Un sabor agridulce le deja la residencia de EEUU a inmigrante mexicana
Un accidente inesperado le causa la muerte a su esposo, y ella se queda sola con el proceso de ajuste migratorio
LOS ÁNGELES.- Cuando Magdalena y su esposo Hilario Gómez estaban más cerca que nunca de iniciar sus trámites de residencia en Los Estados Unidos, tras más de dos décadas de espera, una tragedia enlutó su hogar. Hilario perdió la vida en un accidente repentino e inesperado.
No obstante, un año y dos meses después, su esposa Magdalena obtuvo la tarjeta de residente permanente.
“Me siento feliz, pero a la vez muy triste porque mi esposo no está conmigo para recibir su residencia y disfrutar algo que él siempre quiso tener”, dice.
Hace 24 años, Magdalena e Hilario dejaron su pueblo en Jalisco, México, y emigraron a los Estados Unidos, trayendo con ellos a su hijo mayor que ahora tiene 25 años.
En Los Ángeles formaron un hogar y tuvieron tres hijos más, una hija que ahora tiene 22 años, y unos cuatitos – hombre y mujer- de 12 años. Hilario trabajaba en el reciclaje, y Magdalena como cocinera en un popular negocio de pollos.
“En 2001, un hermano de Hilario solicitó la residencia para él y para mi por ser su esposa a través de la petición 245(i). Se suponía que la espera sería por diez años, pero como se vino el 9/11 (los ataques terroristas), el proceso se alargó”, explica Magdalena.
Como la petición no avanzaba, cuando su hija Joana nacida en EEUU cumplió los 21 años, decidieron presentar otra solicitud de ajuste de estatus.
“En 2018, fuimos a ver al abogado en migración Eric Price quien nos pidió juntar todos los documentos que necesitábamos para iniciar el proceso”, precisa.
Magdalena dice que el abogado les explicó que como tenían una petición anterior, la 245(i) aunada a la solicitud de residencia que harían a través de la hija mayor de edad, no tendrían que viajar a la embajada de EEUU en Ciudad Juárez para pedir un perdón.
“Pagamos solo una multa de 1,000 dólares”, expone.
En junio de 2018 se pusieron a reunir todos los requisitos para ajustar su estatus migratorio. La pareja estaba muy animada. Por fin, podrían convertirse en residentes.
Sin embargo, dos meses después, una desgracia en su propio hogar, lo cambió todo.
“Me fui a dejar a mis hijos menores a la escuela. Cuando regresé a la casa vi que mi esposo estaba tirado abajo del carro en el patio. Pensé que estaba arreglando algo, pero cuando miré que no se movía, y a dos vecinos tratando de mover el carro, sospeché que algo malo pasaba”, recuerda agobiada por el sentimiento.
El 10 de agosto de 2018, Hilario murió a los 45 años de edad en un percance ocurrido cuando trató de detener con su cuerpo, su vehículo que acelerado debido a una falla mecánica, comenzó a andar solo de reversa.
“Murió instantáneamente por el impacto recibido”, explica Magdalena.
La inesperada partida de Hilario fue un duro golpe para toda la familia. “Ha sido muy duro”, expresa.
Magdalena llegó a pensar que como la petición 245 (i) había sido presentada por su cuñado, el hermano de su esposo, al morir Hilario y quedar viuda, ella ya no podría arreglar.
“El abogado Price me dijo que no había problema, y que mi trámite seguía adelante”, explica.
Magdalena presentó la petición de residencia ya sin su esposo en abril de este año. “Tuve la entrevista el 9 de octubre y hace unas semanas, me llegó por correo primero el permiso de trabajo, y después la residencia”.
A esta madre de 43 años le cuesta trabajo sonreír aún cuando ya es residente de los EEUU, algo que siempre deseó.
“Durante muchos años me sentí frustrada, sin poder avanzar y tener un mejor empleo por no tener papeles. Ahora ya los tengo, pero mi esposo no está conmigo. Me hace mucha falta. Teníamos 24 años de casados cuando murió. Lo enterré exactamente 26 años después de conocerlo”, agrega.
Confía en que la residencia, le abra las puertas para un empleo mejor pagado, y para estudiar.
“Quiero estudiar para ser intérprete en el lenguaje de señas”, dice. Pero también anhela convertirse en ciudadana en cinco años cuando califique para ese trámite. “Quiero hacerlo para poder votar. He vivido más años en este país que en México. Si todos los que son residentes se hicieran ciudadanos, otro gallo nos cantaría”, dice.
Ya con su tarjeta de residente, Magdalena viajará a México en diciembre por una semana para visitar a sus padres, a quienes no ha visto desde hace 24 años. “Voy a cumplir el sueño a mi esposo. Él quería que yo me hiciera residente para ir a ver a mis padres. ‘Yo ya no tengo nada a que ir allá’, me decía, y es que sus padres ya habían muerto”, platica.
Respuestas del abogado Eric Price
¿Qué podemos aprender de la historia de Magdalena?
Que aún en los momentos más oscuros de nuestras vidas, hay todavía esperanza; y por esa razón, tenemos que continuar peleando. Magdalena sufrió una de las peores tragedias de las que he sabido, pero ella pudo avanzar a través de este proceso complejo.
¿Por qué ella no tuvo que salir del país por un perdón?
Porque era una beneficiaria derivada de su esposo en la petición 245 (i). Las peticiones 245 (i) que fueron expedidas hasta el 30 de abril de 2001, dieron a los inmigrantes la oportunidad de obtener su residencia en los Estados Unidos con el pago de una multa de 1,000 dólares.
¿Cuánto es el tiempo de espera promedio para quienes solicitan un ajuste de su estatus bajo la 245 (i) en el caso de los hermanos?
Normalmente el periodo de espera en una petición para hermanos y hermanas que son de México tarda 22 años. Para las Filipinas es de 21 años, y para la India son 15 años. El resto del mundo tiene un tiempo de espera de 13 años.
Es importante aclarar que las peticiones 245 (i) terminaron el 30 de abril de 2001. Los inmigrantes que hicieron una petición después de esa fecha límite, necesitan otra ruta para obtener la residencia. Además, el gobierno actual ha mencionado que eliminará la categoría de los hermanos en el futuro. Es importante que los inmigrantes, que no tienen otro pariente con estatus legal en el país, pero que un hermano o hermana presentó una petición para ellos antes de esta administración o una nueva, que la eliminen.