Perrito diagnosticado con COVID-19 muere tras varias semanas de batalla
Pese a la lucha de su familia por sanarlo, Buddy perdió la batalla el pasado 11 de julio.
Tras varias semanas de batalla contra el virus del COVID-19, Bunddy, el primer perro en EE.UU. diagnosticado con la enfermedad, murió dejando un vacío en el corazón de su familia.
De acuerdo con National Geographic, en abril pasado, Bunddy comenzó a mostrar síntomas de la enfermedad con problemas de respiración ocasionados por una mucosa espesa, lo que alertó a su dueño, Robert Mahoney, quien ya había sido diagnosticado con el virus y pensó que podría haber contagiado a su mascota.
Pese a que se intentó dar atención inmediata a Bunddy, la pandemia complicó la situación debido a que muchos médicos veterinarios no dieron consulta a sus pacientes.
Incluso Mahoney dijo que una clínica le impidió el paso por haber sido diagnosticado con COVID-19 por lo que sólo le fue recetados algunos medicamentos para su perro, vía telefónica.
Los veterinarios dudaban que el perro tuviera coronavirus.
Robert señaló que en un principio los médicos se mostraban incrédulos de que su mascota pudiera tener coronavirus, diagnóstico que le fue hecho seis semanas después de comenzar con los síntomas.
Tras el paso de la primera semana de síntomas, Bunddy continuaba con dificultad para respirar y había perdido el apetito. Por lo que un veterinario aceptó que Julianna, hija de 13 años de los Mahoney, llevar a Buddy a su clínica, luego de que la joven resultara negativa a la prueba de COVID.
Durante el periodo del 21 de abril al 15 de mayo, la salud del perro de raza pastor alemán continuaba deteriorándose y la pérdida de peso era evidente, por lo que la familia llevó a su mascota a tres veterinarios en la zona de Staten Island, quienes dijeron que el animal no era portador de coronavirus.
Buddy fue sometido a tratamientos diferentes.
Durante el proceso Bunddy fue sometido a diversos estudios en los que se detectó un crecimiento de del bazo y el hígado, así como un posible soplo en el corazón. Por lo que el can tuvo que tomar medicamentos para atender esos padecimientos.
Fue hasta un mes después de los primeros síntomas, que Robert Mahoney consiguió que el Hospital de Animales de Bay Street realizara la prueba de coronavirus a su amigo canino.
El resultado llegó unos días después, donde se diagnosticó que Bunddy era positivo a COVID-19, por lo que se le pidió a la familia llevar también al otro perro de la familia, Duke, para realizarle la prueba de inmediato.
Tras la primera prueba, el departamento de Salud de Nueva York notificó a la familia que efectivamente Buddy había contraído el virus, pero que las muestras adicionales recogidas días después mostraban que el coronavirus había desaparecido de animal.
Asimismo, se les informó que Duke había dado negativo a la prueba, pero ya contaba con anticuerpos, lo que sugiere que en algún momento también había sido contagiado.
Pese al informe, la salud de Bunddy continuaba empeorando, tenía dificultad para caminar y orinaba sin control y con presencia de sangre. El 11 de julio la familia encontró al perrito vomitando sangre en la cocina, por lo que lo llevaron de emergencia a la clínica veterinaria donde decidieron sacrificarlo.
Aunque aún existen muchas dudas sobre la reacción de la enfermedad en los animales, se sabe que el origen de los contagios reportados ha sido de humano a mascota.