Madre pelea contra su deportación para no separarse de sus cuatro hijos
Desde hace diez años debido a un error que cometió al dejar a sus gemelas dentro de un carro, la amenaza de la separación no la deja
Celia Torres, una madre que por unos minutos hace diez años, dejó a sus hijas gemelas con alrededor de cinco o seis meses de nacidas dentro de su automóvil, lucha contra reloj para evitar su deportación.
Como último recurso para no ser deportada y separada de sus cuatro hijos, se ha aferrado a la solicitud de una Visa U que el gobierno de Estados Unidos entrega a las víctimas del crimen que cooperan con la policía.
“Ayer me presenté a las oficinas de ICE en Santa Ana con una carta de mi abogada que informa que se va a iniciar mi proceso de petición para una visa U, ya que fui agredida por las personas a las que yo les rentaba un cuarto”, dice.
En octubre pasado, el ICE le dio a Celia un ultimátum para que abandonara el país. El martes 25 de febrero fue citada por las autoridades migratorias, y consiguió que le dieran un mes más de extensión para permanecer aquí.
En 1999, emigró de México y se estableció en el condado de Orange. En este país, dio a luz a sus cuatro hijos, cuyas edades en la actualidad son de 13, 9 y 2 años. Las gemelas tienen en la actualidad nueve años.
Sus problemas migratorios comenzaron hace diez años cuando fue a pagar una cuenta de teléfono a una tienda, y se le ocurrió dejar a sus gemelas dentro de su automóvil.
“Era el mes de octubre, no hacía calor. Ellas se quedaron durmiendo en sus sillas dentro del carro con la puerta del volante abierta. Se las dejé encargadas a una amiga que había llegado en una bicicleta al mismo lugar. La tienda donde fui a pagar también tenía ventanales, y yo las podía vigilar desde ahí”, relata.
Con lo que no contaba es que una mujer anglosajona que se estacionó enseguida de su auto, se dio cuenta que las niñas estaban solas y llamó a la policía de Costa Mesa para reportarla.
“Cuando yo salí, la mujer me dijo que no me fuera porque la policía ya venía en camino”.
Cuando el agente policiaco llegó al lugar, le pidió su licencia de manejo. “Le dije que no tenía. Me preguntó, si había algún familiar con una licencia que fuera a recoger el auto y a las niñas. Llamé por teléfono al papá de mis hijas del que estaba separada, y le entregaron el carro y a las niñas”, relata.
A Celia la tuvieron detenida por una semana en los separos de la policía de Costa Mesa.
“Me soltaron, pero me pasaron con migración. Los agentes del ICE me pidieron 7,500 dólares de fianza para dejarme salir. Todo esto ocurrió en 2010”, dice.
A partir de esa fecha, inició un martirio para esta madre soltera, cuyo mayor temor es separarse de sus hijos.
“He tenido varios abogados, y he pagado miles de dólares. Con dos o tres empleos como lavaplatos, cocinera y en la limpieza de casas, he vivido para pagar por la representación legal y con lo básico para medio comer y pagar las cuentas”, observa.
Lo limitado de su presupuesto la llevó a subarrendar un cuarto de su departamento de alquiler, pero con tan mala suerte, que un inquilino no le quiso pagar la renta y la agredió cuando le pidió que desalojara.
“Uno de ellos me consiguió un permiso de trabajo, pero en octubre del año pasado, la última abogada que tenía, me dijo que ya no había nada que hacer, que mis hijos estaban sanos y me fuera a México”.
Celia pensaba que sus hijos estaban muy bien, pero resulta que Spencer, su hijo mayor ya se vio afectado con todo el estrés que le ha traído la amenaza de deportación de su progenitora. “Me acaban de llamar de su escuela para preguntarme qué está pasando, ya que mi hijo pasó de ser un niño en el cuadro de honores a tener calificaciones bajas. Me han recomendado llevarlo al terapista porque el niño sufre de un trauma”, expone.
“Mi niño me contó que no se sentía motivado para estudiar sabiendo que me iban a deportar”, dice.
Celia reconoce que por momentos se siente impotente sin poder hacer nada. Sin embargo, dice que luego recupera fuerzas y se da cuenta que necesita luchar por sus hijos y para permanecer en este país donde puede ofrecerles una mejor vida.
El martes 25 de febrero, miembros de la comunidad se manifestaron en Santa Ana para demandar al ICE detener el proceso de deportación de esta madre de cuatro, porque consideran que causaría un daño irreparable a su familia.
Ana Ramírez de la Red de Respuesta Rápida del condado de Orange, dice que desafortunadamente supieron del caso de Celia en agosto pasado cuando estaba llegando a su final.
“Unidos estamos levantando la voz contra las deportaciones, ayudando a los inmigrantes en esta situación a encontrar un abogado y hacerlos sentir que no están solos”, precisa.
También apoyan a los inmigrantes a recolectar fondos para que puedan pagar a los abogados.
“El propósito de la red es enseñarles a navegar el sistema de migración y a que tomen liderazgo de su caso”, dice.
Asimismo han pedido a la oficial de ICE, Lory C. Torres con jurisdicción en el sur de California, ejercer discreción procesal, y desechar el caso de Celia debido a circunstancias extremas y especiales.
Si Celia obtuviera la visa U, podría detener la deportación, obtener un permiso de trabajo y se pondría en camino de obtener la residencia. “Por ahora tenemos que conseguir la certificación policiaca de la agresión que sufrí “, dice Celia.