Receta para sobrevivir a la adolescencia de tu hijo
Dedica un poco de tiempo para analizar los cambios que está sufriendo tu hijo rumbo a la etapa de la madurez
Desde que nació tu hijo, has estado haciendo al pendiente de sus necesidades y sus exigencias. Tener que alimentarlo de madrugada, aguantar sus rabietas en el supermercado, sus pocas ganas de hacer la tarea o su falta de sueño cuando al día siguiente tiene que ir a la escuela.
Entonces, ¿qué pasa cuando tu hijo llega a la adolescencia y debes seguir lidiando con esa conducta desafiante? A pesar de que puede ser un período conflictivo entre padres e hijos, la adolescencia también es un período para ayudar a los chicos a madurar y convertirse en las definidos individuos que serán en el futuro.
Hay niños que hacen el cambio muy pronto y niños que lo hacen muy tarde, unos que maduran a la velocidad de la luz y otros que lo hacen lenta pero paulatinamente. En otras palabras, existe un amplio abanico de posibilidades sobre lo que se considera normal.
Muchos niños dan muestras de que ya han entrado en la adolescencia al hacer un cambio drástico en la forma de relacionarse con sus padres. Empiezan a separarse de “mamá y papá” y a ser más independientes.
Al mismo tiempo, los chicos de esta edad cada vez dan mayor importancia al modo en que los ven los demás, especialmente los demás chicos de su edad, e intentan desesperadamente “encajar” en el grupo y ser aceptados.
La forma más sencilla de sobrevivir a esta oleada de cambios comienza cuando analizas detenidamente cuánto espacio dejas a tu hijo. ¿Soy un padre controlador?, ¿escucho realmente a mi hijo?, o ¿permito que sus opiniones y gustos difieran de los míos?
Esto no es sencillo para nadie pero claro que puedes sobrevivir a esta ruda etapa. Lee libros sobre la adolescencia. Piensa en tu propia adolescencia. Recuerda tu lucha contra el acné o la vergüenza que te daba desarrollarte “demasiado” pronto o “demasiado” tarde.
Responde a las primeras preguntas sobre el cuerpo que le haga su hijo cuando todavía sea un niño, como las diferencias entre chicos y chicas o de dónde vienen los niños. Pero no le sature con demasiada información; limítese a responder a sus preguntas. Si no conoce las respuestas, ayúdele a encontrar a alguien que las conozca, como un amigo de confianza o su pediatra.
Practique la empatía con su hijo. Ayúdele a entender que es normal que esté un poco preocupado o cohibido y que también es normal que a veces se sienta “mayor” y otras como si todavía fuera un “niño”.
A medida que su hijo avance por los años de la adolescencia, usted notará que disminuyen los altibajos emocionales propios de esta etapa. Y, al final, se convertirá en un joven independiente, responsable y comunicativo.