cuando puedes ver más en la clínica?” Yo les decía, porque ellos también tienen derecho a que los vean”, recordó.
Ayuda inesperada
El doctor Arturo tiene cuatro hijos y aunque su esposa esperaba que alguno de ellos estudiara medicina, él indicó que nunca los obligó a seguir alguna carrera en especifico.
Cuando su segunda hija, Melissa López, estudiaba en la Universidad de California, Irvine (UC Irvine); ella tenía en mente ser profesora de
antropología.
“Pero después de hacer un curso en UC Irvine no sentí que esa era la profesión que quería en ese momento”, contó Melissa, quien eventualmente obtuvo una pasantía para ser asistente médico (Physician Assistant o PA).
“Después hice mi investigación y vi que el PA era una profesión para entrar a la medicina más rápida y obtener educación de calidad porque hay una escasez doctores y con los PA y las enfermeras especialistas están llenando ese vacío”.
Sin dudarlo mucho, Melissa decidió estudiar medicina para convertirse en PA y poco después de graduarse, el año pasado, padre e hija recibieron una oportunidad difícil de rechazar.
El doctor Arturo dijo que ya estaba trabajando solo medios días en la clínica de Whittier pero alguien le mencionó la oportunidad de abrir una clínica en Montebello.
“Le dije a Melissa: ‘‘¿Quieres trabajar en la nueva clínica? El trabajo es más intenso’”, agregó.
Sin temor a fallar, Melissa, de 30 años de edad, aceptó el reto y desde enero de 2019 padre e hija trabajan juntos en las dos clínicas al servicio de una población principalmente de adultos mayores.
La joven asegura que durante sus años de universidad, una de sus clases favoritas fue la de geriatría —una especialidad dedicada a la salud de las personas de la tercera edad.
Ahora ya como asistente médico, confiesa que dos de sus grupos de pacientes favorito son las personas de la tercera edad y las mujeres.
Satisfacción gratificante
Aunque tratar a las personas de la tercera edad pudiera convertirse en una situación agridulce puesto que a cierta edad pueden presentarse complicaciones fatales, los doctores López aseguran que ellos intentan darles una mejor calidad de vida.
Tanto es así que el doctor Arturo se enorgulleció al decir que la clínica donde él y su hija trabajan hay menos personas mayores que tienen que ser hospitalizadas o llevadas a la sala de emergencia.
“Como PA quiero cambiar la estadística de que las comunidades de color tienen las peores estadísticas de enfermedades”, dijo Melissa.
Su padre dijo enfocarse en mantener a sus pacientes felices mediante la alimentación saludable, el ejercicio y mantenerlos ocupados, dentro de sus posibilidades, para prevenir la depresión.
“A veces los pacientes me dicen que se van a morir en tres meses pero uno nunca sabe… Yo les digo que piensen positivo y parece que no, pero pensar positivo ayuda mucho al cuerpo”, asegura el doctor Arturo. “Me ha tocado ver quienes llegan a vivir [muchos] años”.
Una de sus pacientes, por casi 20 años, es la señora María Ruvalcaba quien aseguró que desde que se cambió de doctor, su salud y la de su esposo ha mejorado
grandemente.
“Cuando nos cambiaron el seguro de salud queríamos doctores que hablaran español y yo desde que vi el nombre me llamó la atención”, dijo la mujer de 69 años de edad.
“Mi esposo al principio no quería venir a verlo y ahora es de los primeros en llegar a la clínica cuando le toca su cita”.
La salud es un trabajo en equipo, aseguró el doctor Arturo.
“[Los pacientes] deben visitar a su doctor por lo menos tres veces al año. Tienen que aumentar su actividad física porque muchas personas piensan que porque ya son grandes ya no deben hacer ejercicio y lo más importante, es lo emocional”, agregó.
“Deben tener buena relación con su familia porque una buena relación ayuda a tener una vida duradera”.
Por su parte la asistente de médico, dijo haber aprendido que siempre es mejor dar que recibir.
“Cuando tu das te sientes muy bien, interactúas con otras personas y haces un impacto positivo en las otras personas”, dijo Melissa.