“Entre las 100 primeras universidades del planeta no hay ninguna de habla hispana… y somos 570 millones de hispanohablantes”
¿Hay un español o varios? ¿Cuál es el correcto? El escritor, historiador y filólogo Fernando Iwasaki contesta a estas preguntas
Nació en Lima en 1961, tiene un apellido paterno japonés, vive en España desde hace más de 30 años y es dueño de un afilado y agudísimo sentido del humor.
Pero además de ser doctor en Historia de América por la Universidad Pablo de Olavide en Sevilla y profesor de las facultades de Comunicación y Relaciones Internacionales de la Universidad Loyola de Andalucía, de ser autor de varias novelas, libros de cuentos y ensayos históricos y lingüísticos, Fernando Iwasaki es un ejemplo viviente del español de las ‘dos orillas’, del que se habla en Hispanoamérica y en España.
“Dos lenguas maternas que son iguales y al mismo tiempo diferentes”, según sentencia en su delicioso libro “Las palabras Primas”.
Conversamos con el escritor peruano con motivo de su participación en el Hay Festival de Arequipa.
Bernard Shaw decía que Estados Unidos e Inglaterra son dos países separados por la misma lengua. ¿Ocurre un poco lo mismo entre Latinoamérica y España?
Durante muchos años hemos tenido una comunicación fluida y muy rica, lo vimos por ejemplo con la poesía, desde el modernismo hasta los últimos movimientos.
También con el boom latinoamericano, cuando escritores de México, de Perú, de Argentina o de Colombia publicaban libros en España y los lectores españoles leían cosas escritas en el habla de otros lugares del mundo de habla hispana y no sentían ningún tipo de perplejidad.
Pero en los últimos años estamos viendo fenómenos un poco extraños, como por ejemplo el doblaje en España de películas mexicanas, chilenas, peruanas, argentinas o colombianas.
Creo que eso nos empobrece como comunidad de hablantes.
Pero también ocurre al revés. En las cadenas hispanas de Estados Unidos apenas hay periodistas españoles, porque consideran que el acento del español de España es demasiado agresivo comparado con la dulzura del acento latinoamericano…
Es posible que quien no tenga la experiencia de vivir en España no sepa interpretar los protocolos coloquiales del habla española.
Yo llevo ya viviendo 34 años en Andalucía y doy fe de que el acento andaluz o el habla andaluza es mucho más parecida a la latinoamericana que el resto de hablas peninsulares.
El habla canaria también es muy parecida a la latinoamericana, incluso la de Ceuta y Melilla.
Tal vez alguien que desde Colombia o Guatemala escucha hablar a alguien en castellano peninsular puede pensar que está enfadado y no, simplemente es que su habla es así.
Es verdad que un hispanoamericano a veces interpreta esos tonos de voz como un enfado.
Pero doy fe que la mayor parte de las veces el hablante de español no está enfadado.
¿Y a qué atribuye usted esta regresión que estamos experimentando, al hecho de que efectivamente teniendo un idioma común se doblen películas latinoamericanas al español de España?
Yo, por principio, soy bastante crítico con los doblajes.
A cualquier cinéfilo hispanoamericano le chocaría muchísimo encontrarse con la oferta de la cartelera española, en la que absolutamente todo está doblado.
A nosotros nos gusta ver las películas en versión original con subtítulos, nos gusta disfrutar del habla de los actores porque la voz de un actor es consustancial a la interpretación de su papel. Eso como punto de partida.
Y en segundo lugar creo que la razón por la cual se doblan películas hispanoamericanas en España es porque alguien desde algún despacho considera que el espectador es perezoso.
O que va a tener problemas para interpretarlas, cosa que no me parece justa.
Es verdad que todos los móviles, todos los ordenadores y prácticamente todos los aparatos que han venido para simplificar la vida en el fondo nos están volviendo muy acomodaticios.
Pero los buenos hablantes del español no deberían tener ningún problema para entender a un actor mexicano, argentino o chileno, de la misma manera que no tienen problemas para entender a un futbolista nacido en Brasil que sí que chapurrea un español más o menos airoso en una rueda de prensa.
¿Cuántas hablas españolas hay?
Muchísimas.
Tendemos a pensar que hay un único español, sin embargo existen muchas variaciones del español, tantas como del inglés, aunque existe una especie de obsesión por reducir el inglés a sólo dos o tres tipos.
