De Wilson a Trump surge un sentimiento de derrota entre los latinos
Un cuarto de siglo después, toda la nación parece estar bajo los efectos de algo peor que la Proposición 187.
Fueron días difíciles para la comunidad inmigrante de California. Posiblemente no hubo otro momento igual en el pasado, desde las repatriaciones de medio millón de mexicanos en la década de 1930, que fueron usados como chivos expiatorios de la Gran Depresión. Sin embargo, habían pasado solo ocho años de la reforma migratoria de 1986, proyecto bipartidista firmado por el presidente Ronald Reagan, y solo tres desde que su sucesor, George H. W. Bush, había legalizado a más de un millón de indocumentados que habían quedado fuera de la reforma.
Aun así, el entonces gobernador republicano de California, Pete Wilson, se empeñó en suspender ayudas básicas para la comunidad indocumentada. Surgió la Proposición 187, que fue a las urnas en noviembre de 1994. La realidad política del estado dorado era muy diferente a la de hoy día. Los republicanos habían dominado Sacramento y habían colocado en la Casa Blanca a los dos únicos presidentes procedentes de esta región: Richard Nixon y el propio Reagan. La Proposición 187 se aprobó por 58.9% de los votos a favor y 41% en contra. De acuerdo con cifras oficiales, 78% de los republicanos y 62% de los independientes se pronunciaron a favor de la propuesta, mientras que 64% de los demócratas se opuso a la misma.
Se calcula que en aquel momento California tenía en su territorio por lo menos un millón 300 indocumentados, entre ellos unos 300 mil niños.
¿Qué hacer desde el principal diario en español de todo el suroeste de Estados Unidos? Ese era el caso de La Opinión, que había sido la voz de la comunidad hispana de Los Ángeles desde 1926. Sus páginas se llenaron de artículos relacionados con la polémica propuesta de eliminar la educación y la salud pública a los inmigrantes no autorizados. Que obligaba a policías y otros funcionarios de seguridad a denunciar a los indocumentados ante el Servicio de Inmigración y Naturalización, y prohibía a los gobiernos locales impedir a esas fuerzas del orden cumplir con esa obligación. Gran parte de la comunidad, principalmente jóvenes estudiantes, inundaron las calles del estado, con ruidosas protestas en contra del propósito de abandonar a su suerte a quienes habían huido de la pobreza, de la violencia, de dictaduras y de cruentas guerras civiles. En cada uno de esos eventos estuvo La Opinión, con toda su artillería de reporteros jóvenes que, si bien nunca perdieron su objetividad, se sentían parte de los agraviados.
Por supuesto, las páginas editoriales también se llenaron de opiniones y la posición del periódico fue firme desde el primer momento. La Opinión condenaba, sin lugar a dudas, la Proposición 187.
Pero se necesitaba también ir más allá de la noticia, de los eventos del día. Desde la fundación de la misión Nombre de Dios en San Agustín, Florida, en 1565, la presencia hispana en lo que posteriormente hemos conocido como Estados Unidos de Norteamérica, había sido abrumadora. Las contribuciones a este país en numerosos e importantes renglones habían sido decisivas a la hora de sentar los cimientos de la nación. Culpar a los inmigrantes de las crisis económicas o de la falta de empleos, no solo era una falsedad. Era también una calumnia. Entonces decidimos hacer una serie especial en 10 partes sobre los aportes hispanos al país en la agricultura, la construcción, los servicios y otros renglones de la economía, sobre el poder adquisitivo del latino como consumidor, de sus sacrificios en las guerras que había librado Washington, su presencia en el mundo de la exploración espacial y las ciencias, su creatividad en la música, el arte y la literatura, su pujanza en los deportes y tantos otros espacios de la sociedad estadounidense.
La dirección de La Opinión puso a disposición de ese proyecto todos los recursos que eran necesarios. Los reporteros de la sección local se mezclaron con los cronistas deportivos y de espectáculos, con los fotógrafos, los diseñadores, los editores de secciones, los correctores de estilo y de pruebas, con los traductores. Felizmente, aquella serie especial salió a luz día tras día durante casi dos semanas. Muchos quedamos sorprendidos, porque no solamente los activistas y manifestantes que estaban en las calles tratando de impedir la aprobación de la 187 se admiraron de lo que había hecho La Opinión. También las universidades locales llamaron a la redacción del diario para preguntar si había traducción al inglés de aquellos artículos.
Por suerte para los indocumentados, para toda la comunidad inmigrante y para la imagen de California, la Proposición 187 fue detenida provisionalmente el 11 de noviembre, tres días después de su aprobación, por el juez federal Matthew Byrne. En diciembre de 1994, la jueza Mariana Pfaelzer bloqueó la implementación de la propuesta, excepto en los puntos del acceso a la educación superior y al uso de documentos falsos. Tres años más tarde, en noviembre de 1997, Pfaelzer decidió que la Proposición 187 era anticonstitucional al tratar de regular la inmigración, lo cual era una tarea del gobierno federal. El gobernador Wilson impugnó la decisión ante el Tribunal de Apelaciones del Noveno Circuito, pero en julio de 1999 California tenía ya otro gobernador, el demócrata Gray Davis, quien abandonó la apelación presentada por Wilson. Ahí murió la 187 definitivamente.
Son muchos los expertos que afirman que la 187 cambió el rostro político de California. A partir de ese momento, el estado dorado dejó de ser republicano para convertirse en un estado mayoritariamente demócrata. Sin embargo, un cuarto de siglo después, toda la nación parece estar bajo los efectos de algo peor que la 187.
Las redadas que se llevan a cabo por órdenes del presidente Donald Trump, la separación de las familias inmigrantes que llegan a la frontera, las restricciones a casi todo tipo de inmigración, y el hostigamiento en las calles de parte de gente y grupos supremacistas a los latinos, inclusive a ciudadanos norteamericanos de ese origen, ha despertado nuevas frustraciones y un cierto sentimiento de derrota.
Por el momento, solamente se vislumbra una sola salida a esta crisis: la asistencia masiva a las urnas en las elecciones de noviembre de 2020.
(*) Jesús Hernández Cuéllar fue editor de la sección Metropolitana de La Opinión y es fundador y director de la revista digital Contacto Magazine.