La leyenda continúa: Julio César Chávez Jr., el campeón de las promesas incumplidas

Opinión: las presiones y expectativas siempre fueron demasiado grandes para él, igual que los sacrificios requeridos

Julio en 2005 con Bob Arum y 'JC' Chávez.

Julio en 2005 con Bob Arum y 'JC' Chávez. Crédito: Donald Miralle | Getty Images

Julio César Chávez Jr. lo volvió a hacer.

O como los presentadores de ring lo anunciaban antes de sus peleas: “¡La Leyenda Continúa…!”.

Solo que la “leyenda” acabó siendo un camino lleno de resbalones, de emociones incontrolables y de promesas, casi todas incumplidas.

La primera vez que me tocó entrevistar a Julio fue en 2005, antes de una pelea en McAllen, Texas. Lo que más recuerdo de aquel primer encuentro no es el hambre de gloria que pudiera haber manifestado ni su determinación por triunfar.

Lo que se me quedó grabado fue su mal humor, algo que me sorprendió. “Es que en el boxeo es mucho sacrificio“, justificó el entonces joven de 19 años de edad.

Claro, para dedicarse al boxeo se tienen que realizar grandes sacrificios, y estaba claro que para un joven que había nacido en cuna de oro y que no había sufrido por las carencias típicas de quienes se dedican a pelear, el enfoque en el boxeo era distinto para él.

El jueves en Phoenix, Chávez Jr. llegó a su cita con la báscula casi cinco libras por encima del límite de peso supermediano en el cual se iba a enfrentar a Daniel Jacobs. Un peleador serio normalmente cumple con el peso establecido, pues no hacerlo es como burlarse del público.

A pesar de lo devaluado que Chávez Carrasco está como boxeador, haber llegado con tal sobrepeso fue un nuevo revés para su imagen, además de que le costó, según reportes, $1 millón de dólares para que Jacobs aceptara que la pelea se lleve a cabo.

El “Hijo de la Leyenda” debió haber dejado el boxeo hace tiempo. Sus derrapones comenzaron hace ya 10 años y eso fue una pena porque Julio tenía talento para brillar en el ring, no para soñar con seguir los pasos de su padre, pero sí para hacer una carrera digna.

Solo que el talento sin la mentalidad apropiada no alcanza.

Los contratiempos de Chávez Jr., quien es el dueño del récord profesional más mentiroso del boxeo contemporáneo (51-3-1), han incluido campamentos deficientes, falta de constancia con los entrenadores y, tristemente, consumo de sustancias prohibidas.

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Yo creo que es entendible doblarse ante las presiones y expectativas a las que Julio César se vio enfrentado desde muy joven, muchas veces siendo utilizado como “gallina de los huevos de oro” por su gran arrastre, pero luego ha tenido la oportunidad de repuntar y ser más profesional, o simplemente dar un paso al costado. En eso ha fallado.

Julio defraudó grandemente a sus seguidores y al público en mayo de 2017 cuando ante la ansiada pelea con Saúl “Canelo” Álvarez habló mucho del deseo de ganar y de estar listo, pero luego se conformó con poder subir al ring y literalmente no tiró golpes.

Este viernes, el “Hijo de la Leyenda” tiene otra inmerecida oportunidad de reivindicarse. El escepticismo es total y legítimo.

Si Julio puede ofrecer un buen combate, entonces su carrera a los 33 años de edad podría encontrar un aliciente. Pero si no, será otra prueba de que debería dejar el boxeo competitivo.

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