Sin embargo, además del inglés británico o del inglés de los Estados Unidos existe el inglés de Canadá, el inglés de Australia, el inglés de Sudáfrica…
- ¿A quién consideran latino en Estados Unidos? (y por qué es más complicado de lo que quizá imaginas)
Por no hablar del inglés que se habla en la India, Pakistán o Egipto, del inglés de Malta o el inglés escandinavo.
Y luego hay un inglés más, un inglés que podríamos llamar franco y que es el inglés de todos los que no hemos nacido en inglés pero hacemos el esfuerzo de comunicarnos en inglés y que es uno muy distinto.
Y luego está el inglés de la líneas aéreas, un inglés que a veces algunos pasajeros consiguen entender.
¿Y hay algún español que sea más puro que otro?
No, no creo que exista un español más puro que otro. En realidad, todas las búsquedas hacia la pureza resultan muchas veces resultan arbitrarias.
¿Por qué el español más puro tendría que ser el de Valladolid, por poner un ejemplo, y no el de Sevilla?
¿Por qué el español de Colombia tendría que ser un español más claro y más puro que por ejemplo el español de Bolivia?
Yo creo que existen buenos hablantes y hablantes menos competentes, y lo que debemos hacer es tratar de ser cada vez mejores hablantes.
Cuando uno escucha hablar en español al profesor británico John Elliott descubre que habla un español impecable.
Cuando uno escucha hablar en su español rioplatense al actor Viggo Mortensen, también se da cuenta de que el suyo es un español perfectamente válido.
Además hay que recordar que en 2013 el Premio Cervantes (considerado el galardón más importante de las letras hispanas) lo recibió Elena Poniatowska, quien no nació en el español.
El Premio Cervantes lo recibió también Juan Gelman, que creció en el ucraniano, y lo recibió Sábato, que creció en el italiano.
El español es una lengua de acogida extraordinaria donde han encontrado su casa hablantes de otros idiomas que después han escrito en español.
¿Cuál es el mayor riesgo al que se enfrenta en estos momentos la lengua española?
Quizá uno de los riesgos más grandes es que perdamos la originalidad creativa que siempre hemos demostrado en la lengua, asimilando hallazgos que provienen de otros idiomas.
Es el caso por ejemplo de “fake news” una expresión que se ha popularizado en los últimos años de una manera vertiginosa y que en 2017 fue declarada palabra del año.
Sin embargo nosotros en la lengua española tenemos infinidad de palabras para decir “fake news”, para definir una mentira difundida con mala intención y perversas motivaciones para distorsionar la realidad.
Tenemos palabras como ‘paparruchas’, tenemos ‘jangada’, tenemos ‘habladuría’, tenemos ‘chisme’, tenemos ‘pajarota’…
Tenemos muchísimas palabras para decir ‘fake news’.
Nadie ha mentido tanto y de manera tan original como en lengua española.
Y sin embargo ‘fake news’, una palabra inventada en el año 2005 en un programa de televisión, se ha convertido en una palabra que todas las lenguas utilizan, sobre todo desde que un presidente de los Estados Unidos la empleó prácticamente como bandera en su campaña.
A mí me parece esto muy injusto porque ha habido muchísimos presidentes que hablan español y que han mentido siempre, y nunca se han convertido en personas tan famosas.
Ese fenómeno, ¿cree que en parte se puede deber a las nuevas tecnologías y a internet, que difunden todo y nos hacemos como decía usted cada vez más perezosos?
Una cosa es que la industria se fije en los hispanohablantes, que podemos ser buenos clientes porque después de todo somos 500 y pico millones de potenciales clientes de cualquier aparato, y otra cosa es que el español esté posicionado fuera del ámbito propio e intrínseco del español.
Yo, por ejemplo, durante muchos años me resistí a utilizar teléfonos móviles de pantalla táctil.
Para mí era fundamental utilizar botones, teclas, y sigo echándolas de menos.
Considero una gran pérdida la desaparición de los teléfonos con teclado analógico, porque yo me llevo mucho mejor con un teclado, de la misma manera que prefiero las plumas a los teclados.
Mientras pude, compre teléfonos con teclado. Y cuando desaparecieron de los mercados españoles, los encontré en Amazon Australia o Inglaterra.
