“Chernóbil me dejó huérfana, pero no dejo que eso defina quién soy”
Oksana Masters tenía siete años cuando su madre adoptiva la llevó de Ucrania a Estados Unidos. Este año, competirá en sus quintos Juegos Paralímpicos, en Tokio 2020.
De pie sobre un podio junto a la costa rusa del mar Negro, Oksana Masters sintió orgullo mientras oía himnos sonar. No era su primera medalla paralímpica, pero esta era muy especial.
Acababa de hacerse con la medalla de plata de esquí de fondo en los Juegos Paralímpicos de Invierno de Sochi de 2014.
Mientras sostenía su medalla, la bandera de la vecina Ucrania se levantaba por la ganadora, Lyudmila Pavlenko. La misma Masters había nacido en Ucrania en 1989, tres años después del desastre nuclear de Chernóbil. Llegó al mundo con graves defectos físicos causados por la exposición a la radiación.
En Sochi estaba compitiendo por Estados Unidos, el país donde creció como una niña adoptada criada por una madre soltera. Regresar a un lugar tan cercano a su país de su nacimiento había sido una gran motivación cuando estaba en la carrera para competir en Rusia.
“Era como cerrar el círculo”, dice ella. “No había ganado la medalla de oro, pero se sentía como si lo hubiera hecho”.
El momento de Oksana llegaría.
Cuatro años después, dos de las cinco medallas que ganó en Pieonchang 2018 fueron de oro. Y este año, planea competir en los paralímpicos por quinta vez en Tokio 2020.
Será otro capítulo en la destacada historia de vida que Oksana compartió con el Servicio Mundial de la BBC, una que comienza en el orfanato ucraniano que fue su hogar hasta los 7 años.
Tengo buenos y malos recuerdos. Recuerdo campos de girasoles. No sé si era porque era pequeña, pero parecían enormes. También había un ciruelo y no nos daban mucha comida, así que robábamos ciruelas y recogíamos semillas de girasol.
Ahora, cada vez que veo girasoles, me vienen buenos recuerdos porque lo que lees sobre los orfanatos de Europa del Este es bastante preciso. Definitivamente recuerdo el dolor muy, muy agudo en el estómago por tener hambre todo el tiempo.
Desde que nací, me pusieron en adopción. Nací con seis dedos en los pies, me faltaban los huesos principales que soportaban el peso de mis piernas, mis rodillas estaban flotando, no tenían nada en qué apoyarse. Tenía las manos palmeadas; con cinco dedos, sin pulgares. No tengo bíceps derecho, me faltan algunos órganos. Tengo un riñón y no tengo esmalte en los dientes. Cuando vine a Estados Unidos, me enteré de que lo único que puede quitar el esmalte antes del nacimiento es la radiación.
Lo vincularon con Chernóbil porque realmente no estaba tan lejos de allí y por el hecho de que los niveles de radiación continuaron aumentando años después de la explosión. Definitivamente perduró hasta años después de que yo naciera.
También había una planta de energía en el pueblo donde estaba el orfanato que sufría apagones con frecuencia. Cada vez que la radiación era alta, había un policía que se subía al auto y venía a decirnos que cerráramos a las ventanas y puertas y que no saliéramos.
Acabo de terminar de ver la serie de televisión Chernobyl. Había partes que ya conocía. Sabía que sucedían cosas detrás de escena para ocultar su magnitud. Es triste que haya acabado con tantas vidas y hogares. Esa parte del país nunca será la misma.
No quiero decir que fui producto de eso, pero cuando pasa algo horrible es cuando uno puede ver el potencial y las posibilidades, como convertirte en una atleta, en lugar de afligirse por eso.
Cuando tenía 5 años, me llamaron a la oficina del director y me dijeron: “Tenemos una foto para mostrarte, esta será tu nueva mamá”. Cuando vi su rostro, tenía los ojos y la sonrisa más cálidos.
Ella nunca me había visto. Me eligió viendo una foto mía. Todos los días, hasta que ella llegó al orfanato, yo le preguntaba al director: “¿Puedo mirar a mi madre?”.
A veces, si no me portaba bien, porque era una alborotadora, el director lo usaba en mi contra y me decía: “No puedes mirar la foto hoy. Eres una chica mala. Es por eso que ella no ha venido, porque no escuchas”. Como el proceso tardó dos años, comencé a creerle. Pero su foto me mantuvo en marcha.
Ella luchó por mí durante dos años y luego vino y vio la situación en la que vivía. Cuando entró en el pasillo, había gente que estaba rompiendo el hielo en el piso porque los radiadores se habían congelado.
La madre adoptiva de Masters, profesora de la Universidad de Búfalo en el estado de Nueva York, sabía que la pierna izquierda de su hija tendría que ser amputada. La operaron a los 9 años, luego de mudarse a Estados Unidos. En 2001, la familia se trasladó después de que la madre asumiera un nuevo puesto en la Universidad de Louisville, Kentucky. Un año después, a Masters le amputaron la otra pierna.
No sabía que yo era diferente hasta que vine a Estados Unidos. Solo entonces me di cuenta de que todo lo que había experimentado no era normal.
Me diagnosticaron una “falla para crecer sana”, básicamente, morir de hambre. Cuando cumplí 8 años, medía 86 centímetros y pesaba 16 kilos, ¡igual que un niño de tres años bastante saludable aquí en Estados Unidos! Tuve que usar ropa del tamaño de un infante durante mis primeros años.
