Aumento de infecciones del coronavirus en la comunidad indígena
En muchas ocasiones es muy complicado mantener la sana distancia en los hogares de esta comunidad porque muy a menudo varias generaciones de una familia viven bajo el mismo techo, dijeron analistas.
Por muchos años Alberto Hernández había trabajado arduamente en dos empleos. Entre semana laboraba a tiempo completo en una fábrica de coser. Los fines de semana trabajaba a tiempo parcial en un restaurante.
Hernández, quien es indígena otomí del estado de Querétaro, al sur de México, dijo que para él sus prioridades eran trabajar y apoyar a su familia económicamente. Esas responsabilidades le impedían escuchar con más atención a las noticias.
“Cuando empecé a escuchar del coronavirus yo no creía en eso”, contó Hernández, de 48 años. “Veía que lo decían en la tele, pero como yo no veía a nadie de mi familia ni amigos contagiados pensé que no era verdad”.
Sin embargo el 5 de junio por la tarde, Hernández dijo que comenzó a sentir un dolor de cuerpo extremadamente fuerte y después escalofrío.
“Entonces supe de qué se trataba porque no era gripa”, indicó Hernández.
Al siguiente día comenzó a buscar un lugar donde hacerse la prueba del coronavirus. Aseguró que fue muy difícil ya que era fin de semana y cuando llamó al 211 para hacerse la prueba, le decían que esperara hasta el lunes.
Entonces decidió ir al hospital California del centro de Los Ángeles donde pidió realizarse el examen porque estaba seguro que estaba infectado.
“No me lo quisieron hacer porque dijeron que los síntomas que tenía no eran suficientes”, contó Hernández.
Así que enfermo y preocupado regresó a su casa. Pero al siguiente día regresó nuevamente con más síntomas y entonces lo atendieron.
“Ese mismo día me dieron los resultados y me dijeron que era positivo”, comentó. “El doctor dijo que mis pulmones estaban bien y que me fuera a mi casa. Solo si empeoraba que regresara”.
Hasta el momento Hernández desconoce dónde se infectó, pero cree que pudo haber sido en la fábrica de coser ya que en el restaurante lo habían descansado por falta de clientes.
Sin empleo ni dinero
Hernández expresó que la enfermedad lo obligó a quedarse en casa y sin trabajar. En su hogar puso una cortina en su sala para separarse de su esposa e hijo de 10 años y así estuvo por dos semanas.
Pese a que no tenía contacto directo con su esposa o hijo, el inmigrante aseguró que usaba dos mascarillas para evitar cualquier tipo de esparcimiento de contagio y evitó el baño de su hogar. Un bote con bolsas se convirtió en su letrina.
Él dijo que su esposa y su hijo no mostraron síntomas y tampoco se hicieron el examen por temor a contagiarse en la línea de espera.
“Ya me habían contado que cuando van a hacerse el examen hay mucha gente enferma esperando y yo dije, para que va mi familia, si no están enfermos ahí solo se van a infectar”, aseveró Hernández.
Mientras estuvo en aislamiento sus amigos y familiares le llevaban comida y artículos de necesidad básica.
También se enteró de un fondo de ayuda para las familias indígenas de la organización Comunidades Indígenas En Liderazgo (CIELO) al cual solicitó y le dieron $400.
Se enteran del contagio
Odilia Romero, activista pro-indígena y directora de la organización CIELO, dijo que ellos comenzaron a darse cuenta del incremento de contagios en la comunidad indígena durante la entrega de esta ayuda económica.
“Tenemos un fondo de apoyo de $600,000 y lo repartimos en tres partes para repartir a grupos de 500 familias”, dijo Romero.
En la primera etapa de repartición que comenzó el primero de junio, las personas que iban a recoger el dinero les preguntaban a los miembros de CIELO que si conocían a alguien que tuvo el COVID-19.
Para la segunda etapa, cuando se da el repunte después que la reapertura, empezaron a llegar las personas diciendo que ellos ya habían tenido COVID-19 o que algún familiar cercano del hogar había sido infectado.
“Nos decían, es que mi tía tuvo COVID y vivimos en una sola casa”, dijo Romero. “Empezamos a darnos cuenta a través de cada visita que, de los que venían conocían a alguien infectado dentro de su casa”.
Pese a que CIELO no lleva un récord oficial de cuantas familias han sido infectadas, se estima que hasta el momento habían sido una de cada tres personas que recogieron el cheque. Ya sea ellos o sus familiares se habían infectado.
Romero explicó que los últimos $200,000 que les queda por entregar, debido al incremento del contagio, los harán llegar a las familias por correo ya que no quieren exponer al personal tampoco.
Los más vulnerables
El analista Gaspar Rivera-Salgado, director del UCLA Labor Center, dijo que es importante recalcar que muchas de estas comunidades se encuentran laborando en el sector de servicio, lo que los vuelve más vulnerables.
Añadió que la gente pobre como los migrantes indígenas, aunque estén contagiados no se pueden aislar en sus casas; ellos usualmente viven en departamentos con muchas personas y no hay manera de mantener la distancia.
“Hay que recordar que el repunte en lugares como Los Ángeles realmente parece que no fue una segunda ola sino la primer ola que no se controló”, dijo Rivera-Salgado. “Fue porque se abrió muy temprano y la gente que necesitaba trabajar lo hizo, pero regresaba a sus casas y contaminaba a familiares”.
El analista dijo que en este caso los mensajes públicos de “aíslate” y “no salgas de la casa” a veces no funcionan con la comunidad indígena inmigrante porque simplemente no hay manera de aislarse en las condiciones que viven.
No obstante, Rivera-Salgado añadió que la responsabilidad no solamente es de las pequeñas organizaciones como CIELO, pero es necesario que la ciudad de Los Ángeles reconozca que es la ciudad con mayor concentración de indígenas migrantes de Latinoamérica, especialmente de Guatemala y México.
Rivera-Salgado subrayó que se estima que en los Ángeles hay entre 120,000 a 140,000 indígenas migrantes.
Transparencia
Romero dijo que para crear conciencia del la infección de coronavirus en la comunidad indígena, también es muy importante que las personas sean transparentes.
“Que lo digan porque así la gente lo toma enserio. Los pueblos sabemos quién es quién”, dijo Romero.
“No es malo tener COVID, no está en nuestro control tenerlo, pero si debemos decirle a nuestros paisanos para que sepan”, siguió. “Esto es algo serio y sabemos que la información se pasa más rápido dentro de la comunidad que en el internet”.
El condado de Los Ángeles indica que tiene localidades abiertas los fines de semana para realizar exámenes del coronavirus, sin embargo recomiendan a las personas que hagan su cita con tres a cinco días de anticipación.
Adicionalmente, el departamento de servicios de salud del condado de Los Ángeles, dijo en un comunicado que reconocen las necesidades únicas de los residentes del área que hablan lenguas indígenas; aunque enfatizaron que se está haciendo todo lo posible para garantizar que reciban información importante durante este tiempo.
“Los servicios de idiomas están disponibles las veinticuatro horas del día en varias lenguas y dialectos, en nuestros hospitales y clínicas del DHS para nuestros pacientes”, indica el comunicado. “Nuestros servicios de idiomas (adjuntos) tienen experiencia en varios dialectos que son comunes en el condado de Los Ángeles, incluidos el zapoteco, el mixteco, el triqui, el maya y el k’iche ‘, por nombrar algunos”.
Para hacer su cita visite: https://covid19.lacounty.gov/testing/