Y cuando me llegaban esos teléfonos, me di cuenta de que no tenían el español como la lengua de configuración.
Tenían el croata, el polaco, el urdu, el euskera, el catalán… pero no estaba el español. Había a lo mejor 15 lenguas distintas, pero no el español.
Esto me parece muy, muy importante.
Estamos acostumbrados a adquirir tecnología en países hispanohablantes, pero ¿qué pasa si yo no vivo en un país hispanohablante y adquiero un teléfono, una tableta, una computadora o un teclado y entro en la configuración y no existe en español?
Es algo para reflexionar.
¿Significa entonces que el español está perdiendo el tren de las nuevas tecnologías?
Significa que el español es una lengua muy, muy poderosa en el interior del español.
Pero fuera ya es otra cosa.
Es algo que también podemos comprobar también con nuestras universidades: entre las 100 primeras universidades del planeta no hay ninguna de habla hispana, y somos 570 millones de hispanohablantes.
En Israel hay ocho millones de habitantes y tienen dos universidades entre las 100 mejores del mundo.
Los noruegos tienen 40 millones de habitantes y tienen dos universidades en ese mismo ranking.
Y los holandeses tienen 60 millones de habitantes y tienen cuatro universidades entre las 100 primeras del mundo.
Y no sigo con las que hay de habla inglesa, francesa o alemana porque es más deprimente todavía.
Si ampliamos a las 200 primeras universidades del planeta, ya entran el italiano y el portugués. Pero sigue sin entrar el español.
Creo que eso explica por qué fuera del ámbito del español la tecnología no contempla el español, de la misma manera que la diplomacia no contempla el español.
Supongamos que efectivamente un día Gran Bretaña se marcha de la Unión Europea: el inglés seguirá siendo una lengua oficial de la Unión Europea.
De ninguna manera podría serlo el español, porque el único país de la Unión Europea en el que se habla español es España.
Nunca un noruego y un griego se comunicarían en español, ni siquiera un portugués y un francés, ni siquiera un italiano y un rumano por emplear lenguas romances.
En este momento debería ser una prioridad tratar de que, con la salida del Reino Unido de la Unión Europea, el español ascienda un poco.
Pero en la Unión Europea se habla más alemán y se habla más francés que español.
En su libro “Las palabras primas” usted analizar algunas palabras en español que tienen distinto significado en una orilla y en la otra del Atlántico. Es muy divertido cuando relata usted algunos de los equívocos con que se topa cuando viaja a Perú. Lo que en España es comida en Perú es almuerzo, lo que en España es la cena en Perú es la comida, lo que en España es remolacha en Perú es la becerrada, lo que en España es el boniato en Perú es el camote. ¿Hay muchas palabras de este tipo?
Sí. Tantas como las hay dentro de España: hay voces andaluzas que no son equivalentes a las voces cántabras y hay cosas que se llaman de un modo en Murcia y que se denominan de otra manera en Extremadura.
Entre los españoles produce por ejemplo perplejidad saber que una apuesta futbolística que en España se llama la quiniela en América Latina se llama la polla (modo vulgar de referirse en España al pene).
Al lector español primero le choca y luego le da risa.
¿Y cuál es el origen de esa palabras?
El origen de la palabra ‘polla’ está en un juego de cartas, en un juego de naipes que era muy popular en el Siglo de Oro, que se llamaba ‘el juego del hombre’ y que está en Cervantes, en Calderón, en Lope de Vega, en Quevedo…
Pero en un momento determinado el juego de naipes se olvida y el nombre que tenía el dinero que estaba en el centro de la mesa de juego, es decir la apuesta, eso que se llamaba ‘la polla’, termina en España convertido en otra cosa.
Pero, originalmente, lo que la gente que jugaba a ese juego quería era ganar el juego para hacer un hombre, sacarse la polla y correrse de la mesa.
En este caso, la pureza del significado la conservamos en Hispanoamérica.
Es curioso. Hay palabras efectivamente en el español de España han perdido su significado original y sin embargo en Latinoamérica aún lo conservan….
Así es. En América Latina, volviendo al ejemplo anterior, la polla es pura.
En su libro también recoge usted el distinto uso del ‘usted’ que se hace en una orilla y otra del Atlántico. En España el uso del ‘usted’ prácticamente se ha perdido, mientras que en Latinoamérica sigue muy vivo…
Sí, en España el ‘usted’ se ha perdido.