Ahora que somos mayores y podemos hablar sobre su experiencia, respeto lo difícil que fue para mi madre. Adoptar era casi imposible para alguien soltero. Tuvo que hacer múltiples pruebas psiquiátricas y la gente le preguntaba: “¿Por qué estás soltera? ¿Qué te pasa? ¿Dónde está tu esposo?”.
No me había dado cuenta de todos los problemas que hay para adoptar. No puedo imaginar cómo se enfrentó a eso antes de conocerme. Muestra su fuerza y su corazón puro. Cualquier padre que adopta es un regalo puro, pero mi madre, que lo hizo sola, está en otro nivel.
Ella sabía que me tenían que quitar mi pierna izquierda, era unos 15 centímetros más corta, por lo que me la amputaron cuando tenía nueve años. Eso fue difícil, pero más aún lo fue cuando tenía 13 años y los médicos me dijeron que no podían salvar mi pierna derecha.
No estuve lista durante mucho tiempo porque, después de la primera operación, ya sabía lo que me estaba perdiendo. Sabía lo limitado que las cosas se habían vuelto para mí. Pero el dolor en mi pierna derecha se había vuelto insoportable y dije: “OK, estoy lista, pero con una condición: que pueda mantener mi rodilla”.
Mucha gente no se da cuenta de que no todos los amputados son iguales. La pierna tiene un tobillo y una rodilla, dos articulaciones, así que no quería que me faltaran cuatro articulaciones.
Me habían dicho que estaba bien, pero justo antes de ir a la mesa de operaciones dijeron: “Vamos a amputar por encima de la rodilla”‘.
Estaba tan sedada que no sabía lo que estaba pasando, pero nunca olvidaré esa sensación cuando me desperté en el hospital. Traté de levantarme pero ya no tenía mis piernas para hacer palanca y me caí hacia atrás. Eso fue muy duro. Honestamente, todavía tengo un poco de frustración y enojo por eso.
Al final, fue para evitar tener que pasar por más cirugías en el futuro, pero fue extraño porque no tuve la oportunidad de despedirme de esa pierna porque no sabía que me la quitarían toda.
Oksana también se sometió a múltiples cirugías en ambas manos y comenzó a hacer remo adaptado en 2002. Ganó el bronce paralímpico en 2012, su primera medalla, al competir en pareja con Rob Jones. Para Sochi 2014, se cambió al esquí de fondo.
La primera persona que mencionó los Juegos Paralímpicos y los torneos internacionales fue Randy Mills, director del programa del club de remo adaptativo de Louisville. Soy tan competitiva que odio perder y él lo notó. Todo lo que necesitaba era esa orientación física para alcanzar el siguiente nivel.
Investigué sobre los Juegos Paralímpicos en 2008 y pensé: “¡Oh, Dios mío, esto es genial!”. No tenía una imagen visual de alguien como yo, a quien le faltasen las dos piernas, representando a Estados Unidos a alto nivel. Me tomó hasta Londres 2012 darme cuenta: “Pertenezco aquí”. Luego, me dediqué por completo.
Antes de esos juegos, Masters posó desnuda para Body Issue de ESPN.
De niña, tuve problemas de confianza. Si ya te parece que es el fin del mundo cuando tienes un mal día o una espinilla en la cara cuando te toca tomarte la foto escolar, es peor cuando tienes prótesis en las piernas y manos que son difíciles de cubrir.
Y la sociedad te ha puesto una etiqueta, aunque no te veas a ti misma como “discapacitada“. Eso es algo que se te pone encima.
No quiero que la próxima generación de niñas y niños crezcan sin tener a esa persona a quien admirar y a quien aspirar a ser. Todos los niños tenían una foto de Michael Jordan en su pared. ¿Por qué no puede ser normal que eso pase con alguien que haya tenido un accidente o que haya nacido con una discapacidad? No quiero decir eso porque no es una “discapacidad”. Ese es solo un término que la sociedad en su conjunto ha puesto sobre todos quienes se ven diferentes.
Creo que ver es creer y cuantas más veces se vean los Juegos Paralímpicos o a un paraatleta, más normal será para la persona que no sabe lo que son. Es realmente genial ver que eso se expande.
Masters ganó una medalla de bronce y una de plata en Sochi 2014: ambas, en esquí de fondo. Cuatro años después, en Pieongchang 2018, ganó su primer oro. En esos juegos, ella y su compañero Aaron Pike se convirtieron en paralímpicos por cuarta vez. Ahora, Masters se ha cambiado al ciclismo para Tokio 2020, después de haber perdido por poco una medalla en Río 2016.
Aaron es una persona muy paciente. No sé cómo alguien puede lidiar con mi caos. Comenzamos a esquiar juntos al mismo tiempo y pasamos todo el invierno juntos, así que nos dimos fuerza mutuamente en el entrenamiento.
Me alcanza en las bajadas, pero yo le digo “Jaja, nos vemos” en las subidas porque subo más rápido que él. No podemos salir del modo competitivo. Si jugamos Monopolio y me estás ganando, ¡no va a ser una buena experiencia para ti!
Pero tener a alguien como Aaron allí es genial en los días de entrenamiento cuando encuentras todas las excusas para no querer estar allí. Lo miras y ves a tu mejor amigo, tu pareja, tu compañero de equipo. No es solo un gran novio. Él tiene la misma cantidad de deseo genuino para que otras personas también lo hagan bien y lo comparte con el equipo.
En Tokio, el objetivo principal es ganar en mis dos modalidades: ciclismo en ruta y contrarreloj. En Río, en realidad, tuve tiempo limitado para prepararme porque todavía estaba pasando mi temporada de esquí nórdico e hice la transición en unos pocos meses.
Definitivamente tengo asuntos pendientes en Tokio.
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