Mallorca vs. Barcelona: la noche más extraña en la historia de Son Moix

El estadio del Mallorca vivió uno de los partidos más atípicos que se recuerden

El Autobus del Barcelona llegando al estadio del Mallorca.

El Autobus del Barcelona llegando al estadio del Mallorca. Crédito: EFE

Todo fue excepcional, atípico. la noche del regreso del fútbol en el estadio Son Moix, que estrenaba nombre Visit Mallorca Estadi tras la pandemia de COVID-19 ha sido el partido más raro que se ha jugado en la isla mallorquina.

Muy lejos quedaron esos Mallorca-Barça que años atrás colapsaban por completo el tráfico en un amplio sector de la capital balear. El choque concentraba a centenares de aficionados esperando a su equipo con banderas y cánticos, obligaba a poner carteles de ’no hay billetes’ en las taquillas y no cabía nadie más en el estadio.

Esta vez se disputa un partido de fútbol sin ruido en los graderíos, jugado con sordina, donde el clamor incesante del público ahora se sustituye por el sonido de animación a través de la megafonía y los gritos de jugadores y técnicos en el césped que retumban como eco.

Los jugadores entraron al campo guardando las distancias en el minuto de silencio por las víctimas del coronavirus y se saludaron con los codos.

A falta de hinchas que les animaran los propios futbolistas se dan ánimos: “vamos”, “así, así”, “bien”, “voy yo”, en un ambiente que, seguro, les recordó pasajes de los entrenamientos entre semana.

Las 200 personas que sí tuvieron acceso al campo se sometieron a rigurosas medidas de seguridad sanitaria: control de la temperatura, mascarillas, guantes, gel para las manos.

El aparcamiento de Son Moix, lleno a rebosar en las noches mágicas del Barça en el campo, estuvo prácticamente vacío. Como si no se tratara de recibir al líder de la competencia y al jugador más taquillera del mundo.

No hubo señales de aquellas multitudinarias filas de coches y los torbellinos de gente ansiosa por ocupar su sitio en las gradas.

“Las visitas del Barcelona y de Real Madrid representan los pilares de los ingresos por taquillas del club, y el hecho de jugar sin público causa un serio trastorno a nuestra tesorería”, precisó un portavoz del Mallorca.

“Hemos tenido que devolver medio millón de euros a aficionados que ya había comprado su localidad”. Así es la nueva realidad del fútbol.

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