Testimonios en juicio exhiben el encierro inhumano de inmigrantes detenidos por la Patrulla Fronteriza
Las celdas huelen a patas y sobaco, el frío es inaguantable y los burritos que les dan están echados a perder
Los testimonios de dos mujeres que fueron encerradas en una cárcel de la Patrulla Fronteriza en Arizona exhiben las condiciones inhumanas del encierro que padecen los inmigrantes detenidos en la frontera al ser colocados en celdas sucias, amontonados y bajo temperaturas congelantes, donde les dan alimentos en mal estado, no pueden asearse, duermen en el suelo y si enferman no reciben la atención médica adecuada.
Las dos mujeres relataron sus experiencias durante la fase final de un juicio que esta semana se lleva a cabo en la Corte Federal de Distrito de Tucson y que fue derivado de una demanda interpuesta en 2015 por tres detenidos, pero que se convirtió en un caso colectivo representado por grupos defensores de los derechos civiles en contra del Departamento de Seguridad Nacional (DHS).
Las condiciones de reclusión en las instalaciones de la Patrulla Fronteriza de Tucson que describieron ambas testigos son similares a pesar de que sus detenciones ocurrieron con cuatro años de diferencia, una en 2015 y otra en 2019.
En 2016 el juez David Bury que lleva el caso ordenó al DHS proveer a los detenidos con colchonetas para dormir y acceso a regaderas para aseo, sin embargo los testimonios refieren que prevalece el trato inhumano hacia los detenidos en las nueve estaciones de la Patrulla Fronteriza del sector de Tucson que en 2019 dieron cabida a unas 63,000 personas.
“Olía a axilas y a patas. Había basura en el piso“, contó una de las mujeres sobre los días que estuvo encerrada junto con otras 20 mujeres en una celda al ser detenida en el 2015.
En la fase final del juicio también se han presentado a declarar expertos en sistemas penitenciarios y en medicina, quienes coincidieron que las instalaciones en las que detenían tanto a mujeres como a niños y hombres no cumplían con las normas ni ofrecían la atención básica.
Burritos que huelen mal
Las pruebas y testimonios presentados en el juicio han dejado en claro que los inmigrantes permanecen más tiempo del que se supone deben estar en las celdas temporales, ya que no deben estar más de 72 horas.
Tampoco suelen darles de comer y cuando lo hacen no parece estar en buen estado, como los burritos con fecha de caducidad de dos años antes que una de las mujeres contó que les dieron.
“Era verde y olía mal“, recordó. “Sobreviví con una galleta y un jugo que me dieron”.
“Me trataron como a un animal”
"I felt like I was not treated like a person, but I was treated practically like an animal. I was afraid that I would freeze of death, I would die of hunger, or I would die of thirst." https://t.co/yMknR54z3d
— ACLU of Arizona (@ACLUaz) January 15, 2020
“Estaba preocupada porque quería ver a un médico, temía por la salud de mi bebé”, dijo la mujer al describir que el trato que recibió no fue humano.
“Prácticamente me trataron como un animal”, recalcó.