Estudiantes que vivieron los ‘walkouts’ contra la 187 cuentan cómo ese momento marcó su vida
Alfredo Carlos obtuvo un doctorado y es maestro en ciencias políticas; Gustavo Arellano es reportero de LA Times y tiene un podcast donde habla sobre la comunidad latina
Han pasado 25 años desde que la controversial Proposición 187 fue aprobada por los votantes en 1994. La ley de California intentaba criminalizar a los inmigrantes indocumentados mediante la negación de cualquier servicio médico, educativo o público.
La medida que eventualmente fue derrotada en la corte federal causó que jóvenes y adultos latinos se volcarán a las calles en protesta.
Seis días antes de la votación, alrededor de 10.000 estudiantes de unas 30 escuelas del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD) salieron de sus clases a manifestarse contra la medida que exigía verificación de documentos legales a los estudiantes y a sus padres. Esto aterrorizó a alumnos inmigrantes y a ciudadanos hijos de inmigrantes en las escuelas de kínder a la universidad.
Alfredo Carlos, PhD., profesor de ciencias políticas y estudios chicanos en la Universidad Estatal de California, Long Beach (CSULB), dijo que en 1994 él era estudiante de secundaria en el sur de Los Ángeles. Pese a que sabía poco de la ley sentía el nerviosismo de sus padres.
“Había muchas platicas de que el gobernador Pete Wilson no quería a los inmigrantes”, recordó el profesor, zacatecano de nacimiento, y cuyos padres emigraron sin documentados a Estados Unidos.
“Con nosotros hasta había un plan: si mis papás no llegaban a la casa un día, nos teníamos que ir con una tía”, recordó el profesor de 39 años. “Yo no entendía porque si éramos seres humanos nos trataban de diferente manera. Yo no podía contemplar la idea de que mi mamá y mi papá podían ser deportados”.
Es por eso que sin pensarlo mucho y con el afán de ayudar a su familia y a su comunidad, Carlos de entonces 14 años se lanzó a las calles con estudiantes de su escuela Stephen White Junior High School, aquel 2 de noviembre de 1994.
“Había platicas de que los estudiantes querían hacer ‘walkouts’ [marchas]… Yo no sabía mucho de la política, ni estaba involucrado como ahora, pero me salí [de la escuela] con los otros alumnos”, contó el académico. “No puedo decir que teníamos una política elaborada [de qué hacer] pero si supe que fueron muchas escuelas involucradas”.
La Proposición 187—escrita por el asambleísta Dick Mountjoy (R-Monrovia)—se dio en un momento en que el estado dorado pasaba por una crisis económica y el gobernador Pete Wilson buscaba su reelección. Con un gobierno liderado por los republicanos, el gobernador hizo de la medida uno de sus principales lemas de campaña. Finalmente, el 8 de noviembre de 1994, la 187 fue aprobada en las urnas con el 59% del voto.
Cambiando el temor por activismo
Ese mismo 2 de noviembre de 1994, a unas 35 millas al sur de la escuela de Carlos, en la preparatoria Anaheim, en el condado de Orange, Gustavo Arellano, de 15 años, veía a muchos estudiantes salir de la escuela en horario de clases para protestar en contra de la Proposición 187.
Arellano, quien ahora es escritor y reportero del periódico Los Angeles Times, dijo que no fue hasta un mes antes de la votación de la propuesta que él se enteró de qué se trataba.
“Me acuerdo que unos americanos en una camioneta me empezaron a gritar ‘¡187!’”, contó Arellano. “Yo pensé, ‘están locos’ y cuando llegué a la casa miré la televisión y vi que era una medida racista”, dijo Arellano, de raíces mexicanas.
Fue cuando el temor se apoderó de él, ya que, pese a que él nació en Estados Unidos, su padre aún era indocumentado y las conversaciones en contra de este grupo se intensificaban.
“Muchos alumnos estaban a favor de la 187. Yo recuerdo a un estudiante de padres refugiados salvadoreños que decía: ‘No a los ilegales’ y yo pensaba, ‘cómo va a estar a favor de la 187 si sus padres llegaron como refugiados’”, recordó Arellano.
No obstante, cuando se llegó el momento de brincar la malla de metal de la preparatoria Anaheim para salir a protestar a las calles, Arellano optó por no salir.
“Yo pienso que fue por puro temor. Yo pensaba que si me salía le iba a pasar algo a mi familia”, aseveró el reportero. “También pensaba que marchar no iba a hacer ningún cambio”.
Fue al paso de los años que entendió lo que significa marchar y protestar. Ahora Arellano se encarga de hacer que su voz se haga escuchar fuerte y clara mediante cada artículo que escribe y cada entrevista que ofrece en radio y televisión.
El reportero lleva con orgullo sus raíces mexicanas y lo manifiesta en cada uno de los tres libros que ha publicado sobre la cultura mexicana y mexicoamericana.
“Es porque a veces llegas a un límite donde algo te pasa y dices, ‘ya no más’. Yo dije, ‘somos gente buena’ y quise demostrarlo yendo al colegio y mejorando mi educación”, aseveró el periodista.
Arellano dijo que encuentra casi irónico el hecho de que aquel jovencito de 15 años que no marchó durante las protestas de 1994 y que no hizo nada por su gente ahora se dedica a darle voz a los desfavorecidos.
“Es como mi forma de pedir perdón a ese joven por no haber marchado, quiero decirle que todo está bien y toda mi carrera ha sido solamente para mejorarme”, aseveró Arellano, quien actualmente está presentando un podcast que habla acerca de la 187 en “Esto es California; La Batalla de la 187”.
Acontecimientos cíclicos
El profesor Carlos dijo que es triste ver que 25 años después, los inmigrantes y latinos sigamos peleando las mismas batallas.
“El problema de deshumanización a los inmigrantes no solo fue en 1994″, aseguró el profesor.
Estos desgarradores sucesos han ocurrido en los años 80 cuando se proveyeron más fondos para los agentes de inmigración, así como la militarización en la frontera bajo el liderazgo del presidente Ronald Reagan. En los años 50 y 60 más de un millón de mexicanos fueron deportados con la “Operation Wetback” (Operación mojado). Y en la década de los 30 con la repatriación de cientos de miles de mexicanos de los cuales muchos eran ciudadanos estadounidenses.
“Es parte del sistema económico que cuando necesitamos traemos a inmigrantes para los trabajos y cuando hay problemas les echamos la culpa”, aseveró el profesor Carlos, añadiendo que esto hace que los inmigrantes sean considerados una “demografía desechable”.
Por su parte, Arellano dijo que pese a lo malo que ha enfrentado California él encuentra gratificante ver la respuesta de los californianos
“Ahora somos un estado azul y un estado santuario”, recalcó, asegurando que luchar contra lo que no es considerado justo es nuestro deber. “Yo les digo a los jóvenes que siempre hay esperanza. Si hay jóvenes o adultos que miran algo y no les gusta deben mejorarlo. No debe de haber temor”.