Y creo que es una pérdida irreparable, sobre todo a la hora de los protocolos. Y los protocolos son muy importantes.
Por ejemplo: una empresa contrata a un joven, que de ese modo entra en una estructura donde de alguna forma las jerarquías mantienen unas prudentes y elegantes distancias, y ese joven no domina las conjugaciones con la segunda persona con el ‘usted’.
Yo comprendo que eso sea un problema para un anglosajón porque el inglés no distingue entre el ‘tú’ y el ‘usted’, es una segunda persona rotunda.
Ya en el francés y en el italiano e incluso en el portugués hay un matiz en la segunda persona que en el español siempre ha existido y que es el ‘usted’.
Cuando de pronto se olvida y cae en desuso esa fórmula, una fórmula que no implica elitismo ni discriminación sino que implica cortesía, educación y respeto, es una pérdida importante no sólo en el plano lingüístico sino también en el plano también de la urbanidad.
Sin embargo en Latinoamérica el ‘usted’ sigue gozando de muy buena salud, ¿verdad? ¿No está en peligro?
Para nada, el usted en Hispanoamérica no está en peligro.
Incluso tiene una dimensión cariñosa que en España se ha perdido.
En Colombia, por ejemplo, el ‘usted’ es esencial. En Colombia es tan importante que hay un colombianismo bellísimo que es el ‘su merced’ (sumercé), una especie de tratamiento a medio camino entre el ‘usted’ y el ‘tú’ pero que se origina en el ‘usted’.
A mí me parece muy bonito que un colombiano por ejemplo a su padre le hable de ‘usted’ y a la madre de ‘tú’ o al revés: al padre de ‘tú’ y a la madre de ‘usted’.
O a los abuelos de ‘usted’ y a los padres de ‘tú’, o al hijo y a la hija de ‘usted’ cuando pasan de una cierta edad.
A mí todas esas sutilezas me parecen muy bellas.
¿A qué atribuye la pérdida del ‘usted’ en el español de España?
Yo llevo 34 años en España, pero no viví en los años de la transición, donde según me dicen que se origina esta rebeldía al uso del ‘usted’.
Yo he escuchado a gente decir que hablar de ‘usted’ es franquista, y me he quedado mudo.
Pero los hispanoamericanos no podemos ser franquistas de ninguna manera, y por lo tanto usamos el ‘usted’ sin ningún problema.
Pero he leído y he escuchado en más de una ocasión que en España se pierde el ‘usted’ cuando se regresa a la democracia y se adopta el ‘tú’ como expresión de igualdad.
Usted es hijo de un japonés, nacido en Perú, residente desde hace 34 años en España… ¿De dónde se siente?
Yo me siento de todas las partes en las que conozco gente que quiero y que me quiere.
“Patria” es un sustantivo que etimológicamente significa ‘la tierra de los padres’. Pero ‘tierra de los hijos’ no tiene sustantivo, y para mí España es la tierra de mis hijos, la tierra también de mi esposa. Me siento tan español como peruano.
El Perú es la tierra de mis padres, la tierra de mis hermanos, donde transcurrió mi infancia y donde hice las lecturas más decisivas de mi vida. Siempre viaja conmigo, yo no me he ido del Perú, yo no he perdido un país: he ganado otro.
Pero, al mismo tiempo, mis padres son resultado también de emigraciones, y las herencias culturales de mis padres las llevo también conmigo y para mí son una expresión de riqueza.
Mi abuela materna era ecuatoriana, y cuando en Ecuador tuvieron la gentileza de publicar una antología de mis relatos sentí que había un nexo especial entre el público ecuatoriano y yo.
Mi hija mayor está casada con un chico alemán, donde cuando uno se casa cambia de nombre, pueden elegir el nombre de la esposa o del marido.
Mi yerno ha tenido a bien ponerse el nombre de mi hija, que es el mío, así que cuando algún día sean padres tendré un nieto por ahí que hablará el alemán pero que tendrá apellido japonés porque su madre es una española hija de un peruano.
Ya esto es como ser una casco azul de la ONU pero sin ejército.
Este artículo es parte de la versión digital del Hay Festival Arequipa, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza en esa ciudad peruana entre el 7 de septiembre y el 10 de noviembre de 2019.
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